La habitación contaba con la misma iluminación y la belleza estética que el resto del lugar. Tonos blanquecinos y violetas. La cama era circular y había espejos en cada una de las paredes, brindándole más erotismo.
Raziel intentó dar un paso más allá de Dominic, y este lo sostuvo la mano, atrayéndolo hacia él.
—¿A dónde crees que vas?
—Espera, debo prepararme.
—No necesitas preparación —respondió con un gruñido sobre su cuello—. Quédate aquí.
—Un minuto, lo prometo —imploró.
Dominic emitió un suspiro.
—Está bien, te espero aquí. Solo no vayas a arrepentirte.
El muchacho le dio una sonrisa tierna. Dominic encontró en ella un deje de nostalgia.
—No, nunca lo haría. Eres un hombre muy atractivo. Y será un placer tenerte en mi cama.
Dominic tensó la mandíbula y lo llevó una vez más a su cuerpo, arropándolo entre su impresionante estructura.
—¿Sabes qué? Cambié de opinión —susurró, y asaltó su mandíbula con besos firmes.
Raziel asintió. Era imposible negarse a una petición de ese hombre. Su intensidad, la voz de mando que llevaba a los tontos mortales a caer de rodillas si lo pidiese. Dominic Callum era un dominador sin importar lo herido que estuviera.
La expresión «ángel» era una blasfemia, pero era lo que Dominic sentía cada vez que marcaba la dulce piel con besos y esquivaba sus labios, deseosos de encontrarse. El aroma a rosas y a vainilla endulzaba su paladar cuando dejaba besos húmedos sobre su cuello.
—Dominic...
Su voz era tan suave, cargada de un profundo deseo. Sus ojos lucían tiernos y puros. Dominic se sintió bien con esa mirada, con esa voz que le hablaba desde la ternura. Después de semanas sin un mísero contacto físico, tener entre sus brazos a semejante belleza era sin duda tocar el cielo.
Se olvidó por completo de que se trataba de un cuerpo de alquiler. Allí, en la penumbra, Raziel sería su amante. Decidió quitar de su mente el instinto y la posesividad, entendiendo que esa noche compraría horas de placer y nada más que eso. Dos desconocidos saciarían sus deseos carnales. Mejor dicho, un hombre apagaría sus deseos frente a otro, quien se ganaba la vida de ese modo.
Dejó a su mente a un lado, esa que le decía que actuaba de manera patética, que era mejor que esto, que él no necesitaba comprar sexo, y le permitió a su cuerpo hablar, sentir, tocar, degustar y todo lo que quisiese.
«Deseo sin pensamiento».
Rompió los límites de su mente y su estúpida fidelidad a un recuerdo que jamás regresaría.
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DOMINIC - T.C Libro1 (Romance gay +18)
RomanceLa vida de Dominic Callum tiene sentido después de mucho tiempo. Un trabajo tranquilo como abogado de una importante compañía lejos del Londres que lo vio nacer, amigos grandiosos y su esposo, Cameron, el hombre que ha amado desde siempre, por el cu...