Los padres de JeongGuk, al ver que su hijo no hacía nada además de jugar videojuegos, comer e ir al baño para poder seguir jugando videojuegos, deciden inscribirlo a un programa en el que será enviado a una casa en medio del campo la cual no tiene a...
Lee YiZhou tuvo en la mira a JeongGuk por algunos días luego de decidir ir tras él al ver que la melliza no estaba a su alcance. Cunado los Jeon llamaron a Choi SooYoung para preguntar si una caminata por el bosque era segura, YiZhou pudo escuchar gracias a que se había mantenido especialmente pendiente y cerca de su jefa para poder obtener cualquier información sobre Guk. Sabiendo ahora que los Jeon irían de paseo, argumentó que ellos, con una semana de anticipación, le habían pedido entrar y dejar el suministro de agua dentro de la casa ya que estarían ocupados. SooYoung al confiar plenamente en su empleado de hace seis años y al estar desconcentrada por tantos pendientes, simplemente le dio la llave y le pidió que la entregase la mañana del día siguiente. Fue así como Lee YiZhou pudo entrar a la casa sin complicaciones ni escándalos.
Qué lío, ¿no?
Ese día JeongGuk se tuvo que despertar ultra temprano ya que irían a instalar un nuevo sistema de seguridad y además debían registrar su identidad de nuevo.
No hace falta decir que su madre tuvo que ceder ante el contrato, pues si ella demandaba a la compañía, recibiría una contrademanda por la violación de las cláusulas, así que he allí a un pobre Jeon JeongGuk luego de haberse despertado a las seis de la mañana en un día de confinamiento, en el que se suponía que podía descansar.
Al fin estaba solo de nuevo, pero ahora se sentía observado ya que pusieron cámaras tanto afuera como adentro, en todas partes excepto en el baño, ahí pusieron una cámara térmica por cuestiones de privacidad; y aunque la señora Choi le aseguró y le juró que nadie vería las grabaciones ya que una alarma se encendía al detectar las cámaras otro cuerpo grande de calor además del suyo ya registrado, no podía evitar sentirse incómodo...aunque era eso o volver a exponerse, y la verdad es que Guk no tenía planes de morir antes de los veinte.
Una vez con la mente más despejada, recordó que había dejado el teléfono escondido dentro de uno de sus zapatos en la habitación. No sabía si ir a encenderlo u olvidarse de él, pero en su cabeza seguía grabada la última conversación que tuvo con su acosador y se vio obligado a ir. De todos modos lo había puesto en silencio y era posible que le hubiera enviado un mensaje.
Sin embargo, justo cuando se levantó, la alarma externa sonó, avisando que alguien estaba en la puerta, fue entonces que el chico recordó que ahora, para su seguridad, habían contratado el servicio de una empresa de gobierno para el abastecimiento semanal de comida y agua, y confirmó que se trataba de eso al ver en el monitor un camión identificado con la marca estacionado tras la casa.
Con cuidado abrió la puerta y un señor algo robusto y con bigote le saludó formalmente, lo que Jeon imitó.
ㅡBuen día. Me llamo Lee OhTaek, soy el nuevo repartidor, vengo a dejar la despensa semanal.
ㅡAh... claro, buen día.
El hombre caminó de regreso al camión y comenzó a montar las cajas en un carrito de carga.
JeongGuk estaba bien alerta a los movimientos del repartidor gracias a su reciente trauma, pero no pasaron más de dos segundos para que de pronto una hermosa joven de cabellos lacios y azabaches saliera del camión con la intención de ayudar al hombre.
Guk quedó embelesado al verla, era la chica más hermosa que había visto en toda su corta vida, era como si hubiesen leído su mente y de ahí sacado su tipo ideal de mujer.
Llevaba una gorra con el sello de la empresa pero vestía unos shorts de mezclilla de cintura alta, una sudadera crop color rosa, unas zapatillas converse negras y debajo de ellas un par de lindas medias blancas.
¿Conocen el cliché en las películas de romance en el que el protagonista se queda como idiota mirando a la protagonista? Pues justo así estaba JeongGuk.
Agradecía haberse cambiado el pijama y lavado su rostro, de lo contrario habría corrido a hacerlo para verse bien frente a la fémina.
ㅡHola. ㅡde pronto se vio sorprendido por la dulce voz de la chica, quien estaba parada frente a él con una pequeña sonrisa.
ㅡH-hola. ㅡsip, se sentía y definitivamente lucía como un idiota.
ㅡMe llamo JiEun.
ㅡ¿Tr-trabajas como repartidora? ㅡy cuando ella rió, al azabache se le iluminaron los ojos y casi babeaba.
ㅡPara nada... o bueno, algo así; le ayudo a papá con algunas entregas. ㅡexplicó sin borrar su sonrisa.
ㅡEso significa que vendrás seguido, ¿no? ㅡpensó en voz alta, avergonzándose al instante.
ㅡSí... supongo.
ㅡ¿Cuántos años tienes?
ㅡDiecinueve, ¿y tú?
ㅡDebería hablarte con honoríficos, tengo dieciocho.
ㅡSí, será mejor que comiences a llamarme noona. ㅡy en la cabeza de Guk resonó un satisfecho "oh, sí".
ㅡUn gusto, noona, me llamo JeongGuk. ㅡparecía que la timidez había dado lugar a la confianza que Jeon siempre tuvo, pues ahora le estaba dando su mejor sonrisa a JiEun y estaba a nada de pedirle su número.
ㅡ¡Oh! Se supone que debo ayudar a papá ㅡexclamó ella, corriendo hacia el hombre que acomodaba las cosas en las alacenas ㅡ, ya vuelvo.
¿Ya vuelvo? O sea que ella quería seguir hablando con él, ¿cierto? Oh... todo comenzaba a mejorar, lo único que obstruía el hermoso panorama era que se iría en unas semanas más y no volvería a ver a JiEun. Tenía que moverse rápido y pedirle su número.
Corrió a la habitación y quiso sacar el teléfono de las sábanas, pero tan rápido como un rayo, recordó que ahora estaba siendo vigilado por cámaras en todas partes, y no se trataba ese cuento de que nadie veía las grabaciones, no se iba arriesgar, así que se resignó y volvió al vestíbulo para inventar una pobre excusa y despedirse del amor de su vida.
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