Capítulo 19 "¿Celos?"

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Ninguno de los dos era consciente de mi presencia y yo solo me concentré en escuchar qué decían.

—Bueno­—dijo el hombre—, entonces si sabes de un lugar me dices.

—Claro que sí—sonrió ella—, cualquier cosa te aviso.

—Pues me voy, que estés muy bien Xime, me dio mucho gusto verte.

—Igual a mí Gabo, qué gusto que estés de vuelta, queda pendiente lo de salir.

— ¡Claro! —sonrió— tú dices cuándo.

—Te aviso—en ese momento me vio, sonrió ampliamente antes de voltear a ver de nuevo al hombre—, o podríamos quedar de acuerdo de una vez.

— ¿Ah sí? —la vio caminar hacia mí.

—Hola mi amor—me dio un beso antes de tomar mi mano y caminar hacia el hombre—, Gabo, él es Carlos, mi novio, mi amor, él es Gabo, un amigo de la infancia.

—Es un gusto conocerte Carlos—extendió la mano hacia mí—, ya vi los videos de la charreada y mis respetos eh.

—Muchas gracias—acepté el saludo de mano.

—Mi hijo estaría encantado de conocerte.

— ¿Ah sí? —vaya, tenía un hijo.

—Sí, el mayor, le encanta la charrería.

—Con mucho gusto conocería a tu hijo.

—Gracias—su sonrisa me decía que eso lo había emocionado.

—Pues oigan—dijo Xime—, platicaba con Gabo sobre salir con él y su esposa en estos días amor, podría ser una salida familiar o tu encuentro con su hijo puede ser otro día.

— ¿Qué día quieren que salgamos?

— ¿El viernes? —sugirió el hombre.

—Podríamos salir los cuatro y el sábado los invito al espectáculo ecuestre.

— ¿Enserio?

—Claro­—asentí—, ahí puedo conocer a tu hijo.

—Hombre muchas gracias, claro que sí.

—Entonces así quedamos—sonrió Xime colgándose a mi brazo.

—Perfecto, ¿Te pones de acuerdo con Paola? Ya sabes que ella es más organizada que yo—rio.

—Ahorita le aviso.

—Ok, pues me retiro, nos vemos el viernes.

Salió del lugar, momento en que Xime me jaló hacia la puerta del consultorio.

—Evelyn—llamó a lo que la chica volteó— ya puedes irte.

—Gracias doctora—sonrió— ¿Cierro?

—Por favor—asintió.

Entramos al consultorio en cuando la chica se fue dirigiéndonos al sillón en donde sin pensarlo se sentó en mi regazo.

— ¿Llevabas mucho tiempo esperándome? —rodeó mi cuello con las manos.

—Diez minutos más o menos—la tomé de la cintura—, me dijo Evelyn que estabas en una junta.

—Sí, bueno, vino a preguntarme por la casa, acaba de mudarse con su familia, pero cuando le dije dónde está me dijo que le queda lejos de todo, ya sabes, su trabajo, el de su esposa y la escuela de sus hijos.

—Oh vaya—de verdad tenía que tranquilizar mi mente—, eso sería un ingreso extra.

—Pues sí, pero no le conviene la ubicación, y está bien, así la puedes usar cuando vengas.

A Rienda Suelta ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora