II. "The Bad Guys"

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- Entonces... - comenzó Nathan, sentándose en el banco a mi lado. - ¿Quedaste hipnotizada por los chicos malos? - elevó una comisura, dejándola en una simpática sonrisa ladeada, y yo fruncí el ceño.

- ¿A qué te refie...? - pero fui interrumpida por la campana que sonó justo en ese momento. ¿Por qué?

Porque el universo te ama tanto…”

Oh, miren, conozcan a mi conciencia.

- Bueno, Avery... - el chico se puso de pie, con esa sonrisa pintada en su rostro. - Nos vemos en el almuerzo.

Le observé alejarse aún confundida, con mi habitual cara de estúpida. Ya varios estudiantes comenzaron a acercarse a la entrada, con destino a sus respectivas aulas, yo opté por hacer lo mismo, y comenzaba a levantarme... pero claro... algo tenía que ocurrirme en el proceso.

Mi mochila que, al parecer, en algún momento se había abierto, se cayó de mi regazo y todos los libros terminaron en el suelo. Cerré mis ojos y suspiré con cansancio, pasé una mano por mi cara y contemplé mis libros esparcidos por la tierra, me dieron hasta ganas de dejarlos ahí, la verdad.

- ¿Quieres que te ayude? - levanté la vista para encontrar un chico delante de mí, usando un par de anteojos demasiado enormes para su pequeña cara.

- No, no te preocupes, estaré bien. - le respondí, agachándome para recoger mis libros.

Dios mío, dame paciencia.

- ¿Estás segura? - lo miré, estrechando mis ojos por el sol que me daba directo a la cara y asentí con una sonrisa.

- Sí.

El chico meneó su cabeza en un asentimiento para marcharse luego, viéndolo alejarse noté entonces que caminaba encorvado, vestía una camisa blanca de mangas largas con unos jeans que le quedaban bastante anchos, y una mochila que se le veía inmensa en su flaquito cuerpo.

Terminé de recoger mis libros y al mirar a mi alrededor una vez más, estando de pie, me di cuenta que el campus estaba completamente vacío. Miré mi reloj y percibí entonces que estaba súper retrasada para mi primera clase del primer día de escuela.

- Mierda.

Corrí dentro de la Universidad como una loca y estuve a punto de caer de cara aproximadamente tres veces, una al chocar con el conserje, otra al resbalar, cogiendo una curva al doblar en una esquina y la última en el momento que entré al aula y mi frente se dio de lleno contra algo extremadamente duro, del tiro terminé en el suelo, cayendo de culo.

¿Por qué, dios? ¿Por qué?

Miré hacia arriba con la intención de disculparme, pero al ver a la persona frente a mí, las palabras se quedaron atrancadas en mi garganta.

Joder... era más grande de cerca.

Unos ojos café me observaron con pereza desde arriba, era uno de esos tres chicos que había visto hoy en la entrada de la escuela: rubio, de piel clara y extremadamente atractivo... Por dios, de cerca lo podía ver mejor, y era guapo, muy guapo, el tipo estaba como un tren.

Perdónenme.

Una vez más me quedé mirándolo como idiota.

Normal.

Su mano se extendió hacia mí, se estaba ofreciendo a ayudarme a ponerme de pie, miré su mano y luego a él, su precioso rostro completamente serio y estoico. Observé nuevamente su palma. 

"¡Toma su mano idiota!"

Era la segunda vez que mi conciencia me gritaba eso en el día de hoy. Me aferré a su agarre y en el instante en que nuestros dedos hicieron contacto, un estremecimiento, así como un agradable escalofrío, me recorrió todo el cuerpo. Solté un pequeño grito cuando me impulsó para ponerme de pie. Me vio una última vez y se alejó de mí, pasando por mi lado sin decir una palabra. 

Luna de Sangre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora