—¡Mamá!
El corazón galopaba en su pecho y las lágrimas surcaban el rostro mientras la mujer yacía en el piso a solo tres cuadras de su departamento. La gente se agolpaba, rostros desconocidos que habían sentido el disparo y se acercaban, azorados, frente a la macabra escena.
—¡Mamá!
Sus piernas pesadas, su alma en un hilo... El muchacho corrió sin descanso hasta llegar al cuerpo inerte de la mujer. La tomó en sus brazos y la apretó contra su pecho.
—No me dejes. Por favor, no me dejes.
Los ojos miraron al cielo. La mujer sabía que esos serían los últimos minutos con su hijo. El último contacto con un abrazo de ese muchacho que se merecía más de la vida que dolor y guerra. Había sido incapaz de dárselo, y ahora lo abandonaba.
—Espérame.
—Siempre, mamá, siempre.
Sus ojos quedaron fijos. El último aliento dejó a la mujer con una sonrisa calma a pesar de que su muchacho quedaba solo en el mundo.
Era fuerte, siempre lo había sido, capaz de superar cualquier cosa, inclusive a él mismo.
Dominic saltó de la cama, buscando hacia todos lados. Su mente intentaba asociar dónde estaba. No era su cama y no se trataba de su habitación. De repente, la razón entró en juego y su corazón se calmó.
Estaba en Londres, lejos de casa, pero eso no sería problema, ya que pronto regresaría a su hogar. Miró el reloj, que daba las siete de la mañana. Se sentó en la cama, rascándose la cabeza. El edredón estaba en el piso. Al parecer, en algún momento de la noche había sido invadido por el calor. Se puso de pie y se movió al baño. Dentro de un par de horas tenía la audiencia y debía lucir bien, bueno, como siempre.
Se recortó la barba con cuidado, se lavó los dientes y se puso crema en cada parte de su cuerpo. Se arregló el cabello con los dedos y buscó uno de sus trajes. Un traje de tres piezas color negro con una camisa del mismo tono, excepto por su corbata color lavanda. Bajó de la habitación y solicitó el alquiler de un auto. Desayunó té y tostadas en el restaurante del hotel. Sonrió ante esa comida.
«Ay, señor inglés, con su tecito en hebras».
La voz burlona de Cam llegó a su cabeza.
Comió las tostadas y bebió la infusión junto a un jugo de naranjas. Se observó el anillo Callum y en la otra mano el anillo de matrimonio.
Una ironía del destino. En realidad, tenía dos en sus putas manos.
Deseo y familia, deber y felicidad. Era tan fácil elegir y tan difícil al mismo tiempo.
Se levantó de la mesa y regresó a su habitación para buscar su maletín. Luego de eso, subió al coupé Mercedes Benz SLR McLaren color gris cobalto que ya lo esperaba. Dominic era estrafalario. Se dirigió a la mansión a las afueras de Londres. La campiña inglesa le trajo algunos recuerdos de su infancia, de tiempos turbulentos, pero que habían tenido destellos de felicidad. Aceleró en su magnífico automóvil, y la mansión comenzó a visualizarse a la distancia. Varios vehículos ya estaban allí. Dominic dio una respiración profunda.
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DOMINIC - T.C Libro1 (Romance gay +18)
RomantikLa vida de Dominic Callum tiene sentido después de mucho tiempo. Un trabajo tranquilo como abogado de una importante compañía lejos del Londres que lo vio nacer, amigos grandiosos y su esposo, Cameron, el hombre que ha amado desde siempre, por el cu...