Fue una tarde muy amena, me dio mucho gusto que nuestras familias congeniaran tan bien; noté muy asombrado a Emiliano cuando les contamos a lo que nuestra familia se ha dedicado por años, enseñamos algunos videos de charreadas pasadas los cuales vieron con detenimiento, también probaron el tequila que a lo que pude notar les encantó.
—Cada vez que pruebo este tequila me gusta más—sonrió Gustavo al momento de tomar su caballito—, y se ha vendido muy bien en los bares.
—Qué gusto me da oír eso—sonrió mi padre.
Seguimos hablando de nuestras vidas hasta que Emiliano tocó el tema de los nuevos servicios que se prestarían en el hospital donde trabajaba.
—Lo que ya está más próximo a abrir el área de fertilidad, se ofrecerán amplios tratamientos a parejas que no hayan podido concebir...—de inmediato noté la mirada que intercambiaron Ernesto y Claudia.
—Disculpe Emiliano—interrumpió Ernesto a lo que el hombre volteó a verlo—, ¿Más o menos cuándo estará funcionando esa área?
—Mmm... en veinte días más o menos—los vio bastante confundido—, ¿Ustedes...?—no sabía cómo continuar.
—Llevamos cuatro años intentando y no hemos podido embarazarnos, y de hecho ya habíamos decidido comenzar un tratamiento de fertilidad.
—Oh vaya—Emiliano y el resto de su familia se notaban sorprendidos, incluida Xime—, claro, les puedo conseguir una de las primeras citas si así lo desean.
—Eso sería maravilloso—asintió Claudia, sus ojos brillaban—, por favor.
—Claro—asintió con una sonrisa paternal—, denlo por hecho.
—Gracias—dijeron al unísono.
La tarde comenzaba a caer así que decidimos entrar a la casa, mi madre y Pachita se encargaron de mostrarles sus habitaciones mientras los demás limpiábamos lo que quedaba en la piscina, decidimos llevarlos a conocer el centro del pueblo así que salimos hacia allá en cuanto terminaron de instalarse, recorrimos la plaza principal y algunas calles a los alrededores, tomé la mano de Xime a lo que solo volteó a verme con una sonrisa con aires de tristeza, a decir verdad la había notado rara desde esa tarde, así que la detuve para quedarnos un poco atrás de los demás.
— ¿Estás bien amor?—pregunté volteándola para quedar de frente.
—Sí—suspiró—, bueno, me quedé pensando en algo.
— ¿Qué cosa?
—No sabía que Ernesto y Claudia no podían embarazarse, la he visto con David y se nota su deseo por tener un hijo, no entendía el por qué no era madre aún, supuse que quería esperarse o no sé, pero ahora...—suspiró de nuevo y se mordió el labio inferior.
—Ven—la abracé y besé su frente—, ¿Te afectó?
—Sí—volteó a verme—, les he tomado mucho afecto y saber que no han podido ser padres y lo han deseado por años me llegó.
—Sí—suspiré viendo a mi hermano y cuñada caminando tomados de la mano—, ha sido duro para ambos, Ernesto ya me había dicho del tratamiento y sé que tienen fe en que funcionará.
—Y ahora yo también la tendré, me haría muy feliz verlos logrando ese sueño.
—Y lo harán mi amor—sonreí antes de darle un pequeño beso y seguir caminando con nuestras familias.
Regresamos al rancho después de cenar y todos se dirigieron a sus habitaciones a descansar, Xime y yo decidimos quedarnos un momento en el jardín disfrutando de la noche, nos recostamos en el césped y la abracé a mi pecho mientras nos poníamos de acuerdo en cómo nos íbamos a ver y qué haríamos en nuestras visitas.
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A Rienda Suelta ©
RomanceUna vida libre y sin compromisos, sin deseo o intención de cambiarlo, una familia unida y una carrera en la charrería consolidada, dinero, mujeres y fiestas ¿Qué más podría querer? Nada, o eso pensaba Carlos hasta que la llegada de una hermosa mujer...