El espacio en el baño era diminuto y las ganas de devorarse, enormes.
Cameron gemía mientras su amante, marido o como se llamara, succionaba sobre su cuello y lo empotraba con furia contra la pared.
—Carajo, guarda silencio —lanzó Dom antes de dar un chupetón sobre su garganta y volver a sus labios.
—No puedo, de verdad. Es imposible. Además, ellos saben a lo que veníamos.
A Cameron poco le importaba lo que Jared y los demás pensaran, no cuando este instante con Dom podía ser el último.
Las manos de Dominic presionaban sobre sus caderas. Su pene exploraba en su interior, buscando la próstata. Un golpe de electricidad sacudió el cuerpo de Cam cuando dio con ella. Y de inmediato embistió sobre esa zona. Puro instinto, sin razonamiento. Vivir el momento presente y que el resto se fuera a la mierda.
Era un lugar incómodo. Dominic era un hombre grande y Cam tenía una estatura media. Sin embargo, se las arreglaron para darse placer, incluso lo habrían hecho si estuvieran en un ataúd cerrado.
El pensamiento sonó como una humorada oscura en la cabeza de Dom cuando sintió su vientre caliente y húmedo y el interior de Cameron, que lo comprimía de un modo tan fantástico. Su exesposo se había venido. Sus piernas estaban flácidas por el esfuerzo. El hombre tuvo que sujetar el cuerpo deshuesado y dar estocadas firmes para derramarse en su interior. Cameron volvió a gemir cuando el pene comenzó a llenarlo de su esencia. Sus ojos desenfocados, los mismos que habían estado sobre el techo, fueron a los de Dominic, que tenía la tristeza tatuada en el rostro.
Era una locura.
Ambos sabían que lo que Dom intentaría sería una proeza. Llegar y convencer a esos hombres que estaban bajo el mando de Fritz que de pronto los ayudaran. No obstante, Cameron se entregó a ese plan. Y pidió ser lo suficientemente fuerte para soportar lo que viniera.
—¿Estás bien? —Dominic acarició su rostro y peinó el cabello, que se había adherido en su frente.
—Genial, como cada vez que te vienes en mí.
Era un loco descarado, y no iba a cambiar ahora.
Despacio, Dominic salió de su interior, y Cam puso los pies en el piso. Sus piernas temblaban, las mismas que habían estado bien abiertas y amarradas a la cintura de Dom.
—Te prometo que seré fuerte —susurró Cam.
Su hombre lo limpiaba como solía hacer cuando estaban en casa.
Dominic siempre se ocupaba de él.
El inglés guardó silencio y se subió el bóxer y el pantalón, dejándolo impecable.
—Ya eres fuerte. Me conformo con que obedezcas las órdenes de Aza y Jared.
—Jared es un tarado.
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DOMINIC - T.C Libro1 (Romance gay +18)
Roman d'amourLa vida de Dominic Callum tiene sentido después de mucho tiempo. Un trabajo tranquilo como abogado de una importante compañía lejos del Londres que lo vio nacer, amigos grandiosos y su esposo, Cameron, el hombre que ha amado desde siempre, por el cu...