XXVIII. "Coming home, but with them"

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- No necesito compañía, puedo quedarme sola. - espeté, viendo como Rosanne acercaba una maleta llena de objetos personales para que Deacon la colocara en el maletero de la SUV negra.

Por fin me iban a dejar ir, pero no como yo quisiera.

- No me obligues a eso, Avery, sabes que no puedo. Además, tus padres lo pidieron así.

Mis padres, mis padres. Mis padres siempre controlándome. Ya estaba bastante mayorcita para pasarme una semana sola en casa.

- Entonces, ¿por qué no vienes solo tú y ya está? - me crucé de brazos, señalando a su hermano con mi barbilla. Podía quedarme los días con ella encantada, pero no con él.

Deacon no le hizo mucho caso a mis palabras, llevó su maleta también al maletero de la camioneta.

- Yo tampoco deseo pasar mucho tiempo contigo. Si voy, es por mi hermana.

Le entrecerré los ojos, de un modo intentando aligerar la presión incómoda que se produjo en mi pecho debido a lo que dijo. Que estoy pasando por un duro periodo de aceptación, imbécil. Que se supone que deberías tratarme mejor que esto.

Maldito… ¿lobo?

A la mierda con ellos.

Me subí a los asientos traseros del vehículo, porque si Deacon conducía, entonces no quería estar al lado de él. Me acomodo sobre el colchón, entre el distintivo olor de la piel de él, y es ahí cuando Rosanne toma el lugar de conductor y su hermano aprovecha el de copiloto.

¡¿En serio?! 

“A veces, cuando uno planea una cosa, le sale otra completamente dif…”

Cállate la puta boca.

“Ok… No hablo más.”

Me encontraba en esa fase en la que todo me molestaba. Y no, no es por la regla. Xander me advirtió de que voy a tener muchos cambios de humor hasta que por fin lo acepte por completo. Pfff. Me da igual lo que diga. Yo puedo aceptarlo, pero inconscientemente me sigue pareciendo irracional.

Estos cinco días que me han tenido encerrada en casa de Kyril, hasta ayer que dormí con Rosanne, por lo menos me han servido en algo. Entiendo que en mi antigua posición de recién despertada de un… ¿coma leve?, no podía estar sola en casa, ya que no iba a facilitarme mucho las cosas. No habría quien me ayudara con los ataques de pánico, iba a estar tan metida en mí misma que ni siquiera iba a poder levantarme de la cama, o del rincón. Entonces, ¿qué comería? ¿Me bañaría acaso? Solo pensarlo y la rabia se intensifica en mi interior, porque todo esto es culpa de la mierda mágica psicológica que me hizo pasar Mellisa, y de Nathan…

Aún no me lo creo. Y tampoco quiero créerlo porque duele demasiado. ¿Por qué no puedo tener amigos fieles, que me quieran?

Rosanne. La única. Aun así, me ha ocultado muchas cosas de su jodida vida, y sigue ocultando. Pero, se arriesgó a piel contra personas más solo para salvarme. ¿Qué mejor declaración de amor que esa? Me quiere. Yo lo sé.

El auto aceleró y nos alejamos de la reserva.

(…)

- Solo hay cinco habitaciones. Y la de mi abuela no se toca. - anuncié a la delantera, guiándolos por las escaleras hacia el segundo piso. - La de mis padres tampoco, les molesta el desorden. - murmuré eso último captando al chico castaño por el rabillo del ojo. Estaba con la vista fija en cualquier parte de la casa que se encontraba, con la capucha negra de la sudadera puesta y sujetando la maleta sobre su hombro como si no pesara absolutamente nada. No me mira. Antes me miraba mucho. No sé ni por qué me importa. Nunca sé lo que me pasa. Debería odiarlo un poco más ahora que sé que es mitad animal, o algo así, pero no… - Mmm. - carraspeé la garganta, moviendo mis ojos al frente. - Así que solo quedarían las habitaciones del tercer piso. Rosanne, vas a dormir conmigo en la mía. Tu hermano puede coger la de huésped al final del pasillo, la del medio está llena de las cosas de Pency, la cuidadora de mi abuela, y puede venir en cualquier momento.

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