Capítulo 18 "Yo te puedo ayudar"

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Era sábado, no iría al consultorio y solo atendería si se trataba de alguna emergencia, Adri tenía planeado regresar al rancho al siguiente día y Clau y Ernesto solo tenían que ir temprano al hospital, así que teníamos el día libre para hacer lo que quisiéramos. Decidimos ir a Tlaquepaque a pasar parte del día ya que comeríamos en casa de mis padres; caminamos por las bonitas calles del pueblo, entrando a algunas galerías y tiendas de artesanías donde compré algunas cosas terminando nuestra estadía en el Parían disfrutando de un par de tequilas y la música del mariachi.

— ¿A qué hora dijiste que tenemos que estar con tus papás? —preguntó cuando terminábamos el tercer tequila.

—A las tres­—respondí chupando una rodaja de limón.

— ¿Está fuerte el tequila? —rio al ver mis gestos.

—Ay, sí—secundé la risa—, algo.

—Bueno, será mejor que nos vayamos amor, si no llegaremos tarde.

—Ok, vamos.

— ¿Estás bien? —tomó mi mano al levantarnos de la mesa.

—Sí, todo bien.

Llegamos a casa de mis padres casi al mismo tiempo que Clau y Ernesto, nos dirigimos al jardín trasero donde Gustavo estaba con mi padre en el asador y Adri platicando animadamente con Serge.

—Hola—saludamos a todos acercándonos.

—Pasen—sonrió mi madre quien llevaba una charola con diversas cosas.

—Déjeme ayudarla—se ofreció Carlos tomando las cosas para llevarlas a la mesa.

Tomamos un par de cervezas y disfrutamos de la tarde de convivencia con todos los presentes, bromas, anécdotas y risas mientras comíamos lo que habían preparado.

— ¿Cómo van con el tratamiento? —preguntó mi padre a la pareja frente a nosotros.

—Va muy bien todo—sonrió Clau—, vamos casi a la mitad del monitoreo y si todo sigue así se podrá proceder a la fecundación.

—Verán que así será—sonrió mi padre—, pronto tendrán entre sus brazos a su bebé.

—Muchas gracias por los deseos—asintió Ernesto—, esperemos que así sea.

Y así fue, todo había estado perfecto en el monitoreo y el día en que se obtendrían los óvulos llegó, un procedimiento de alrededor de quince minutos, un par de horas de reposo en el hospital y el resto del día en casa, ese día no tenía citas programadas para la tarde así que estuvimos en casa por si presentaba dolor o algún síntoma indeseado, ahora, debían esperar al menos tres días para poder llevar a cabo la fecundación una vez que se diera la inseminación con la muestra de esperma que Ernesto había dejado, estaban emocionados y nerviosos a la vez, y la verdad es que yo también.

Ernesto se quedó toda la tarde con ella en la habitación, Carlos y yo decidimos estar en la sala viendo películas y preparando la cena pues por supuesto no saldríamos para nada por cualquier cosa. Una tarde bastante tranquila, un par de copas de vino, algunos besos, caricias sin llevarlas más allá y una cena tranquila con Clau y Ernesto que se extendió un poco más allá de las diez por la plática de diversas cosas.

El resto de la noche pintaba para ser igual de tranquila, pero Carlos se encargó de que no fuera así, por supuesto no podíamos dejar la noche sin hacer el amor, me había acostumbrado tanto a ello, aunque faltan algunos días para que regresara al rancho yo ya empezaba a extrañarlo.

La noche anterior a eso la pasamos completamente en vela entregándonos a toda la pasión que nuestros cuerpos desprendían, el sol nos sorprendió haciendo el amor sobre la cama.

A Rienda Suelta ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora