La única salida es amar al villano

Capitulo 59 Las preocupaciones del pequeño.

— ¡Lo haces perfectamente!

Dijo Max mientras acariciaba el cabello corto del niño.

Liam sonrió ampliamente mostrándose satisfecho por los elogios de su tío.

Habían pasado casi cinco meses desde la muerte de sus padres, pero el joven de diez años se mostraba bastante estable emocionalmente.

El pequeño miró al hombre frente a él sin dejar de reír.

— Tío... ¿Por qué no eres mi maestro?

—¿Tu maestro?

El niño asintió enérgicamente entusiasmado.

— Me has enseñado muchas cosas y si aceptas... Yo no tendré que irme...

Max lo observo un poco intrigado por la propuesta de su sobrino.

— ¿Es debido a que no quieres ir a la academia?

Liam llevaba semanas rogando para que lo dejaran quedarse en el castillo Green junto a su hermano mayor.

— Sabes que no me compete decidirlo, Raven desea que vayas y hagas muchos amigos.

— ¡No voy a dejar a mi hermano solo!

— Cariño... él no está solo. Tanto Raphelle como nosotros estamos aquí para ayudarlo.

— ¿Y si pasa algo malo? ¿Y si él vuelve a tener un ataque...? Tío, por favor, ¡ayúdame!

Las pequeñas gotas en sus ojos morados brillaban por la luz del sol. Liam sintió su piel arder cuando las lágrimas se deslizaron por sus mejillas trazando una larga y húmeda estela.

— Para eso estaré yo aquí...

Max alargó una de sus manos intentando alcanzar la cabeza de cabellos negros frente a él, pero el niño fue más rápido. Dio un par de pasos hacia atrás mientras lo miraba con su rostro contraído, conteniendo el llanto.

— Tú no lo entiendes... Es lo único que me queda.

El niño apretó sus dedos con fuerza, dio media vuelta y comenzó a correr lo más rápido que pudo. Max no pudo hacer otra cosa que quedarse mirando como el niño de baja estatura se alejaba cada vez más hasta perderse en el jardín de la mansión.

— ¡Liam!

"Nadie lo entiende."

El pequeño se apresuró entre los arbustos ignorando la voz de su tío.

"Ni mis tíos, ni Lottie, ni hermano lo entienden... No quiero separarme de él"

{Liam... }

Escuchó la dulce voz de su espíritu en su cabeza, pero no le importó y continuo adentrándose entre las plantas del jardín.