Capítulo 23 "Navidad diferente"

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Lo busqué con la mirada, hasta que lo vi entrar a la casa con una maldita sonrisa triunfante, me acerqué a él tomándolo de la camisa y sin darle oportunidad de nada le solté un fuerte golpe.

—Esto no se queda así Carlos—se quejó tirado en suelo.
—Créeme que no, no se queda así—lo reté con la mirada.
—Yo solo recuperé lo que le pertenece a mi familia.
—Seguramente a base de falsedades, este gusto no te va a durar mucho.

Salí de ahí con la sangre hirviendo en mis venas, tenía que haber algo que se pudiera hacer para demostrar que ese rancho era nuestro, caminé por los jardines, cerca de los establos recordándolo entonces, ¿Qué pasaría con los caballos? Los toros y demás animales, los campos de agave afortunadamente estaban fuera de los terrenos delimitados por mi abuelo y el de los Olvera así que eso se había salvado pero, no podíamos construir algo en un día, toda esta situación era una mierda.
Me senté viendo el horizonte, no podía creer que se había salido con la suya, que teníamos que irnos de ahí ¿A dónde? Si todo lo que teníamos estaba en el rancho, suspiré frustrado sintiendo unas manos en mis hombros.

—Al fin te encontré—escuché su voz a mis espaldas.
—Hola linda—suspiré.
— ¿Qué piensas? —se sentó a mi lado.
—En todo, a dónde ir, lo que pasará con los animales, no los podemos dejar aquí, en lo que tenemos que hacer para demostrar que nosotros somos legítimos dueños.
—Vete por partes—volteé a verla—, empieza por el lugar donde estarán mientras esclarecen todo.
—No tengo idea.
—Emm, bueno, tienen que ver abogados para ello y tal vez no esté aquí pero, si gustan les presto la casa de Prados.
—Amor, ya usamos muchas veces esa casa y no estás teniendo ingresos…
—Y no importa, si les sirve úsenla, en serio.
—Gracias linda—sonreí a medias—, tal vez sea buena idea pues todo esto lo tendremos que solucionar con nuestros abogados y son de Guadalajara.
—La casa está ahí mi amor, en cuanto a los animales, ¿No hay un lugar o alguien aquí que los pueda tener mientras?
—Dos personas—me mordí el labio inferior—, pero una de ellas no te va a gustar.
—Aurora, ¿Cierto?
—Sí—suspiré.
—Pues, todo sea porque tus animales estén bien.
—Primero voy a preguntarle a Tomás, tal vez él pueda.
—Ok—asintió.

~~~~~

Regresamos a la casa y lo ayudé a guardar la mayor parte de cosas posibles, tanto de su habitación como de la veterinaria, todo era un caos, los camiones de mudanza comenzaron a llegar y con ellos el golpe de realidad de que debían irse.

—Tomás aceptó tener a los animales en su rancho—dijo entrando a la veterinaria donde yo estaba empacando.
—Qué bueno, un pendiente menos.
—Sí—suspiró—, dos gracias a ti.
—Verás que todo se solucionará amor—lo abracé a lo que él me pegó más a su cuerpo, al parecer necesitaba mucho ese abrazo.
—Dios te oiga cariño—me dio un pequeño beso.
— ¿Qué más vamos a guardar de aquí?
—Ya es todo, de los muebles que se encargue la mudanza.

~~~~~

El imbécil de Mauricio nos había dado dos días de tolerancia para sacar nuestras cosas, qué cínico, pero Xime, Adri y yo nos adelantamos a Guadalajara para que los camiones de mudanza llegaran a la casa, vimos que ahí nos esperaba Gustavo quien de inmediato se acercó a ayudarnos.

—Qué situación tan nefasta—suspiró Gustavo cuando terminamos de contarle todo.
—Sí—asintió Adri—, pero haremos todo, absolutamente todo por recuperar lo que es nuestro.
—Si necesitan algo no duden en decirme—dijo el hombre.
—Y a mí—secundó Xime.
—Pues—los vi a ambos—, no sabemos cuánto tiempo nos vaya a llevar arreglar esto, entonces, si saben de alguna clínica veterinaria o algún local donde pueda abrir una lo agradecería mucho.
—Y yo—dijo Adri—, algún lugar donde pueda abrir un consultorio.
—Claro—asintió Xime—, investigaré.

A Rienda Suelta ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora