Capítulo 2 La Nueva es mía

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Capítulo 2
La Nueva es mía

Alexander

Llegué a Londres al mediodía y fui recibido con una hermosa bienvenida de parte de mi padre. Lo primero que me dijo fue:
─ Te irás de una vez al internado ─no mencionó un "cómo la pasaste" ni "te extrañé, hijo". Nada de lo que un supuesto padre debía de decir al ver a su hijo después de mucho tiempo. Pero como lo único que al él le interesaba era la empresa, el negocio, el dinero y la fama, no hizo tal señal de afecto. Eso sin mencionar el hecho de que la empresa de mi padre era sobre una cadena de  centros comerciales alrededor de todo Europa.
Oh sí, el jodido era bien conocido a nivel mundial.
En total, eran 35 malls los que poseía.
"Una gran responsabilidad" me decía muy a menudo.
Y sí, era cierto.
Me dolía admitirlo porque hasta los quince años mi vida había sido de lo más 'genial'. Pero cuando cumplí los dieciséis, fui llevado al internado de Westminster. Y éso fue porque nos mudamos de París a Liverpool por cuestiones de negocios y para asegurar mi futuro en la universidad.
Se suponía que Westminster School era el mejor internado de toda Inglaterra, pero estaban las universidades Cambridge y Oxford. Esas aún no cuentan hasta el otro año porque este año terminaba mi educación media.
Sí, señores y señoras, este año iba a aplicar para entrar a una universidad.
Pasando de hablar de esas tonteras a algo más bueno, en otras palabras, yo. Me encaminé hacia la salida sin contestarle nada a mi padre. Luego, me subí al auto. Mejor dicho me subí en una jodida y lujosa limosina después de que mi padre dieta.
─ Tu ropa, uniforme y las demás cosas ya están allí ─. Empezó a decir con seriedad─. ¿Seguirás siendo el capitán del equipo de fútbol? Recuerda que una beca es muy importante para ti. No es que necesites entrar al equipo del Manchester City, Barcelona o cosas por el estilo, pero...
─ Sí, padre. Es importante ─agregué de mal humor─.  ¿Podrías dejarme llamar a Kristy?
─ Cierto, tu hermana se preocupa demasiado por ti. Pero entiéndela. Desde que tu madre... ─de pronto se calló. Bueno, tanto a mi padre como a mí nos afectaba hablar de ella. Hace 6 años que la perdí y todavía me dolía hablar de ello. Mi padre se sentía "culpable" en parte, pero yo sabía que no era así.

Después del momento incómodo, le llamé a mi hermana.
─ Alexito, mi niño ¿ya llegaste? ─ preguntó emocionada. ¡Cómo odiaba que me dijera Alexito! Le quitaba mucha masculinidad a mi ego como hermano y como hombre que era. Mi reputación era muy importante. Demasiado.
Pero con Kristy todo era una excepción.
Y así sería siempre. No podía ir en contra de ella o era mi fin.
─ Hermana por favor no te emociones. Ni siquiera me vas a ver. Ya voy para el internado.
─ ¡Lo sé! ─chilló─. ¿crees que no intenté salir de la compañía para ir a ver a mi bebé?
─ No empieces, Kriss.
─ El fin de semana vendrás a casa ─aclaró. No era una pregunta. No estaba en cuestión de qué pensaba yo o si en el internado lo permitirían. Yo iba porque iba y no había ley en toda Inglaterra que superara ese mandato.
─ Sí, allí estaré ─mascullé.
─ Eso espero. Bueno, te dejo. Estoy en una reunión con Didy y tú sabes cómo es él.
─ Está bien. Dile que lo extraño─ me reí y ella también.
─ Sólo lo ilusionas. Déjalo en paz ─rió ella. Didi era un gay tan gay pero demasiado gay que cualquier mujer le envidiaría si vieran todo el enorme closet que tenía. Tiene más ropa y zapatos que una tienda para chicas. Y tiene una elegancia y buen gusto por la moda que mi hermana lo convirtió en su mano derecha allí en la compañía. Pero mi punto era que yo fui su primer amor y mi hermana su mejor amiga desde la infancia. Nunca me superó y yo lo molestaba como no tienen idea. Era un jodido idiota que haría cualquier cosa por mí. Sólo porque me amaba.
Era todo un drama cómico que me causaba tanta risa pero que no se lo contaría a nadie a parte de mi hermana y él. Ni los chicos del internado lo sabían porque sería una vergüenza para mí y mi reputación como chico malo en el internado y bueno en la cama que era. Era un secreto ultra confidente. Nadie se debía de enterar nunca.
Jamás.
Cuando terminé la llamada, mi padre no dijo nada más y agradecí que así lo fuera. Al fin llegamos a Westminster y luego de varias cuadras, el internado o el colegio de Westminster se elevaba elegantemente sobre el lugar. Su toque gótico y episcopal le ayudaba a verse más de clase como colegio prestigioso que era.

Ángel de las almas -Trilogía Almas L1 -2da edición (en proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora