Capítulo 15.1 Entre el cielo y yo (editado)

755 72 8
                                    

Capítulo 15.1
Entre el cielo y yo (editado)

Alma

Silencio.
Un espeso y pesado silencio llenó el cuarto después de que Alex me preguntara si yo era un ángel.
Suspiros y más suspiros, que decían más de un mensaje escondido en ellos pero que se perdían en el aire del silencio, salían de mis labios.
Varios minutos pasaron antes de recuperar el habla en mi voz.

Alex ─susurré.
─ ¿Lo eres entonces? ─preguntó esta vez asustado. Yo negué con mi cabeza.
─ No, no lo soy. Sería una idea gratificante, pero si vuelves a preguntarme sobre qué soy, te daré un golpe en las bolas y luego me iré.
─ Eres tan malditamente sexi cuando te enojas que estoy tentado a ver qué le pasan a mis bolas si te enojas más, pero no lo haré. Tengo una herencia que dejar ─profirió. Al escucharlo, no pude evitar lanzar un bufido.
─ No creo que dejar crías de demonios sea un buen aporte para la sociedad.
─ ¿Te imaginas? Serían perfectos.
─ ¿Ehhh? ¿Tus hijos? ─cuestioné con voz burlona.
─ Si son nuestros hijos, sí, por supuesto que lo serán.
─ ¿Nuestros? ¿Disculpa?
─ Pues sí, nuestros. Pero no te enojes, Ally, es sólo una suposición. No creo que tú quieras tener hijos conmigo.
─ Ni en mis pesadillas ─gruñí. Eso sin mencionarle el hecho de que era estéril. Los ángeles no pueden concebir. Además, no podría tener sexo con él. Era imposible. Por no decir que ni un simple beso podía darle sin que terminara lastimado por mi maldición. Sí, no quiero imaginar eso ni en mis pesadillas.
─ No exageres. Muchas chicas quisieran eso.
─ ¡PERO YO NO SOY ÉSAS, ESTÚPIDO IMBÉCIL! ¿QUÉ PARTE NO ENTIENDES QUE NO SOY COMO EL RESTO DEL MUNDO?
─ Casi nada, Ally. Eres la primera chica a la que me es difícil entender. No sé, si pudieras decirme qué es exactamente lo que eres, sólo quizá así, yo voy a poder entenderte.
─ No me vengas con chantajes, Alex.
─ ¿Dónde está el chantaje? Sólo te estoy pidiendo que aclares lo que eres, tengo derecho a saberlo. Eres mi mejor amiga y tú misma dijiste que nada de secretos. ¿Ya no soy tu amigo? ─inquirió molesto.
─ ¡Por supuesto que lo eres! Es solo que no es una información fácil de decir. ¡Ten un poco de paciencia, maldición!
─ De acuer ─Alex no terminó de decir nada cuando la puerta se abre y alguien entra.
─ ¡Vaya, al parecer los tortolitos han despertado! ─exclamó feliz una voz afeminada─. Krissy, ven cariño.
La puerta se volvió a cerrar y ya no había nadie otra vez. De inmediato, me sonrojé y Alex maldijo por lo bajo.
─ Algún día mataré a ese marica ─gruñó.
─ ¿Quién era? ─pregunté incómoda.
─ Alguien que no quiero que conozcas.
─ ¿Y quién es Krissy?
─ Mi grano en el trasero ─dijo entre dientes.
─ He escuchado eso, muchachito ─exclamó una voz chillona. Alex y yo nos sobresaltamos al escucharla entrar. Me giré poco a poco y allí en la puerta vi a una hermosa chica de cabellos negros y unos ojos azules oscuros. Era hermosa y podía ver el parecido en sus rostros, pero a diferencia de ella, Alex no tenía ojos azules sino que los tenía de color café oscuro. Pero por lo demás, eran casi iguales. Era como ver a Alex en mujer. Perfecta.
─ ¿Qué haces aquí, Kristie? ─gruñó Alex.
─ ¿Cómo que qué haces aquí, tonto malagradecido? ─preguntó furiosa─. Vine a verte.
─ Lo sé pero ¿por qué con Didier?
─ ¿No que lo extrañabas?
─ ¡Kristie! ¿Cómo...?
─ Eh, Alex ─interrumpí incómoda. Creo que mejor me voy.
─ No, los que se tienen que ir son ellos ─dijo él tomándome de la mano y acercándome a él.
─ Sí, claaaaro, así puedes seguir besuqueando a tu novia.
─ ¿Qué? ─proferí confundida.
─ Exacto ─contestó Alex─. Quiero seguir besuqueando a mi novia. Ahora, fuera.
─ Un momento, Alexander ─gruñí mientras me soltaba de su agarre─. Tú no me vas a besuquear ni tampoco vas a echar a tu hermana ni a nadie. ¿Entiendes?
Alex abrió su boca y la volvió a cerrar mientras que Kristie empezó a reírse.

─ Ya era hora que alguien te pusiera en tu lugar, hermanito. Me preocupaba que sólo yo te pudiera manejar ─escuché un gruñido salir de la boca de Alex pero no dijo nada más. Yo sonreí victoriosa.
─ Soy Alma Toyoda ─me presenté─. Soy amiga de este idiota arrogante.
─ Kristie. Hermana del idiota ─me saludó de beso y yo imité su acción.
─ Encantada ─musité feliz.
─ Este chico es mi manager. Didier ─me presentó al chico de ropas coloridas.
─ Ay solo dime Didy, querida ─me saludó también de besos. Sí, al parecer era un gay. Alex no se equivocaba al llamarlo marica.
─ Ustedes pueden decirme Ally ─dije animada. Siempre había querido a un amigo gay, pero Marcus nunca me dejó tener uno porque a él no le gustaban, más cuando sabía que ellos se iban a sentir atraídos por él cuando estaban a su alrededor. Era divertido verlo huyendo de un gay. Creo que Didy será un gran amigo en el futuro.
─ Si ya terminaron de presentarse, les recuerdo que aquí estoy yo, el chico enfermo y golpeado. Además, ¿por qué tienes esa cara de maldad pura? ─expresó Alex efusivo al verme sonreír con picardía.
─ Claaaaro, háganle caso. Pobrecito ─comentó su hermana con sarcasmo. Su hermana me agradaba mucho también. Ella y yo tendríamos una buena y excelente relación, pero eso no importaba en esos momentos. Yo tenía que irme y aún no habíamos acabado la conversación con Alex.
─ Si me permites, Kriss, quiero hablar con este idiota por unos minutos ─le pedí con amabilidad.
─ Claro que puedes. Vamos, Didy. Dejemos que hablen ─él asintió y ambos se fueron del lugar.
─ ¿Me dijiste idiota? ─preguntó dolido.
─ ¿No lo eres?
─ ¡Ese no es el punto!
─ ¿Entonces, cuál es?
─ Es la relación que tú y mi hermana han empezado. Se tratan como si se conocieran de toda la vida.
─ ¿Y eso no es bueno? ─inquirí.
─ Noooo, no lo es. Porque siento como si van a conspirar contra mí.
─ Pero eso es bueno -comenté divertida.
─ No, eso sería mi fin ─explicó frustradamente. Yo me reí.
─ Me alegra que tu hermana te sepa controlar. Ya empezaba a creerme que eras el rey mandón de todo el universo.
─ Lo soy. Sólo que ella es la reina bruja ─protestó. Yo bufé.
─ Seeeh claaaaro que lo eres.
─ Y tú eres la princesa cruel. Ambas conspiran contra el guapo y buen rey.
─ Bueno para nada, tal vez ─me burlé.
─ Soy bueno en la cama, te lo puedo asegurar.
─ Eres un idiota mal nacido ─enfurecí. Mis ojos empezaron a cambiar de color pero pude controlarme y ellos regresaron a su color original.
─ Sólo bromeo, Ally. No es como si pudiera salir de la cama y agarrarte de la cintura para arrinconarte en la pared y besarte fuerte y duro ─fanfarroneó. HDP. Quería matarlo. Pero muy muy en el fondo, yo quería que él lo hiciera. Quería probar sus labios de nuevo y perderme en ellos, pero no podía darme ese lujo porque la que terminaría jodida iba a ser yo e iba a arrastrarlo a él a este infierno.
Sí, sé que él es un jodido mal nacido que desde un principio quise aplastarlo y hacerlo sufrir por ser tan imbécil con las chicas, pero desde ese día cuando él se recostó en mis piernas, no dejaba de pensar que él era lo que me llevó a enamorarme y lo que de una sola vez me condenó. Fui tan estúpida. ¿Quién en su sano juicio podría hacer esto por segunda vez?
Bien, yo encabezaba esa línea.

Ángel de las almas -Trilogía Almas L1 -2da edición (en proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora