Thomas había huido al baño, apenas se despertó aquella mañana. Llevaba casi media hora en la misma posición, manteniendo su vista fija en la persona que le devolvía la mirada al otro lado del espejo.
— Esto está mal...
Volvió a repetirse a sí mismo una vez más, tratando de creer sus propias palabras.
Llevaba tres largos años atrapado en el palacio del príncipe.
Debido al comportamiento de Caster y según las peticiones del emperador, se le había encomendado la tarea de ser el acompañante del chico de cabellos rubios mientras este se recuperaba de sus delirios, pero contrario a los deseos de los adultos, el muchacho solo parecía empeorar conforme transcurría el tiempo, causándole problemas a todos los empleados del palacio y al mismo emperador.
Caster, parecía creer que cualquier persona con cabellos rosados y ojos azules era Lottie. Estaba tan obsesionado con la idea de estar junto a su pequeña hermana, que incluso cuando él intentó regresar a la mansión Raphelle, el príncipe había comenzado una nueva rabieta, expulsando esa extraña aura negra hasta que cayó desmayado, forzando al emperador a pedirle que volviera al palacio.
Thomas no tuvo más remedio que posponer el retorno a su hogar para cuidar de la salud mental del príncipe hasta que este pudiera volver a sus cabales, cosa que, en su opinión, no iba nada bien.
Aquella mañana, había vuelto a tener un sueño extraño donde Caster lo besa sobre la cama para después montarse sobre sus caderas mientras le rogaba con ojos llorosos que tocara su cuerpo.
Él mismo había despertado abruptamente con su respiración agitada, un bulto hinchado entre sus piernas y los brazos de Caster enredados alrededor de su cintura. Trató ferozmente de escapar del apretón del chico antes de que este se despertara y notara el gran montículo con forma de carpa que era claramente visible desde arriba de la ropa de cama.
Escuchó al muchacho rubio quejarse mientras lograba zafarse de su agarre y corrió rápidamente al baño donde se encerró esperando a que su erección se calmara.
No era la primera vez que tenía este tipo de sueños con Caster, pero se negaba a calmar los impulsos de su cuerpo tocándose a sí mismo. Creía firmemente que hacerlo, le haría perder el control y acabar tomando al príncipe con quien pasaba todas las noches.
Pensar en esto tuvo el efecto contrario al que buscaba y sintió como su cuerpo respondía a sus deseos reprimidos.
Por un segundo paso por su mente, el momento cuando le presento a Penélope durante la fiesta de celebración del Duque Green. Su cara pálida y sus gestos amables desentonaban por completo. Amabilidad fingida. Thomas sabia que Caster no estaba siendo sincero cuando lo felicitó por su compromiso. Aquella noche, el chico parecía un poco más "él" que en momentos anteriores, así que cuando se excusó y salió rápidamente del salón de bailes sin siquiera escuchar la respuesta de él, Thomas tuvo la urgencia de seguirlo de inmediato, pero no podía abandonar a su prometida nada más ingresar a la fiesta.
Después de que el médico revisara a Caster y concluyera que el aura negra que rezumaba de su cuerpo podría ser causado por magia oscura y que esta podría llevarlo a la muerte, el mismo emperador le pidió que accedería a todos los sinsentidos que su hijo exigía, eso incluía compartir la misma cama si Caster lo demandaba. En un principio, el chico solo se recostaba a su lado hasta que caía dormido, pero con el paso del tiempo se había vuelto cada vez más atrevido, llegando a acariciar su cuerpo mientras dormía.
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La única salida es amar al villano
RomanceCharlotte creció para ser amada y adorada como la única hija del Marques Raphelle pero sus sueños se destruyeron el día en que fue traicionada por su gran amor para despues ser asesinada sin piedad por el Duque Green. "¿Donde estoy? ¿Por qué mi cuer...