XIX. "Calm down, Avery"

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Deacon gruñó, agarrando con una de sus manos mi nuca y la otra tomando mi cintura, mientras comenzaba a mover sus deliciosos labios contra los míos. Yo gemí al sentir el movimiento de su lengua.

Así que esto era un beso.

Pensé mientras entrelazaba mis manos detrás de su nuca, tirando de los mechones de su sedoso cabello. Él gimió ante aquello, y el beso se volvió mucho más brusco. Mis piernas empezaban a debilitarse, solo me mantenía en mí gracias a su fuerte agarre en mi cintura y en mi nuca.

Cuando nos separamos por la exigencia de los pulmones, nuestros ojos se miraron por varios segundos, el verde en ellos encantándome por completo. Intenté acercarme para besarlo nuevamente, casi con desesperación, como si me hubiera dado cuenta que el aire que necesitaba sólo lo encontraría aferrada a su boca, pero él se alejó.

- Avery, no... - su respiración agitada y su mirada lujuriosa encima de mi decía completamente lo contrario a sus palabras. Estaba borracha, no tonta… o creo que un poco tonta sí.

- ¿Por qué no? - una vez más intenté arrimarme, pero me volvió a alejar, haciéndome sentir mal del estómago.

- Estás borracha, Avery.

- No lo estoy. - mentí.

"Claro que no estás borracha, estas más sobria que nunca."

El sarcasmo está de más. Me puse fatal al ver a Deacon separarse de mí y soltarme, enseguida mi cuerpo extrañó su calor, su olor, su cercanía. Me había rechazado el muy hijo de puta, y eso me hizo sentir mal... tan mal que estaba comenzando a sentir náuseas.

"Ay no, Avery, no... por favor."

Ya, pero no es que tenga control sobre mi estómago… Tuve dos arcadas antes de vomitar todo lo que había comido todo el día en el suelo.

"Ay, Avery."

Sentí unas manos apartar mi pelo de mi rostro y agarrarlo en una coleta mientras pasaba su tacto caliente por mi espalda, al momento supe que era Deacon.

Cuando terminé de vaciar completamente mi estómago, estaba demasiado débil, el moreno me sostuvo en sus brazos mientras limpiaba mi boca con el borde de su camiseta.

- ¿Estás bien, linda? - abrí mis ojos pesados para mirar sus esferas esmeraldas.

- Eres hermoso. - susurré con la lengua enredada, él sonrió.

- Tú también. 

- ¡Deacon! - el mencionado se giró ante el llamado de otra voz masculina, enderezándome contra sí mismo. Aproveché ese momento para recostarme de su pecho. El calor corporal se trasmitía a través de la tela y obtuve una punzada entre las piernas.

- No me digas que también se emborrachó - en ese instante giré mi cabeza para encontrar a Cole sujetando a Rose entre sus brazos.

- Lo está... está super borracha.

- Maldición. - el de ojos verdes me miró y luego volvió a Cole. - ¿Te quedas con Rose? ¿O quieres que la lleve yo? - yo hice un puchero, queriendo decir algo, pero tenía la lengua tan enredada que no salían las putas palabras.

- Cuando Rosanne se pone así, no hay cristo que la soporte. - sus ojos azules se posaron en mí. - Mejor toma a tu hermana, sabes manejarla mejor, yo llevo a Avery a su habitación.

Unos segundos después, mis pies dejaron de tocar el suelo, yo abrí los pesados ojos encontrándome más de cerca con los de Cole. Me llevaba cargada como una princesa, y por alguna razón ese pensamiento me hizo sonreír.

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