XXX. "The Legend of The Red Moon"

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Nota de escritoras: Buenas!!! Queridos lectores de nuestra querida historia, ¿le traemos un capítulo asquerosamente largo? SÍ. ¿Le traemos diecinueve libras de drama? SÍ. ¿Le traemos sorpresas y lágrimas? SÍ. ¿Se lo traemos con dos semanas de retraso? TAMBIÉN. (Nuestras más sinceras disculpas. Hemos estado un poco ocupadas y enfermas.). ¿Qué puede que no entendáis ni papa de la larga historia que se descubrirá en este capítulo? Pues sí, puede ser, (aunque esperamos que no). ¿Qué si vais a poder preguntar y nosotras se lo volveremos a explicar de nuevo? SEGURO QUE YES. ¿Qué si nos vamos a callar y los dejaremos leer el capítulo en paz? Muy pronto, no se preocupe. Solo destacar que desde este capítulo se viene lo chido, el salseo, el desmadreo, el drameo y todo lo que termine en eo. ¡A disfrutar! ¡Olé!

- ¿Cuándo se suponen que regresan? - pregunté a mi madre, quien se encontraba del otro lado de la línea telefónica, mientras le lanzaba a Deacon una papa frita a la cara. Éste rio divertido cuando la esquivó, y yo hice lo que pude para no hacerlo también, fallando en el intento.

- Dentro de unos tres días, probablemente. ¿Por qué te ríes? - respondió.

- Por nada. ¿Y la abuela? ¿Cómo está? - Rosanne entró en el comedor y se sentó al lado de su hermano.

- Está bastante bien, aunque no deja de quejarse de que te extraña. - sonreí ante eso.

- Yo también la extraño.

- Lo sé, de todos modos está la probabilidad de que regresemos un poco antes, tu padre tiene cosas que hacer en el pueblo.

- Imagino que sí. - murmuré mientras intercambiaba una mirada con Deacon, frente a mí.

- ¿Tú y Rosanne se están cuidando bien? Mira que la idea de que estéis ahí solas no me tranquiliza mucho.

Blanqueé los ojos, aunque poniéndome un poquito de su parte. Es la primera vez que deja a su hija sola junto con otra joven. Y sí, no tiene la menor idea de que el hermano de esa joven no está haciendo compañía. Ninguno en mi familia está al tanto de eso. No me quería imaginar cómo reaccionaría mi padre a eso.

- Sí, mamá, estamos muy bien.

- Jum, vale. Entonces te dejo, tu abuela requiere mi presencia. Te quiero.

- Yo también te quiero, ma’. - colgué, soltando un leve suspiro. Tomé una papita frita y la llevé a mi boca.

- ¿Pasa algo? - miré a Rosanne.

- No, todo está bien.

- ¿Y por qué la cara de funeral? - preguntó Deacon.

- Nada en particular. - me encogí de hombros y robé un sorbo de un vaso de agua.

El medio día se hacía notar poco con la nieve interponiéndose, y Deacon, Rose y yo estábamos almorzando tranquilamente. Mi madre decidió llamarme al celular de mi amiga para verificarse de que aún seguíamos vivas, bueno, ha hecho eso todas las mañanas, a pesar de que la conexión no es muy estable.

El día de hoy traía un humor un poco apagado. Aunque había estado bromeando con Dee antes. Sí, ya le digo Dee. Al parecer el chico notó mi estado de ánimo y por eso empezó molestando para que mejorara un poco. Había funcionado, no mucho, pero lo hizo.

Rosanne hizo carraspear su garganta para llamar la atención. Nos observó un poco sobrecogida.

- Xander llegó hoy. - anunció, para sorpresa mía.

Mis nervios se dispararon solo de pensar lo que se avecinaba ahora. Antes de irse, habíamos quedado en conversar cuando regresara. Aunque yo aún no estaba segura de querer una explicación de todo esto, o refugiarme en la ignorancia.

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