El deportivo se estacionó en el garaje de la imponente mansión que había adquirido unos meses atrás. Una buena inversión, según su amigo Niek Alders, un empresario sudafricano al que conocía desde hacía varios años. Un complejo de mansiones con escasos vecinos, cámaras de vigilancia y seguridad privada. El mar casi se olía desde donde estaban y la vegetación frondosa le daba un marco de cuento de hadas a su hogar. La casa más próxima estaba a quinientos metros.
«Hogar».
Dominic le dio una sonrisa a ese pensamiento. Afirmó ambas manos sobre el volante de cuero del BMW mientras observaba el lugar en que pasaba cada día y noche junto al amor de su vida.
Sí, era afortunado.
Después de años de buscar una aguja en un pajar lo había conseguido, y nada podía estar mejor en su vida, como si viviera en un sueño constante. Amaba su trabajo, a sus amigos y sobre todo a su esposo con el alma.
Le echó un vistazo al reloj. Eran cerca de las siete de la tarde. Descendió del vehículo y se arregló el cuello de su impecable traje de tres piezas color azul marino, el mismo atuendo que derretía a cada mortal que pasaba cerca de él. Su cabello negro, con ondas formadas, ni muy corto ni muy largo, era perfecto y sus pestañas abultadas enmarcaban sus ojos negros similares a pozos sin fondo, oscuros como la noche, un bosque espeso en el que la luz del sol jamás llegaba. Su belleza era incomparable, del mismo modo que su nariz respingada y sus labios carnosos de un tono rosa. Dominic era lo más parecido a un guerrero celta con traje Armani. Músculos delineados, donde era muy fácil determinar dónde terminaba uno y empezaba el otro. Años de entrenamiento, de estudio de su propio temple, de su cuerpo físico y mental.
«Un guerrero nunca descansa, ni siquiera en tiempos de paz».
Las palabras de su abuelo resonaron en su mente cuando caminó hacia el interior de la mansión. Frunció el ceño y luego tragó saliva.
Había escapado de ese mundo oscuro hacía tanto tiempo.
Había huido del pesado legado de su familia. Lo había hecho, y jamás se sintió tan libre.
¿Por qué de repente las palabras de ese viejo soberbio volvían a su mente?
Dio un suspiro y apretó las llaves del auto para después guardarlas en su bolsillo. Se imaginó a ese hombre enorme, más grande que la vida misma, y a él como un joven dispuesto a liberarse el tenso collar de esclavitud alrededor de su cuello. Un collar de oro y diamantes, pero de esclavo, al fin y al cabo.
«Callum».
Su apellido era símbolo de honor y familia. Sin embargo, ¿qué lugar le daría cuando el deseo que emanaba de sus entrañas había vencido? Lo único que Dominic anheló toda su vida fue la libertad y el amor, y tuvo que abandonar todo para lograr ambas cosas.
—Amor, ¡estoy aquí! —Dejó las llaves en la mesa color blanco en la entrada y contempló la motocicleta que estaba en el frente de la casa.
«Silencio».
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DOMINIC - T.C Libro1 (Romance gay +18)
RomanceLa vida de Dominic Callum tiene sentido después de mucho tiempo. Un trabajo tranquilo como abogado de una importante compañía lejos del Londres que lo vio nacer, amigos grandiosos y su esposo, Cameron, el hombre que ha amado desde siempre, por el cu...