Capítulo 22 El plan.

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Al principio todo fue de acuerdo al plan.

Una vez que el conde abrió la caja, una voz le rogó que se pusiera el anillo. Él dudó, el objeto era una simple cuerda de cuerdo con el cráneo de una rata como adorno. Lo considero de mal gusto, pero al mismo tiempo no pudo evitar tomarlo y en el momento en que sus dedos tocaron el adorno de hueso, él ya no recordó que lo tenía puesto ni pudo notarlo entre sus dedos.

Una vez que el anillo estuvo en posición, Bemus lo supo y el plan comenzó a moverse.

Solen llegó un día después con los niños detrás de ella. Pidió una audiencia con el conde Lynch donde le contó sobre la existencia de los niños. Una pequeña que parecía de diez y un muchacho que se veía de cinco años dieron un paso al frente y lo saludaron respetuosamente.

El hombre de veinticinco años no pudo creer lo que veían sus ojos. Intentó con todas sus fuerzas negar la existencia de los pequeños, pero las palabras no salieron de su boca.

"¿Qué está pasando conmigo?"

Cada vez que sus ojos dorados miraban los rostros de los niños, su corazón latía fuerte y un sentimiento cariñoso se liberaba por su cuerpo. Tenía ganas de correr y llenar de besos las caras de los pequeños.

No pudo hacer nada más que reconocerlos.

Los recibió a los tres y les asignó habitaciones en el anexo de la mansión.

La segunda noche, Solen se presentó para solicitar una cena con el hombre, él se negó, pero, en cambio, le ofreció té para charlar.

La mujer era astuta y no desperdició la oportunidad. Se ofreció a servir el té cuando las sirvientas llegaron y solicitó que los dejaran solos. El conde aceptó, ya que no deseaba que nadie se enterara de la existencia de los niños aun.

Los empleados abandonaron la sala y los dejaron solos.


— "Mira por la ventana."


El hombre obedeció instantáneamente. Ella se apresuró a servir el té y a poner la poción de Luminius en la taza del hombre.

Lynch parpadeo como despertando de un sueño unos segundos después.

"¿Por qué estoy mirando por la ventana?"

Extrañado se dio vuelta y vio a la mujer que lo miraba fijamente haciendo un gesto para que bebiera el té.

Él se sentó y tomó un sorbo antes de comenzar a hablar.


— Señorita Solen... no...


Su voz sonaba entrecortada.


— "Termina de beberlo".


El conde obedeció.

Incluso con que el líquido tocara sus labios era suficiente para paralizarlo, pero siempre era mejor prevenir.

No basto mucho tiempo para que el cuerpo del hombre se endureciera como una estatua. Sus ojos parecían lejanos y borrosos. Con voz dulce, la mujer susurró en sus oídos.


— Eres una linda marioneta. Ahora escucharás todo lo que diga.


La única salida es amar al villanoWhere stories live. Discover now