—¿De qué mierda habla?
—La cláusula es inviolable. Usted es el dueño, y debe aceptarlo.
—No lo entiende, ¿verdad?
—Señor Callum, el que parece no entender es usted. Está atado a este acuerdo de por vida.
Dominic estaba sentado en el amplio sofá de la suite con una copa en la mano, pensando.
«Hijo de puta».
La verdad sea dicha: la guerra estaba abierta y declarada. La única forma de deshacerse de las pertenencias era con la venta o en donaciones.
¿De qué carajo hablaba?
Los Callum nunca tomarían el camino fácil y mucho menos esperarían dádivas del hijo pródigo.
Golpeó con fuerza el sillón, consciente de las consecuencias. Era la venganza del viejo, de un hombre que nunca lo doblegó, y ahora seguro se reía desde su tumba, desde el más allá o desde donde puta fuera.
«Irán por Cameron».
Debía llegar lo antes posible a Sudáfrica y desde ahí rearmar una estrategia y proteger lo que amaba.
Carajo, las horas no pasaban tan rápido como deseaba.
Marcó una vez más a Cameron y esta vez encontró respuesta.
—Dom...
Su sistema de defensa en alerta se relajó; las glándulas suprarrenales quedaron adormecidas ante esa sirena que solo necesitaba un par de palabras para encantarle.
—¡Amor, por fin contestas! ¡Te he estado llamando!
—Lo lamento, he estado ocupado.
Dominic frunció el ceño.
—¿Ocupado?
—Sí, tengo un empleo ¿recuerdas?
Cameron sonaba extraño, con un deje de ira en su voz. ¿Qué carajo le sucedía?
—¿Estás bien?
—Sí, solo un poco cansado, nada más.
—Escucha —Dominic hizo rodar las palabras con velocidad. Necesitaba mantenerlo a salvo como fuera—, quiero que apenas salgas del trabajo vayas a casa. Yo llegaré en la mañana. ¿De acuerdo?
—¿Por qué?
—Es largo de explicar y no es prudente hablarlo por teléfono. Solo hazme caso.
—Está bien.
Otra vez un tono hosco. No había expectativas ni dudas en la voz de Cam. Este no era su marido, sino una especie de robot con su voz.
—Te llamo antes de salir.
—Estoy cansado y voy a dormir temprano hoy, pero puedes enviarme un mensaje.
—Cam, ¿qué mierda te ocurre?
A Dom no se le daba bien la paciencia. Además, no tenía idea de qué le molestaba. ¡No había hecho nada!
—Escucha, si hay algún problema...
—Todo está bien.
—Lo que sea que ocurra te prometo hablarlo mañana, ¿sí? Cuídate. Si algo te pasara, yo...
—Morirías sin mí. Ya me los has dicho.
No, en definitiva, estaba muy molesto por algo. Su Cameron, el chico que conocía, nunca lo trataría con tanto desdén. Su corazón latió firme y fuerte en su pecho. Dominic respiró profundo.
—Y lo voy a seguir diciendo porque es una verdad como un templo. Te amo, Cam.
Cameron dio un suspiro.
Dominic sintió un estremecimiento tan raro en el pecho. Parecía que la conversación era unilateral.
—No estés enojado.
—¿De qué hablas?
—Cam, te conozco —replicó—. Algo te molesta. Por favor, no es el momento, no cuando estoy tan lejos de ti.
—Estás imaginando cosas.
Dominic no era estúpido, pero desconocía cómo actuar en esa situación. No podía darle el lujo de actuar como rebelde sin causa.
«Te quiero para mí siempre».
Las avaricias y mezquindades propias del ser humano. Dominic en ese momento sintió que lo atravesaba por cada célula de su cuerpo.
—Te amo, Cam —repitió por enésima vez, por si al otro no le quedaba claro.
—Me están llamando, Dom. Hablamos después.
La comunicación se interrumpió en ese segundo.
Dominic se frotó la cara entre sus manos, desesperado por lo que vendría.
Su familia le había declarado la guerra en el momento más feliz de su vida. Dominic no tenía defensa. Estaba solo y lejos de su amor, de su punto débil, quien, al parecer, se mantenía indiferente con su sufrimiento. Estaba acorralado.
No podía atacar, no todavía. Primero, ellos tenían que dar el primer paso.
«Ellos».
¿Quién estaría al lado de Owen Callum para intentar destruirlo?
No iba a quedarse con los brazos cruzados ni esperaría al vuelo nocturno, esperanzado en un vuelo que quizá se cancelaría por mal tiempo, como venía sucediendo. Ya bastaba de dudas.
Se puso de pie y agarró su saco y las llaves del deportivo. Vería al condenado abogado de Theodor y pondría a la venta cada una de las propiedades y las acciones por migajas.
«Ni mierda. El que las quiera que las compre. Las estaré prácticamente regalando».
Era la única salida posible.
—Jared —habló con él mientras activaba el dispositivo manos libres en el vehículo.
—¿Qué pasa?
—Necesito un aventón a Ciudad del Cabo.
—¿Para cuándo?
—Para ayer.
—Vaya —rio—. Menos mal me avisas con tiempo.
—Jared —Dominic se rascó la barba—, no estoy para bromas.
—Vale —respondió su primo—. Solo dime cuándo y estaremos listos. Siempre lo estoy para la familia, para mi verdadera familia.
Esas demostraciones de afecto Jared no las tenía con nadie, excepto con Dominic, y eso era invaluable.
—Además, voy a contratar tus servicios.
—¿En serio? —indagó—. Carajo, por fin voy a patear traseros Callum.
—Pasaré por ti en este momento. ¿Estás libre?
—Algo así.
—¿Algo así? —Dominic puso los ojos en blanco—. Escucha, lo que estés haciendo puede esperar.
—No creo que a él le agrade mucho que lo deje con un orgasmo a la mitad.
Genial, Jared estaba con uno de sus amantes de turno.
—Entonces hazle una paja y termínalo. Voy por ti ahora.
—¡Mierda!
Dominic se humedeció los labios y salió del estacionamiento, tomando la autopista.
En diez minutos estaría en el departamento de Jared.
Más valía que él estuviera listo.
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DOMINIC - T.C Libro1 (Romance gay +18)
RomanceLa vida de Dominic Callum tiene sentido después de mucho tiempo. Un trabajo tranquilo como abogado de una importante compañía lejos del Londres que lo vio nacer, amigos grandiosos y su esposo, Cameron, el hombre que ha amado desde siempre, por el cu...