XXXI. "The truth of Allison Nora"

50 9 10
                                    

Pude haber seguido en un sueño silencioso, vació y oscuro. Por lo menos allí tenía paz. Pero un montón de agua fría me estampa en la cara, un torrente, como cuando abres mucho la manguera del jardín y el agua sale fuerte. Pues así. Llegué a pensar que me estaba ahogando en una cascada. Por eso mi primer instinto fue abrir la boca en busca de aire y alejarme. Di un salto en la silla y me puse de pie de inmediato.

En ese estado, tosiendo y mareándome por el súbito movimiento, miré a mi abuela con los ojos muy abiertos.

- ¡Pero, qué…! - tenía un cubo en las manos. Me miraba como quien se aburre de la situación. Y no entiendo cómo puede sentirse así, ¡me ha tirado un cubo de agua fría!

- Hasta que al fin… Fue la única manera de despertarte sin llamar a tus padres. Tenemos muchas cosas que hablar primero. - dejó el cubo en el suelo, e hizo algo que me dio mucho dolor de cabeza: agarró una silla de la mesa comedor, se subió el largo vestido de dormir por las rodillas y se sentó, con las piernas medio abiertas para descansar sus antebrazos en los muslos. Me observó desde abajo, con una ceja alzada. - ¿Qué esperas? ¡Siéntate! - me señaló la silla en la que antes había estado, y yo asentí frenéticamente con la cabeza, intentando pasar saliva por la garganta cuando tomé la silla para ponerme frente a ella.

No podía parar de temblar mientras la miraba. Por el baño frío que acababa de darme y por el relevante hecho de que… caminara. Y no con dificultad. No. Perfectamente. Sus movimientos eran fuertes pero a la vez elegantes, como si hubiera nacido toda su vida para moverse, para la acción, no para estar más de cinco años postrada en una silla de ruedas.

- Estás… estás bien. - fue lo único que pude pronunciar. - Puedes… puedes pararte…

- Pues sí. Y también puedo fumar, así que, si no es mucha molestia, ¿podías pararte de nuevo y cogerme la caja de cigarros y una fosforera en la segunda gaveta del aparador?

“Joder, amo a tu abuela. En cinco minutos te ha hecho más bullying del que te he hecho yo toda la vida.”

Ni siquiera me importaron las palabras de mi conciencia. Me encontraba dubitativa, porque… se suponía que mi abuela era una mujer enferma… el cigarro era malo para su salud… ¿no? 

- ¡Vamos! - me agitó para que me espabilara, y eso hice. Me volví a levantar rápidamente para alcanzar sus pedidos, cuando se lo entregué me pidió que le prendiera la fosforera y se la sujetara para que ella pudiera encender el cigarrillo. Lo tomó con dos dedos y dio una calada como si su vida dependiera de ello, recostándose del espaldar del asiento, mientras el humo se le escapaba por la nariz y por la boca. Si Kyril se veía sexy haciendo eso, mi abuela se veía como una reina. Una motera de sus tiempos, capaz de derrumbar una muralla si así se lo proponía.

No me puedo olvidar de que tengo delante de mí una mujer que nació en los cincuenta, y desde entonces peleó por sus derechos, su libertad, con todos sus santos cojones. Allison Nora no era solo madre de Alice Sheridan Martínez y suegra del alcalde. No era solamente mi abuela.

- Estoy siendo cruel, ¿verdad? - preguntó, al segundo yo estaba negando fuertemente con la cabeza. Me lanzó una mirada. - Dijimos que sin mentiras.

- B-bueno, un poco sí. - ella sonrió con ternura.

- Tengo un carácter de mierda, cariño. Tu padre y tu madre son muy conscientes de eso, incluso tu madre tuvo esta misma calentura en la sangre, hasta que te tuvo a ti. Imagínate, hija de una adolescente fugitiva y un español inmigrante, los dos adictos al alcohol y a la adrenalina. ¿De dónde crees tú que sacaste esa boca sucia?

Luna de Sangre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora