Capítulo 15.2 Entre el cielo y mi hermano (editado)

677 77 11
                                    

Capítulo 15.2
Entre el cielo y mi hermano (editado)

Daniel.
Daniel estaba aquí.
Daniel estaba frente a mí y era real. ¿O quizás era un sueño? Abrí y cerré mis ojos una y otra vez pero él seguía allí.
OPD.
Esto era real. Mi hermano estaba aquí conmigo y no era un sueño. ¡Que alguien me fuera a pellizcar, por favor! Bueno, lo iba a hacer yo misma.
─ ¡Auch! ─ gemí. Sí, era real.
─ ¿Piensas que no soy real, verdad?─Su voz. Oh, su ronca y profunda voz, ¡cómo la extrañaba! Moví mis alas muy despacio para poder retroceder y tener una mejor vista de él.
─ ¿Daniel? ¿En verdad eres tú? ─mi voz temblaba y mi cuerpo también.
─ Sí, lo soy, Sary ─musitó. Oh Jesús, hace mucho que nadie me llamaba por mi segundo nombre.
─ ¿Qué... qu... qué haces aquí? ─pregunté asustada.
─ ¿Qué? ¿No te alegras de verme? ─sonrió de lado y mostró uno de sus hoyuelos hermosos que yo siempre amé ver cuando veníamos a recoger almas juntos. El único problema era ése: sólo veía sus hoyuelos en el mundo humano debido a que no hay género ni sexo en el cielo. Éramos asexuales y sólo si pasábamos del cielo al mundo humano era que adquiríamos una forma humana. De lo contrario, sólo éramos como siluetas de luz con alas grandes y blancas; por eso mismo, yo disfrutaba esos momentos con él.
─ ¡Claro que estoy feliz de verte!─respondí entre confusa y alegre. El problema era que no sabía qué decir o hacer, de modo que sólo estuve moviendo mis alas con lentitud mientras lo contemplaba.
─ ¿No vas a preguntarme por qué vine a verte? ─inquirió. Yo negué con la cabeza. De sólo verlo me alegraba, pero el hecho de que estuviera aquí significaba que nada bueno podía haber pasado. En definitiva no quería saberlo.
─ En verdad no, Daniel. El hecho de verte me hace sentir muy feliz y viva. Hace mucho que ya no sentía eso dentro de mí ─le expliqué con sentimiento─. Así que no me interesa en lo absoluto.
─ Pues deberías ─ me advirtió─. Tú más que nadie sabe que mi visita no puede significar nada bueno.
─ ¿Por qué lo dices? ¿No son los ángeles los que traen las buenas nuevas? ─ironicé. Era más que obvio que ya lo sabía, pero el sólo hecho de haber venido a verme me había afectado mucho. ¿No podía darme al menos un respiro para asumirlo todo?
─ Ten cuidado con lo que dices, Saraí.
─ ¡No me llames así!─ le grité.
─ Y tú escucha lo que te voy a decir, Alma Saraí.─demandó con firmeza─. No quiero que vuelvas al cielo. No quiero verte allí de nuevo. No lo mereces. No después de lo que hiciste a mis espaldas.─ enfatizó la última oración con un dolor horrible que incluso yo lo sentí. Lo sentí como si fuera una espada de doble filo atravesando mi negro corazón.
─ ¿No quieres que regrese contigo?─ pregunté con tristeza y a punto de derramar mis primeras lágrimas desde hace miles de años.
─ No, lo que hiciste no tiene perdón para mí ─afirmó. Yo lo miré incrédula. No quería creer lo que estaba diciendo. Pensé que era una broma y que después iba a correr a mis brazos y hacerme girar mientras envolvíamos nuestras alas juntos y hacíamos un viaje agarrados de las manos por todo el cielo. ¡Dios, claro que quería eso! Pero él no se inmutó ni cambió su mirada seria sin ninguna pizca de arrepentimiento en ellos. Seguí observándolo en silencio hasta que me rendí y hablé.
─ Eres un ángel celestial, el perdón debería existir para ti─ las palabras salían como lijas dentro de mi garganta.
─ Yo no soy el Creador, Saraí. Yo soy un ángel celoso que odia a aquellos que no aman a Dios y tú preferiste amar a un simple humano que ni siquiera era judío o practicaba la ley. Era un gentil, un forastero idolatra y mujeriego que no merecía para nada la atención de un ser divino como tú lo eras. Te dejaste llevar por la lujuria ─y aún lo haces, te lo aseguro─, y mira el fin que has tenido, Saraí. No veo el cambio en ti. A pesar de todas esas cosas que has hecho y haces, te perdono. Eso no significa que cambie mi opinión al quererte a mi lado. En mi opinión, tú mereces ser juzgada como el resto de los caídos ─con cada palabra que decía, mi corazón se hacía pequeño y se estrujaba con mucho dolor. Todo aquel propósito por el que había luchado todos estos siglos se estaba desvaneciendo poco a poco. Las lágrimas empezaron a caer despacio mientras que las pocas fuerzas que tenía me abandonaban.
─ Para, por favor─ le supliqué.
─ Saraí, si tu único propósito es regresar al cielo por mí, por favor no regreses. No quiero verte allí. Pero si tu propósito es otro y lo logras, bienvenida seas al cielo pero no me vayas a involucrar en ello, por favor. No quiero ser tu motivación.
─ ¿No quieres ser mi motivación? ─pregunté satírica─. Pues para tu mayor información, idiota, tú no eres mi única motivación. El infierno apesta y nunca jamás me ha gustado estar allí. ¡Todos en el infierno lo saben! ¿Qué soy lujuriosa? Pues déjame decirte que esa es mi estúpida condenación. Tengo que seducir y atraer a mis víctimas. ¡Es repugnante lo que estás diciendo de mí!
─ No me refiero a tus víctimas, Saraí ─gruñó entre dientes─. Me refiero a las revolcadas que te das con el supuesto hermano que fue mi reemplazo y con los encuentros sucios que te das con el demonio de la lujuria. ¿Crees que no me he dado cuenta lo mucho que las disfrutas?
─ Oh por todos los cielos, Daniel ─contesté furiosa. Las lágrimas de tristeza ahora eran de enojo─. Soy un ángel caído, no puedo evitarlo. Pfff, además no es que esté metida en orgías o en actos de lesbianismo para que me estés reclamando por ello. Por lo tanto, mis aventuras son eventuales, no de todos los días. No soy un humano para que poder casarme y tener relaciones con alguien. Además, no es que yo me esté acostando con medio infierno como cualquier demonio lo hace; a lo más que puedo llegar es a la auto-satisfacción que hago de vez en cuando. Sin embargo, todas mis estúpidas relaciones no tienen que ser de tu importancia, idiota. ¡Agh, no puedo creer que esté teniendo este tipo de conversaciones contigo, joder!
Di grandes bocanadas de aire después de decirle muchas oraciones contiguas y tomar un segundo para poder calmarme.
─ Mira Saraí ─empezó a hablar pero no lo dejé continuar y le grité.
─ Deja de llamarme así, no soy más Saraí. Detesto ese nombre.
─ ¿Lo detestas porque te trae malos recuerdos de tu pasado? Pues que mal porque no te estoy llamando Alma como todo el mundo lo hace. Yo no soy igual que el resto, me debes respeto. Soy un ser celestial.
─ Sí, un ser celestial que viene a reclamarle a su ex hermana que deje de intentar salvar su culo porque no lo merece cuando muchos humanos están peor que yo y son perdonados todos los días de su vida. Pues bien, no te mereces mi respeto ni que te llame más hermano. Ahora, si ya terminaste, vete. Odio verte y te juro que por el gran Creador de los cielos voy a superar esta prueba y esta vez no va a ser por ti.
─ Recuerda que no se debe de jurar en vano, Saraí. Estás utilizando el nombre del Creador en algo que no sabes que vas a cumplir ─me regañó.
─ Oh por supuesto que lo voy a cumplir, ahora vete a la mierda ─le demandé furiosa.
─ No utilices ese vocabulario vulgar conmigo, Saraí. Y me voy sólo porque ya te dije lo que venía a decirte. Ahora me voy más tranquilo porque he hecho cambiar tu perspectiva como debía haber sido desde el principio. Cuídate ─me dijo. Sin decir nada más, se giró y se fue volando hacia arriba. Ninguna vez se giró para verme, sino que, se mantuvo firme hasta que desapareció por la atmósfera en el más allá del universo donde estaba el verdadero cielo. ¿Y yo? Bueno, yo como la tonta que era lo observé irse, y me quedé en esa posición hasta que mis lágrimas se agotaron y yo pude recuperar mi compostura para emprender mi vuelo de nuevo.
Una hora después, yo estaba en medio del parque Hyde volando sin rumbo fijo hasta que me fui a estrellar en un árbol y caí al suelo. Después de eso, seguí llorando sin parar hasta que Jezzy apareció frente a mí.
─ Ally, aquí estabas, cariño. Llevaba una hora buscándote y no estabas bajo mi radar. Estaba preocupada por ti ─se sentó a mi lado y me abrazó. Al sentir el calor de su abrazo, no pude hacer otra cosa más que llorar. Era como una estúpida niña llorando con aquel sentimiento profundo que tenía enterrado desde hace muchos años. Sí, era chillona, ¿y qué? Llorar no significa debilidad. Llorar significa liberación y fortaleza. Significa ahogar las penas que te consumen por dentro para levantarte y emprender un nuevo vuelo. Eso significa llorar, y por eso lo estaba haciendo. No iba a dejar que, lo que el idiota de Daniel me había dicho, me matara por dentro cuando yo podía tomar la decisión de seguir adelante sin volver a ver atrás. No, Daniel ya no iba a ser mi motivación para ir al cielo. Ahora, mi motivación era Alma Saraí Light Hole. Ella se lo merecía. Ella merecía una oportunidad más para estar con el Creador por la eternidad. Daniel ya no merecía más mi motivación. Alma, sí. Por eso, iba a luchar hasta el final y no iba a dejar que nada me decepcionara nunca otra vez. La motivación hacia mi hermano murió allá en los aires, y la patética conversación que tuvimos allá arriba iba a quedar entre el cielo y mi hermano porque de mi parte, esa conversación no existió jamás.
.
.
.

Narrador
El cielo estaba muy alegre y lleno de ángeles, arcángeles, querubines y serafines cuando Daniel entró por las grandes y majestuosas puertas del dichoso lugar. Todos estaban muy alegres y cantaban hermosas alabanzas en un precioso lenguaje angelical. Daniel sonrió al ver la paz y felicidad que flotaba por todos lados. Era tanto el gozo que él quería quedarse allí, en La Entrada de Júbilo, junto con todos ellos y unirse al grandioso coro, pero el deber lo llamaba. De modo que voló rápido y se paseó por los Jardines de la Felicidad, luego atravesó las Calles de Oro y las Moradas Celestiales junto al Mar de Cristal para luego pasar por el Lugar de Reposo donde las almas del Creador descansaban hasta aquel día en que el Creador lo decidiera y recogiera a sus almas y fueran a vivir con Él para siempre. Ese era el lugar que Daniel visitaba más seguido debido a que él era un Ángel de las Almas y aquí es donde él las transportaba para luego ponerlas en un sueño profundo. Sin detenerse en este lugar, Daniel siguió volando hasta llegar al Monte Santo. Después del Monte Santo estaba el Valle de Paz, después el Gran Comedor, los Campos de Amor y finalmente estaba el Castillo Celestial. Era un enorme castillo que nunca había sido construido por el hombre ni iba a existir tal majestuosidad ni en el cielo ni la tierra ni el mar ni mucho menos en las profundidades de las tinieblas donde Lucifer vivía. Era tan grande, majestuoso, potente y fino que ningún ojo humano podría describirlo. Dicho castillo era el lugar donde El Creador, Su Hijo y El Espíritu habitaban. Pero también era el lugar donde se llevaban a cabo las cuentas del mundo humano. Todas las acciones, decisiones, pensamientos y pecados eran controlados allí. Ningún humano se podía escapar de ello y por eso, había un ángel encargado para cada persona para poder controlar sus acciones con detenimiento. No era que el Creador no supiera lo que los humanos hacen o piensan, pero el Creador era ordenado y por eso mejor dejaba que sus ángeles pudieran anotar todo en los Libros de Acciones y en el Libro de la Vida. Todas esas cosas se llevaban a cabo en ese castillo. Y Daniel entró allí. Subió todos los infinitos pisos hasta llegar al más alto de todos. Tres tronos grandes ocupaban todo el gran salón. Ninguno de ellos tenía fin con respecto a su altura y en el de en medio era el único ocupado.
─ Padre ─saludó Daniel con honor, respeto y reverencia. Se inclinó en el suelo y mantuvo su cabeza gacha con la vista puesta en el suelo─. He hecho lo que usted me pidió que hiciera, y aunque no fue una cosa fácil de hacer, lo he hecho conforme a su voluntad. Pido su perdón por mezclar mis sentimientos con el deber.
─ No te preocupes, Daniel. Has hecho bien ─respondió el Creador con voz potente pero con un toque suave en él. Era una voz autoritaria que cualquier persona e incluso un ser espiritual temería al escuchar, pero a su vez, era una voz llena de amor y consuelo que podía tranquilizar un corazón afligido.
─ Gracias mi Señor. Alabo su nombre por los siglos de los siglos. Pero, mi Señor, usted más que nadie conoce lo que pienso y lo que siento y no quiero que Saraí perezca. Ojalá que yo ya no sea una piedra de tropiezo para ella y pueda ver la luz como debe ser ─susurró el ángel.
─ Quédate tranquilo, Daniel. Lo hecho, hecho ya está. Ahora, ve y sigue con tu trabajo. El resto ya no depende de ti, depende de ella. Recuerda que para ganarse el cielo, nada va a ser fácil. Por lo que Alma Saraí necesita pasar por fuego desde el día de hoy. Le he quitado lo más difícil que es su trabajo, así que ahora depende de ella si quiere su salvación o no. Vete tranquilo, Daniel. Y vive tu vida con plenitud.
─ Así sea, Señor. Me voy y que su Nombre sea alabado por la eternidad. Amén.─Al terminar estas frases, Daniel, sin levantar su rostro, se retiró del lugar y regresó a trabajar confiando en que su hermana por fin podría avanzar a la verdadera prueba de fuego que tenía por delante.

Espero que os haya gustado y perdón por la tardanza. He estado un poco estorbada de salud, pero he escrito el capítulo lo más pronto que he podido.
Gracias por leer ^ω^
No olvidéis votar ni comentar, por favor. Han estado muy callados y no sé lo que pasa por vuestras cabezas. Por muy pequeño que sea vuestro comentario, por favor, decidlo. Es muy bienvenido.
Gracias de nuevo y nos leemos en el próximo capítulo.
Besos,
Jess ❤

Ángel de las almas -Trilogía Almas L1 -2da edición (en proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora