EXTRA- UN PASADO OSCURO (editado)
Nota de la autora:
El siguiente capítulo contiene un poco de contenido maduro no tan detallado, y si lo leen es bajo su propia responsabilidad.
1230 A.C- Dinastía del Faraón Ramsés el Grande
Una sonrisa inocente salió de los labios Alma. En estos días calurosos, a ella le gustaba venir al Río Nilo y sobre todo ver a los humanos bañarse con alegría. Los niños corrían de un lado a otro mientras que las mujeres hablaban con ahínco sobre las faenas de la vida egipcia. Sin importar lo mucho que Daniel le hubiera reñido sobre no venir a tales lugares paganos, ella se escapaba para ver la felicidad de estas personas mundanas e idólatras que eran ignorantes del precioso conocimiento de Su Creador Dios.
─ Ojalá Dios pudiera ofrecerles una mejor vida a estas personas paganas. No, ¡Qué estoy diciendo! Mi Creador es bueno, y yo sé que un día, Él salvará a todas estas personas inocentes. Él tiene un plan perfecto para todos ─se movió un poco más al lado oeste donde se encontraba el palacio del Faraón para poder seguir volando sobre las aguas sin ser vista por nadie. Cuando se encontró cerca del palacio, se detuvo al escuchar unos gemidos.
─ ¿Estará alguien en problemas? ─se preguntó así misma al escuchar tales sonidos. Como toda una chica curiosa que era, se movió por el lado de los juncos hasta encontrar el origen de ellos. Mientras se acercaba hacia el lugar, escuchó un gemido masculino muy ronco y sensual que jamás en su vida había escuchado. Un leve sonrojo apareció en sus mejillas y en su grata pureza, ella nunca había presenciado lo que hoy estaba por ver.
─ Ohhh... Nassor, mmmme voy a correr ─decía una dulce voz en agonía.
─ Córrete para mí, princesa Bintanat ─le urgía la voz masculina. Los ángeles del cielo tenían prohibido ver tales actos íntimos y sagrados entre parejas porque El Creador así lo pedía. También era prohibido mezclarse entre humanos y mucho menos acercarse a alguien y tener algún tipo de relación con ellos. Era una abominación para Jehová. Ese no era el propósito por el cual los había creado. Pero a la ingenua Alma le ganó aquel fisgoneo en su corazón que la hacía sentir cosas que nunca había sentido antes. Los gemidos se hacían casi entrecortados y más rápidos de lo normal y a Alma le empezó a hormiguear su entrepierna y quiso huir.
─ No debo tener estos sentimientos─se recordó así misma─debo irme de aquí antes de que...
─ ¡Queridos dioses del amor, esto debe ser el paraíso!─musitó con deleite la voz femenina.
─ Mi princesa, me vengo... debo salir tu estrecho cuerpo o...
─ ¡Noooo! ¡Te quiero dentro de mí!─le rogó con desesperación.
─ Pero tu padre...
─ Ramsés no se dará cuenta. Dormiré con él hoy como lo hice ayer, Nassor. Él no se dará cuenta, por favor ─le imploró casi al borde del llanto.
─ Como diga su Alteza ─susurró con autosuficiencia. Las embestidas se escuchaban más fuertes cada vez y los gemidos se hicieron alocados. La curiosidad de Alma ganó y ella se animó para ver la situación bochornosa. Dos cuerpos desnudos estaban moviéndose con un delicioso vaivén en el suelo sobre unas mantas finas cuando los vio. En ese momento, Alma sintió un terrible sentimiento que la asustó demasiado. No debería estar viendo esto bajo ninguna circunstancia, pero lo estaba haciendo. Una mano suya se movió a su monte de Venus por inercia, y sin saber lo que hacía, ella tocó esa parte que nunca debía haberse tocado en primer lugar. Un minuto después, ella reaccionó y dejó de tocarse.
─ Esto no debe de estar pasando─se lamentó. ¿Qué podía hacer ante tales circunstancias? Huir. Eso debía de hacer, pero no lo hizo. Un grito devastador pero lleno de placer rodeó el lugar al escuchar como ambos se corrían con placer.
─ Oh, queridos dioses de la fertilidad, quiero que el cuerpo de este hombre sea mío por completo. Eres tan celestial como las cortesanas lo dicen ─admitió la joven muy satisfecha.
─ Me alegra escuchar elogios de mi princesa, gracias ─le dijo rodeando sus brazos en la pequeña y delgada cintura de la joven.
─ Quiero repetir ─le exigió.
─ No hay otra cosa que quiero hacer contigo que poder hacerte el amor otra vez, mi princesa, pero Ramsés la ha de estar buscando. Vaya con él ─le besó su frente para después salir de su estrecha vagina y luego pararse. Una repentina exclamación de asombro salió de los labios de Alma. El hombre tenían un buen paquete y un hermoso cuerpo que a Alma le hizo sentir un suave cosquilleo entre sus piernas y todo su cuerpo.
─ ¡Dios bendito! ¿Pero qué hago yo viendo semejante cosa? ─se reprendió así misma. Pero ni aun así pudo moverse y siguió viendo la belleza humana de ese hombre.
─ Nassor, por favor ─le pidió. El musculoso joven la ignoró y empezó a ponerse sus vestiduras. Nassor era el capitán del ejército del Faraón, por lo tanto, sus vestiduras eran de pulcra tela y de preciosas joyas que le adornaban.
─ Hay órdenes del Faraón, debo irme ─le dijo cuando se terminó de vestir.
─ ¿Te vas así nada más? ─demandó furiosa.
─ Si me quedo aquí contigo, voy a querer hacerte mía otra vez, mi princesa. Debo abstenerme de hacer eso. Te veo luego ─sin voltearse a mirarla, dejó el lugar con paso firme.
─ En estos momentos son los que me gustaría ser una plebeya y tenerlo conmigo ─comentó frustrada la princesa. Se levantó del suelo y empezó a vestirse con sus ropas elegantes hasta ponerse su corona y marcharse del lugar también mientras Alma se quedó allí viendo las sábanas donde los dos amantes se habían entregado por completo.
─ Me gustaría saber qué se siente hacer algo como eso─susurró pensativa. Dándose cuenta de lo que acababa de decir, se volvió a amonestar por los pensamientos egoístas que atravesaban su mente.
─ Soy una criatura del Creador, no he sido hecha para estas mundanalidades pasajeras. No quiero volver a pensar en ello. Soy solo una ángel de las almas escogidas y así debe seguir siendo. Dios, perdona por haberme descarriado de mi camino ─pedía con insistencia. Después de asegurarse que todo estaba bien, regresó al cielo donde su hermano le esperaba.
─ ¿Dónde has estado, Alma? ¿Otra vez viendo a los humanos impíos? ─le riñó. Ella asintió triste. No podía mentirle a su hermano ni a nadie.
─ Lo siento, hermano. Es sólo que me gustaría que un día ellos se salvaran también, no sólo el pueblo escogido de Dios. Siento pena por ellos ─le comentó con voz lamentable.
─ Alma, ya te lo he dicho muchas veces. Eso no nos incumbe. Nuestro trabajo es traer a las almas escogidas aquí y hasta allí. No debes meterte en los asuntos de Dios ni de los humanos. Eso le corresponde a otros ángeles. No pienses más en eso. Tu compasión es en verdad admirable, pero no quiero que te metas en problemas por eso, ¿de acuerdo? ─él la abrazó con ternura y ella sólo asintió.
─ De acuerdo ─le contestó, pero ella no logró sacar de su mente aquel morboso evento que le cambiaría su vida para siempre.Okay, chicos. He publicado un poco sobre el pasado de Alma. Poco a poco se darán cuenta cómo es que ella perdió su potestad como ángel celestial. Gracias por leer :3
Sus votos y comentarios son muy anhelados por su escritora. Se les agradece por su opinión también.
Jess 😚
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Ángel de las almas -Trilogía Almas L1 -2da edición (en proceso)
Fantasía¿Alguna vez has visto una chica tan hermosa y perfecta que hace babear a todo chico que se atraviesa? Parecería un milagro poder tenerla y acostarse con ella... Hasta que te das cuenta de su verdadero ser. Grave error de mi parte. Derechos Reserva...