Capítulo 17 Miedos (editado)

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Capítulo 17
Miedos (editado)

Alma

Desde el momento que había propuesto confiar en mí misma y olvidarme del idiota de Daniel, las cosas iban mejorando en un principio. Mi primer obstáculo, lo había superado. Adiós a la lujuria, adiós al sexo, adiós a la pornografía. Era una ventaja no tener que seducir a las almas condenadas y el único obstáculo que me quedaba era Luke. De modo que desde el minuto que los gemelos empezaron a pelear por mi colección XXX, yo decidí irme. De todas maneras, no se darían cuenta de mi existencia hasta que se hayan decidido por todo. Di un chasquido e inmediatamente me arrepentí de ello. Y me arrepentí por dos cosas: la primera era porque no tenía permitido usar mis poderes, y segundo porque lo que vi, no me gustó para nada.
Luke estaba teniendo sexo con una niña virgen.
Asqueroso.
Sucio.
Sin embargo, en esos instantes ya no podía irme para volver a usar mis poderes. De modo que me puse de manera invisible y observé con total repugnancia como la pobre niña perdía su inocencia con el mismo demonio de la lujuria. Las pobres que perdían su virginidad con él, quedaban marcadas para siempre y su inocencia jamás volvía. Se volvían adictas al sexo y luego venía la parte donde Tiffany trabajaba y las hacía totalmente perras. No quiero ni imaginarme el fin de esta pobre chica. Ese horrible pensamiento me condujo a mi horrible pasado oscuro, y de cómo yo perdí mi inocencia desde aquella vez que yo vi un acto sexual en mi vida santa. Ese día, yo había pensado, de una manera tonta, que ese acto era lo más bonito que una mujer podía tener y que todos debíamos de tener derecho a poder participar en ello. Pero eso fue después de ver a ese mal nacido que arruinó mi vida, pues previo a ese día, yo sólo pensaba que era un acto sagrado y digno sólo para los humanos. Sin embargo, ese día en Egipto, mi perspectiva cambió y yo fui un ángel corrupto, pero nunca llevé a cabo mi plan hasta dos meses después. Y ese mismo día, yo fui condenada y enviada al jodido infierno de mierda. El Creador fue paciente conmigo y me dijo que desde un principio sabía lo que hacía pero tuvo había la esperanza de que yo un día podía cambiar. Vaya decepción la que se llevó.
Sin embargo, Él decidió darme otra oportunidad y aquí estoy yo rompiendo una de las reglas sagradas. No ver actos sexuales. Pero como todavía seguía siendo un ángel caído, no podían castigarme por ello. Ahora bien, por haber usado mi chasquido si me iban a castigar. De eso estaba segura.
─ Bebé, aguanta sólo un poco más ─la voz de Luke me trajo al presente. Miré asqueada cómo la chiquilla esa se corría y gritaba como gata en brama. Luke sonrió satisfecho y luego me vio a mí y me apagó un ojo. Le di una mirada asesina y con el dedo lo llamé para que viniera al baño.
Entré al baño y al minuto él estaba a mi lado.
─ ¿Me buscas, nena? No pensé que...
─ Antes de que digas cualquier tontería, no, no he venido a eso sino a decirte lo contrario. No más aventuras contigo. Después de haberme encontrado con mi hermano, mis perspectivas han...
─ Un momento, Ally ─me interrumpió─, ¿te encontraste con tu hermano?
─ Sí, pero no te preocupes. Fue un idiota como tú me habías dicho. Me echó en cara todo mi pasado y me pidió que no regresara a casa si lo hacía por él.
─ Hijo de...
─ No, tú tampoco irás a romperle la cara, Luke. Si en verdad quieres ayudarme, señor lujurioso, por favor no me busque para encuentros de amorío. ¿Entiendes? Quiero cambiar de verdad y...
─ Irás contra las leyes del señor Lucifer, Alma. No te recomiendo que lo hagas. Es tu naturaleza el tener encuentros casuales conmigo o con Marcus. No eres ni siquiera un humano para que estés diciendo que vas a cometer pecados.
─ Tú no lo entiendes, Luke ─exclamé furiosa.
─ ¿Ah, no? Explícame entonces ─me miró de una forma retadora y elevó una ceja.
─ Todo el mundo sabe que soy diferente y no creo que tú seas la excepción. Y tienen razón, no lo voy a negar. Odio estar en el infierno como en este jodido mundo. No fui hecha para estos lugares, pero por alguna razón tonta yo terminé aquí. Me arrepiento mil veces de haber ido ese día a Egipto y me arrepiento no haber cambiado durante todos esos años. Le rogué al Creador para que me diera otra oportunidad y aunque no la merecía, Él me dio una. Y no he aprovechado esa oportunidad hasta este día que mi hermano me vino a ver. No fue hasta hoy que me di cuenta de lo estúpida que he sido.
─ Alma, si ya acabaste de decir toda esa mierda sobre irte de nuevo para allá arriba, me puedo ir. Tengo una un trabajo que no he terminado. Sabes, me acosté contigo porque me dabas lástima, nena. Pero ahora, me das más pena ajena. Tú no te irás del Infierno como estás pensando. Muy bien, no más sexo contigo. Tú te lo pierdes no yo. Además, Jezzy es mejor que tú en la cama. Iré de inmediato a su cuarto después de terminar con esta futura puta.
─ Imbécil ─gruñí y sin pensarlo dos veces le di un puñetazo en la cara y me fui caminando del lugar hacia la puerta, hecha una furia. Y yo pensé que era mi amigo y lo único que le importaba era corromperme más en este mundo oscuro de la lujuria. Idiota.
Cuando salí del cuarto de ese imbécil, me fui corriendo el pasillo de las habitaciones de los chicos de Grant para salir al exterior.
Ya en el jardín Dean, tranquilicé mi respiración y dejé ir toda mi furia contra un árbol. Estúpido árbol.
Quería derribar el tronco con mis propias manos sobrenaturales, pero por amor a la naturaleza ─y porque era el árbol donde Alex me había arrinconado─, no lo hice. Me senté bajo el árbol e hice un puchero mientras pensaba qué hacer. Me tiré al suave pasto y recosté mi cabeza en mis brazos.
Estúpidos ángeles caídos.
Malditos calenturientos.
Y yo también lo era, y la ironía de todo eso era que dentro de mí no quería dejar de disfrutar de ese buen placer, pero en definitiva era más importante mi vida y mi podrida alma que quizá un día pueda ser restaurada. Ahora tenía esperanza. Mi esperanza era Alex.
Alex... ¿Qué podría hacer con él? ¿Qué podría hacer ahora que en verdad iba cambiar? ¿Podría ser seguro acercarme a él? ¿Sería bueno si le decía la verdad sobre mí? ¿Cómo reaccionaría si le digo sobre mi verdadero ser? Lo mejor era averiguarlo. Sí, podría ir a decírselo en este día que aún estaba en el hospital. Y ahora más que nunca me importaba un cuerno si me castigaban o no en el infierno. Iba a decirle todo. Di un chasquido rápido y reaparecí en el hospital de una manera invisible. Me encaminé hacia el cuarto de Alex sabiendo que no tardarían en venir por mí. Sin pensarlo dos veces abrí la puerta y entré.
─ Alex ─susurré. Alex estaba sentado en la cama viendo la TV cuando se giró para verme. Una expresión de asombro cruzó por su rostro, pero después sonrió de lado.
─ Ally, vaya que sorpresa. ¿Qué haces aquí, nena? ─terminé de llegar a su lado y él sin pensarlo dos veces, me tomó de la mano.
─ Alex ─volví a decir.
─ Vamos, beba, dime ¿qué te pasa? ─lo abracé con ternura y él me miró con un cariño sincero. Vi cómo su alma se llenaba de un suave color rosa mientras me daba afecto con su abrazo. En verdad me quería. Su alma no podía mentir. Pero no sólo vi eso, también vi a su ángel guardián mirándome receloso. Por lo general, ellos no se mostraban ante nadie y su trabajo era sólo cuidar de ellos, por eso, en las veces pasadas no se había mostrado ante mí. Ahora que vio que lo había puesto en peligro varias veces, él se mostró ante mí. No lo culpaba. Él podía sentir el peligro emanando de mí, pero yo solo negué con la cabeza y le conté lo que venía a hacer.
"Déjame decirle. Prometo que no le haré daño y si lo hago, te doy el permiso de detenermele pedí.
"No confío en ti, pequeña demonio. Fuera de este cuarto".
"No lo haré. Él tiene que saber lo que soy. Tú debes saber que él es mi salvación. Prometo que cuando vengan por mí, no dejaré que lo toquen y tú debes decirles que tú le borrarás su memoria. Por favor, no me queda mucho tiempo".
"Está bien, pero de aquí no me muevo y no me importa lo que mi presencia le haga sentir a tu vida. Sé que me temes, lo veo en tus ojos. Y sí, también sé que él es tu salvador. Pero, adelante. Dile".
" Gracias por todo. Prometo regresar ese favor con cuidar su vida como tú lo haces"
"Sólo dile" gruñó. Yo asentí y me giré hacia Alex.
─ ¿Por qué estás tan callada, nena? ¿Qué te pasa? ─me preguntó.
─ Sólo déjame estar así un minuto más ─le rogué. Él me apretó más contra su cuerpo y besó mi cabello. Pero cuando hizo esa acción, se quejó de dolor. Maldición, se me había olvidado que estaba herido. Quise zafarme de su agarre, pero él no me dejó.
─ Lo siento. Se me había olvida...
─ Shhh, no importa, bebé. Tómate tu tiempo. Sé que vienes a decirme algo, lo sé porque tus ojos hermosos me lo dicen todo. Estás asustada, ¿verdad? ─dijo con su voz compasiva. ¿En serio era como un libro abierto? ¿Fui tan fácil de leer?
─ Sí, lo admito. Estoy asustada. Muy asustada ─reconocí─, muy pronto vendrán por mí unas personas que son muy malas y que no tienen compasión de nadie. Por eso, he llegado a la conclusión de que tú debes saber quién realmente soy. Te lo diré todo.
─ ¿Todo? ¿En serio eres...asesina? ─vi cómo el miedo atravesaba sus ojos. Yo suspiré con tristeza, pero negué con la cabeza.
─ Sólo no quiero que te asustes, Alex, por favor. Ésto es difícil de decir para mí e incluso si te lo digo, ellos vendrán y querrán borrar tu memoria ─comenté triste.
─ ¿Qué? ¿Entonces sí eres un extraterrestre besable? ¿Vendrán los hombres de negro a borrar mi memoria? ─lo dijo de una manera tan infantil que no pude evitar reírme a grandes carcajadas.
─ No, Alex, no soy una extraterrestre ni mucho menos vendrán los hombres de negro ─traté de imaginarme a Lucian matando cucarachas gigantes y la escena me pareció cómica. No sé de dónde sacan tanta estupidez los humanos.
─ ¿Y entonces qué? ¿Eres mafiosa? ¿Un hada? ¿Una vampiro? ¿Una hechicera?
─ ¡Ya, para! Deja de decir tantas tonterías y déjame hablar, Alex. No tengo tiempo ─le reclamé.
─ Lo siento, beba. Sólo quiero prepararme para ello. Estoy un poco... espantado... lo confieso ─me dijo apenado. Yo sonreí y acerqué su rostro al mío.
─ Es natural que lo estés. Todas las personas deben de estarlo. Yo provoco esa sensación de miedo en ellas, pero quiero que sepas que no te haré daño, Alex. Haré lo que esté en mis manos para que así sea.
─ Entiendo ─contestó en un susurro. Me miró a los ojos y esperó a que yo hablara.
─ Yo... yo soy... soy un ─tragué saliva y me animé a mí misma a decirlo.
─ Ally, lo que sea que seas, lo voy a aceptar y prometo no asustarme. ¡Vamos, soy un hombre que no le teme a nada! ─bromeó. Intenté sonreír pero fallé en hacerlo.
─ Bien. Lo diré. Yo soy un ángel caído. Un ángel de las almas ─susurré. Con vergüenza recosté mi cabeza en su hombro y dejé que él asimilara todo.
─ ¿Qu... qué eres? ¿Ángel? ¿Caído? ¿Ángel de las almas? ─repetía con asombro. Vi cómo su alma se empezaba a turbar y se hacía de un gris tormentoso. De inmediato me alejé de él y me puse en el otro lado de la habitación.
─ Alex, cálmate. No te haré daño ─le aseguré. Si su alma seguía turbada, él podría ser presa fácil para mi demonio.
─ Estoy bien ─me dijo tratando de estar calmado pero sin poder lograrlo.
─ No debí habértelo dicho─ lamenté─. Si me odias, dímelo.
─ ¿Qué? ─demandó.
─ ¿Soy tan repulsiva? ¿Doy tanto miedo para ti? ─pregunté triste.
─ No, Ally, no es eso. Yo... tú... quiero decir... es que todo es tan difícil de asimilar... y yo pensé que ya conocía el infierno ─se lamentó.
─ ¿Quieres que me vaya y me aleje de ti? ─musité con dolor.
─ Para nada. No, Ally. No quiero... yo... no quiero perderte pero ¿de verdad no me harás daño? ─preguntó tímido. Yo asentí.
─ Al menos que me beses en la boca, sólo entonces me es difícil poder controlarme a mí misma. De lo contrario estás a salvo.
─ Entonces sí tienes una boca homicida ─ironizó. Yo sonreí de lado y le dije:
─ Eso te enseñará a no andar besando chicas lindas. No soy la única que anda por allí. Los demonios sí existen y déjame decirte que son mucho más peores que yo. Yo no soy nada comparada a ellos y he allí la razón por la que vine, Alex ─comenté nerviosa.
─ ¿Ah sí? ¿Tengo algo que ver en todo esto?
─ Sí, tú, mi querido Alex, eres mi salvación. Antes, yo fui un ángel del cielo pero por un error que cometí fui condenada a una maldición que yo odio con todo mi corazón ─enfaticé cada palabra que decía con una profunda aberración que quería golpear algo cerca de mí. Aun así me contuve y seguí contando la historia.
─ Sigo sin entender qué tengo que ver yo en toda esta situación─volvió a decir con aquel tono frío que no me empezaba a gustar para nada.
─ Te lo diré sólo si me prometes que pase lo que pase, me creerás─le pedí. Él se encogió de hombros y me miró sin emoción alguna.
─ ¿Hay algo más peor que enamorarse de un demonio?─preguntó.
─ Sí, hay algo peor que eso ─le aseguré.
─ ¿Qué es eso?
─ Que un demonio se enamore de un humano cuando este sabe que no hay futuro para ambos ─musité triste. Él me miró con dolor en sus ojos pero no dijo nada.
─ ¿Es esto peor que la tragedia griega? ¿Cómo me pude enamorar de ti, Ally? ¡En tan solo seis días, joder!
─ Es la misma estúpida condenación, Alex ─repliqué molesta.
─ ¿Qué? ─inquirió sorprendido.
─ Está escrito en los planes del Creador que tú y yo nos íbamos a enamorar, y si tú me salvas de mi condenación, yo dejaré de ser un demonio y el Creador redimirá mi ser y volveré a ser un ángel celestial.
─ ¿Yo soy tu salvación? ¿Cómo un tonto humano como yo puede salvar a un ángel caído cuando no puede librarse ni del mismo diablo que es su padre? ─inquirió molesto y dolido. Escucharlo hablar de su padre, me dolió porque sabía que había algo que él me estaba ocultando y que no me quería decir.
─ Te aseguro que tu padre no es el diablo, Alex. El señor Lucifer es mil veces más aterrador de lo que piensas.
─ Ally, ¿crees que no lo sé? ¡Por supuesto que el diablo ha de ser mucho más horrible que mi padre! Pero eso a mí no me importa. Me importa saber ¡Cómo diablos puedo salvarte! ─vociferó. Las lágrimas salieron rodando como cascada por mi rostro al escuchar sus palabras.
─ ¿Quieres salvarme? ─pregunté confusa. ¿Acaso ya no me tenía miedo? Era imposible entender a los humanos, pero saber eso sólo me hizo feliz.
─ Lo quiero, beba. Lo quiero porque de ese modo podré besarte sin escrúpulos y hacerte mía para siempre. No importa si es una jodida maldición lo que me ha hecho enamorarme de ti, sí, me vale una mierda eso. Ven acá, bebé. Quiero abrazarte a pesar del miedo que mi alma te tiene ─expuso de manera valiente. Yo observé su alma de nuevo y vi que ya no era de un gris oscuro, ya no más. Su alma había adquirido ese color verde pálido mezclado con un poco de gris plateado que indicaba que había esperanza y comprensión en él. Corrí a sus brazos y me dejé envolver en ellos. Iba a decirle cuánto lo amaba cuando Lucian y uno de los capitanes del ejército infernal aparecieron. Por instinto, me coloqué frente a Alex y él me vio confuso. Era obvio que no los veía. Moví el rabillo de mi ojo para buscar al ángel guardián de Alex en busca de ayuda.
─ Señorita Ally, creo que ya sabe por cuál razón hemos venido a este lugar tan mundano como lo es el hospital ─siseó entre dientes.
─ Sí, Lucian. Lo sé ─respondí con el mismo tono huraño─. Alex, aquí están las personas de las que te hablé. Muy pronto no recordarás nada de lo que te dije, pero espero que tu alma te lo recuerde en algún momento.
─ No los veo, Ally ─exclamó afligido.
─ Y no nos verá, querida. Al menos que quieras que sea de la otra forma.
─ No será necesario, Lucian. Llévame. Estoy lista ─le dije decidida. Me giré para ver al ángel guardián y pedirle que hiciera el favor de antes.
" Ustedes, demonios, fuera de esta habitación. Yo me encargaré de borrar sus recuerdos" les indicó molesto. Lucian asintió de mala gana y le hizo una señal a Ares, el capitán que le acompañaba. Este demonio me tomó del brazo de una manera repentina que ni siquiera pude ver cuando sacó el látigo y lo enrolló en mis muñecas. Yo gemí de dolor, pero sin importar eso, yo vi a Alex por última vez y él solo me veía confuso.
─ Ally... ¿qué está pasando? ¿Qué te están haciendo? ─demandó. Quiso levantarse de su aposento, pero yo negué con la cabeza.
─ Estoy bien, Alex. Duerme, por favor y trata de no olvidar lo de este día. Espero que haya valido la pena haber dicho todo.
─ Lo valdrá, Ally. Sólo dime lo que está ocurriendo, por favor ─me pidió afligido.
─ El idiota ya se enamoró de ti ─observó divertido el imbécil de Lucian. Yo ignoré su comentario y le dije adiós a Alex. Después de eso, desaparecimos del lugar y reaparecimos en el Infierno mismo, en la sala de Juicios Infernales.
─ Jefe, iré por mis otros dos soldados como usted me lo pidió ─anunció Ares. Lucian asintió despreocupado. Su mirada se posó en la mía y me vio con total descaro.
─ Cambiaremos esa ropa informal por un precioso vestido negro para el juicio, Almita ─comentó con picardía. Dio un chasquido y de inmediato estaba desnuda ante él.
─ Eres un mal nacido ─refunfuñé. Pasó su mano por mi cintura y por mis pechos y después cerró sus ojos.
─ Ummmm, hace mucho que no tocaba tu delicioso cuerpo, Almita. Eres exquisita ─gimió. Si tan sólo no estuviera atada... tal vez podría darle en sus infernales bolas y...
─ Señor, Marcus y Jezabel se han enterado y vienen para acá ─la voz de Luke me sacó de trance y me giré para verlo. ¿Él fue un traicionero todo este maldito tiempo? ¡Oh, no! Ahora quería aplastar otro par de bolas.
─ ¡Estaba en mi mejor momento, Luke! Pero bien, iré a detener a esos idiotas, vístela ─le ordenó. El imbécil sonrió satisfecho y asintió con la cabeza para después ver observar a Lucian irse.
─ Sería bueno disfrutar de tu cuerpo una vez más, nena ─dijo mordiéndose el labio.
¡Asqueroso! Ahora que se estaba convirtiendo en su verdadero ser demoníaco no me gustaba en lo absoluto. Quería salir huyendo de allí.
─ Aléjate de mí, imbécil. Vísteme ahora ─le exigí. El idiota me ignoró y me jaló a un rincón de la sala para poder poner mis atadas manos y mi desnudo cuerpo contra la fría pared de granito. Gemí de dolor al sentir como abría mis delgadas piernas y metía sus asquerosos dedos dentro de mí.
─ Córrete una vez más para mí y te vestiré ─me pidió con tono ponzoñoso.
─ Quita tus sucios dedos de mí, animal ─traté de moverme para sacarlo de mi cuerpo, pero me era imposible. El látigo que Ares me había puesto me mandaba electricidad infernal por todo el cuerpo y me debilitaba más y más. Gemí y gemí pero no de placer sino que de puro dolor, enojo y frustración. No pensé que el castigo implicara estas cosas, pero no tardé mucho en empezar a cambiar mi estado humano a uno demoníaco: mi verdadero ser. Sin importar el dolor que me causaba el látigo para refrenar a mi demonio, yo estaba cambiando. Lágrimas empezaron a salir de mi rostro y cuando estuve a punto de terminar de cambiar, él saca sus dedos de mi vagina y me viste en un dos por tres. Luego me tiró al suelo y yo quedé tirada allí.
─ Señor, he hecho como usted me ordenó. Me pondré en la sala del jurado ─le informó a Lucian cuando vio que venía llegando.
─ Muy bien, que empiece el juicio. Todos a sus sitios. Luke, levanta a Alma del suelo y llévala a su silla ─sin decir ni una palabra más se fue al estrado donde estaban los asientos para los jueces. Luke me levantó con brusquedad y me llevó hasta el lugar. El haber cortado mi cambio del humano al demoníaco, debilitó mi cuerpo por completo que yo no podía ni caminar. Al parecer, eso era lo que Luke quería lograr: debilitarme. Al llegar a la silla, me tiró a ella y yo gemí de dolor. La electricidad en algún momento determinado fue aumentada y ahora era más fuerte el dolor en todo mi cuerpo que me hacía estremecer a cada rato.
─ Bueno señores y señoras de la corte, este juicio va a empezar ─anunció Belcebú, el otro juez.
─ Alma, tienes derecho a un abogado. La corte te ha proporcionado uno. Ese abogado es Luke ─anunció Lucian. ¿Qué? ¿Ese idiota mi abogado? Nunca. Quise decirle que estaba en contra, pero ninguna palabra salió de mi boca. Ahora entendía por qué razón Luke quería debilitar mi cuerpo. Estaba perdida. Iban a romper mis alas. Ya no iba a poder volar por un gran tiempo. Mis sueños iban a ser destrozados.
Alex, solo espero que tú no olvides la promesa que hiciste de salvarme. Confío en ti, pensé mientras me levantaba de mi silla para colocarme en el pilar de acusación y esperar a que me rompieran mis hermosas alas negras.

¿Quieren llorar? Háganlo, yo lo hice mientras escribía este horrible capítulo :'( ¿Se vale que la autora también llore? u.u

¿Qué opináis del traidor de Luke? ¿Sospecharon que él iba a ser un traidor?

Espero vuestros votos y comentarios ^^

Gracias por leer :*

Jess Santos

Ángel de las almas -Trilogía Almas L1 -2da edición (en proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora