XXV. "Winter Festival (and more emotional problems)"

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¿No es la nieve la cosa más hermosa que puede venir con el invierno? Aquellos pequeños cristales de hielo ahogan todos mis deseos de quedarme encerrada en mi habitación releyendo mis libros

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¿No es la nieve la cosa más hermosa que puede venir con el invierno? Aquellos pequeños cristales de hielo ahogan todos mis deseos de quedarme encerrada en mi habitación releyendo mis libros. Que sí, que sé que tengo que renovar mi biblioteca porque ya me los he leído todos. En esta temporada lo que más me apetece es salir y sentir como mi alrededor se precipita con blanco, construir muñecos de nieve, nadar en la nieve. Todo con la nieve.

El frío formaba parte de mi hábitat natural. También era la mejor excusa para usar una pila de ropas anchas junto a unos guantes de tela sin que los demás me mirasen raro. Incluso mi abuela y mi mamá me miran extraño a veces, cómo si no supieran qué tengo en la cabeza, o se preguntaran de qué ave era el huevo del que salí.

Sí, cosas de la vida. Te acostumbras con el tiempo.

Rosanne me acompañaba hoy a caminar por la ciudad. Sí. ¡La ciudad! ¡LA-CIU-DAD!

No sé si cabe recalcar que nunca he pisado este sitio desde que me mudé. Hasta ahora sólo había convivido con la zona rural, con el bosque tragándose gran parte del territorio, con esos pequeños espacios del distrito. Pues, debo decir que es inmensa, sobre todo eso; se nota el cambio cuando pisas una calle embarrada de millones de copos de nieve, cuando respiras otro olor, más tóxico, menos saludable, cuando los árboles y arbustos que adornan los parques casi no tienen hojas, cuando el tráfico es mayor y las personas van de aquí para allá con ropa de marca y sus celulares en mano, haciendo caso omiso al agradable ambiente de invierno.

Sin embargo, me sentí bien. Me sentí viva porque no he estado en una ciudad en meses, ¡incluso grité de euforia cuando vi el metro! ¿Desde cuándo yo no montaba en uno? Y salir de la zona en la que me he estado refugiando se siente liberador, sin mencionar que la compañía de mi mejor amiga completaba los toques íntimos.

Estamos muy bien a pesar de lo ocurrido el día quince, en su cumpleaños. Ella no ha tocado el tema, yo tampoco.

Antes de entrar a la tienda de disfraces, nos encontramos en la esquina con un pequeño homenaje a los fallecidos en el incendio del mes pasado; mi corazón encogió un poco por ello. Y recordé la discusión de esta mañana con mi padre puesto a que no quería que pisara un solo centímetro de estas calles, a sabiendas del peligro que se corre. Pero, gracias a mi preciosa amiga, le preparamos una trampa, y ahora él piensa que es Xander quien me acompaña. Sé que eso empeorará la relación entre los dos, aunque también sé que debo vivir mi vida.

- Welcome to the Paradise! - canturreó ella, entrando por la puerta grande; los presentes voltearon cabezas para presenciar a la belleza que hacía el ruido, pero ella los ignoró. Yo iba detrás. En realidad no es muy escandalosa en ningún lugar, no suele ponerse eufórica. Supongo que ir de compras le agita tanto como a mí la nieve.

Se preguntarán qué cojones hacemos aquí, ¿no? Casi puedo ver sus ceños fruncidos por la confusión. Tranquilos, ahora explico con calma.

- Mmm, ésta es la lista. - me alcanzó el papel. - Recuerda, sexy, corto y muy de navidad. Yo iré buscando las decoraciones.

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