XV. "What are you doing here?"

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Sabía que Xander era policía, pero no sabía que era el puto jefe de la policía. Tenía treinta años, era bastante joven para ese cargo. Y no me malinterpreten, es que casi siempre, por lo general, son mayores de cuarenta años debido a las experiencias y eso.

En fin, el tipo se acercó a donde estábamos Nathan y yo, con toda su imponente figura poniéndome de los nervios. Observé al pelirrojo para acabar notando sus ojos abiertos como dos platos llanos, tragó saliva una vez que Xander se detuvo a su lado, teniendo que levantar la cabeza para mirarlo.

No podía culpar al chico, Xander era un tipo grande.

“Seee, muuuy grande.”

¡Conciencia!

“No he dicho nada malo.”

La ignoré mientras fijaba mi mirada en él, quien aún tenía las gafas puestas.

- Buenos días, señorita Damalett. - su gruesa voz ronca me saludó, yo tragué saliva antes de hablar.

- Buenos días.

Xander sonrió levemente y posó su mirada escondida a través de sus Ray Bans en Nathan. Lo estudió por unos buenos segundos, hasta fruncir fuertemente el ceño, todo antes de quitarse las gafas. Su oscura mirada lo asesinó de una manera que le hizo dar un paso atrás. Sus fosas nasales se expandieron y, acto seguido de eso, una mueca de desagrado apareció en sus labios.

Me asusté a muerte cuando lo vi agarrar a Nathan por el cuello de su camisa y estamparlo contra la pared de la entrada de la casa.

- ¡¿Qué mierda haces aquí, hijo de puta?! - el grito me hizo dar un salto hacia atrás. Estaba echando furia por sus ojos negros, mi amigo se encontraba completamente alarmado.

¿Eh…? ¿Lo conocía?

Y si lo hacía, no creo que por muy buenos términos. Pues, la forma en que estaba zarandeándolo era demasiado violenta. Los dientes de Nathan chocan entre ellos mientras intenta forzar con sus manos los brazos musculosos del policía para liberarse. Pero era inútil, así que intervine.

- ¿¡Qué coño te pasa!? - le bramé, tirando de su hombro como pude. Él volteó su cabeza con confusión, y aproveché ese momento de distracción para empujarlo. Se tambaleó sólo un paso, soltando un poco a Nathan en el proceso. - ¡Suelta a mi amigo, imbécil! - una vez más volví a empujarlo con toda la fuerza que logré sacar.

- Tranquila, Avery… - habló con voz dificultosa, enderezándose. - Ya me iba de todas formas.

Él y el pelinegro intercambiaron miradas agresivas entre ellos antes de que mi amigo me propiciara un beso en la mejilla y se desapareciera de mi casa.

Todo ocurrió tan rápido que me quedé sin aliento.

Ubiqué mis ojos enojados en el chico delante de mí, ¿qué le pasa a este tipo? ¿Acaso cree que podía venir aquí para hacer lo que le diera la gana? Sentía la furia crecer por mi cuerpo y cuando estoy enojada, hago cosas locas, sin pensar, sin analizar… y les juro que no lo medité bien antes de estampar mi mano en la mejilla de Xander con fuerza, dejando la piel enrojecida.

“Lo acabas de golpear...”

Sí.

“a un tipo que te saca más de 25 centímetros de altura...”

Sí.

“que está lleno de músculos.”

Sí.

“Estas loca, niña.”

Lo sé.

Cuando los ojos negros de Xander se posaron en mí, más enfadados que antes al acorralar a Nathan, me di cuenta de que estaba en graves problemas, y aunque no sentía miedo, sí me sentía bastante nerviosa. Él sólo dio un paso hacia mí y yo ya estaba preparada para morir, pero el ruido de la puerta abriéndose me hizo abrir mis ojos de golpe.

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