Capítulo 20 Hoy es el día
Kennedy (Marcus)
Una pesadilla.
Todo había sido una pesadilla desde que Alma fue castigada con el corte de sus hermosas alas negras. No hubo ni una noche donde ella no despertara sin lágrimas en sus ojos debido a las constantes pesadillas que tenía en su mente. Era imposible que no soñara con su estado débil y expuesto a todo. Eso sin mencionar el hecho que por tres semanas ella había perdido la razón y no se reconocía ni a ella misma. Era como una bebé recién nacida. Necesitaba ayuda de nosotros en todo: no podía bañarse por sí misma así como tampoco comer sin tirar las cosas por un lado y otro. De repente gritaba y gritaba en un lenguaje demoníaco que a veces hasta a nosotros nos daba miedo. Era en pocas palabras una pesadilla.
No fue hasta un mes después que ella recuperó la conciencia a totalidad. Fue un alivio para nosotros que ella al fin se pudiera encontrar con ella misma, y así luchar con su estado enfermizo, que la mataba poco a poco. Después de ese primer paso doloroso, vino lo siguiente: la sanidad de su cuerpo físico; y eso implicaba el crecimiento de sus alas y el poder caminar de nuevo.
Cuando por fin pudo caminar, ella empezó a dar pequeños paseos por los alrededores de la playa donde vivíamos, siempre y cuando con la supervisión de uno de nosotros. Heather (Jezzy) era menos paciente que yo y a veces se iba a llorar a escondidas de Haldana para que no supiera lo que estábamos sufriendo por ella. Nos dolía verla así, pero no nos quedaba otra cosa que seguir el plan como debía de ser. Ahora, su cuerpo había cambiado por completo y lo único que mantenía de su viejo yo era su par de ojos azules como el mar, pero de allí todo era diferente. Su cabello era negro y largo, su cuerpo era pequeño y delicado, y tenía una piel tan pálida que no le ayudaba en su actual aspecto enfermizo ni en su físico. También cabía mencionar el hecho de que tenía unos pechos redondos muy bonitos y un trasero no tan grande como el anterior. En pocas palabras, su hermoso físico había desaparecido. Si la veías con detenimiento, podrías observar que a comparación de su otro cuerpo este nuevo parecía patético y poco llamativo. Lo único que conservaba intacto era eso: sus ojos. Sin embargo, yo la seguía amando como antes y a pesar de su poco atractivo físico, para mí seguía siendo la mujer más hermosa del universo. Ella era perfecta y siempre lo sería para mí. Además, no era la primera vez que cambiaba su físico ni su nombre, pero dadas las circunstancias anteriores, ésta era la primera vez que era cambiada en contra de su voluntad y de su maldición. La jodida maldición era de ser bonita, perfecta e irresistible pero por decisión de nuestros jefes idiotas, ella dejó de ser así para que la oportunidad de conocer a su salvación fuera nula.
¡Hijos de perra!
¡Cómo los odio!
Pero un día todo eso acabara y yo sé que voy a ver a Alma... quiero decir, Haldana, va a ser feliz y va a regresar a donde pertenece. Voy a hacer que eso se haga realidad sí o sí.
Una mañana me dijo con tristeza en su voz:
- A veces me pregunto si tendré salvación alguna o si siempre seré un maldito ángel caído─miró al cielo con resentimiento y se sentó en la suave y amarilla arena fina.
- No pienses eso─le rogué.
- Es que viéndolo desde un punto de vista objetivo, un demonio es un demonio y no hay manera de que ninguno de ustedes a parte de mí se vaya a salvar. ¿No es así?─preguntó lacónica.
- No es así─le aseguré─. Te equivocas en ese punto, nena, porque a diferencia de ti nosotros nunca nos hemos arrepentido de habernos convertido en tales monstruos. Además, desde un principio odiaste ser lo que eras, pero aun así seguiste las reglas de tu maldición y decidiste ser una perra a las malas.
-Soy una perra mala─observó divertida.
- Lo eres, nena─le sonreí y después la abracé.
- Gracias por siempre apoyarme en todo, Mar... quiero decir Kennedy─se corrigió así misma─aún no me acostumbro a decirte así.
- Ni yo tampoco. Marcus era un nombre legendario entre las chicas─refunfuñé como chiquillo─. He perdido toda mi fama por un pinche nombre.
- Oye, para mí tú sigues teniendo la misma jodida fama que antes─me contradijo.
- ¡Eso no es cierto!─rezongué.
- ¿Ah no?─me miró con picardía y luego miró hacia la derecha donde venía un par de cuerpos muy curvados y con muy poca ropa.
- Está bien, tú ganas─cedí con impaciencia─. Ahora, ve a casa y espera a que yo llegue para prepararte la cena.
- Y allá va tu lado imbécil─gruñó, pero obedeció mi mandato. Ese día fue uno de los mejores días de mi existencia como el nuevo sexy Kennedy que nació en mí. No voy a entrar en detalles por respeto a muchas humanas lindas y menores de edad que están leyendo este capítulo y desean saber de mi nueva apariencia física. Sí, yo sé que quieren saber en qué guapura me he convertido. Pues bien, lo dejaré a su corta imaginación humana para que puedan imaginarme de la manera que deseen.
Uh, y hablando de deseos... Quiero decirles que desearía que mi vida en Miami fuera siempre así de perfecta como lo era en este momento: total lujuria en mis horas libres. Porque ahora que Haldana se había recuperado un 75%, yo podía ser libre y hacer cosas mías como las aventuras y el sexo ocasional que tengo.
Pero como los deseos son solo deseos, o sea que son momentáneos, mi vida feliz terminó una semana después de ese encuentro hermoso en la playa con aquellas chicas buenas. Fue muy bueno para ser real.
Ese día, Haldana había planeado ir a pasear a la playa por sí sola porque ya estaba aburrida de que la acompañaramos, pero como yo me negué y le dije que no se iría sin mí, dejó de insistir y obedeció a mi mandato. Fue tan extraño para mí el que hubiera cedido tan fácilmente que sospeché que pudiera hacer algo durante ese periodo de tiempo, pero cuando vi que no sucedía nada, me dejé llevar por mi debilidad y no le di más importancia a lo demás. Nos fuimos a casa en silencio cuando un par de buenas piernas me invitaron a ir a lo prohibido, y yo me fui, no sin antes decirle a Haldana que se fuera para su casa. Ella asintió muy contenta y se fue como siempre hacia la dirección dónde nuestra casa se encontraba.
¡Ah, fue tan tonto de mi parte el haber caído en los placeres de la carne en esos precisos momentos cuando yo sabía que había algo raro en ella!
No habían pasado más de 5 minutos cuando Jezzy me convocó con un chasquido y me dijo tras un mensaje "imbécil, has dejado que se escape. Ve a buscarla o destriparé tus bolas con mis manos". Inmediatamente moví mi culo de ahí y me fui a buscarla. Era la segunda vez que se nos escapaba durante esa semana y yo como un tonto volví a caer en su trampa.
¡Qué mujer tan astuta!
Empecé a moverme por el lado izquierdo a donde comúnmente se iba, pero no sentía en lo absoluto su presencia. La llamé por su nuevo nombre varias veces y me seguí moviendo hacia el otro lado cuando de pronto sentí un viento que erizó completamente mi piel.
«Hoy es el día» susurró una voz femenina en medio del viento.
«Hoy pasará lo inevitable para el cielo y el infierno. Hoy todo cambiará.» Finalizó con un suave silbido y después se fue; luego todo se volvió calmado, excepto mi corazón que latía a mil por hora y mi respiración que estaba más agitada que nunca. ¿Pero qué demonios fue todo eso? No lo sabía y no me importaba en esos momentos, porque cualquiera que haya sido el mensaje, yo sabía que era porque Haldana estaba en peligro.
Sin pensarlo dos veces, corrí con locura hacia un lugar en el que nunca habíamos ido con Haldana ni con Heather: el lado sur. En ese lugar, había muchos demonios menores que podían torturar una persona débil como lo era Haldana en estos momentos; y si ellos hacían contacto con ella, ahorita que sus alas estaban renaciendo, ella podría volver al estado original de antes donde ella no se reconociera ni así misma. Y ese fue el plan de Lucian desde el inicio, que Alma no pudiera volver a renacer completamente para que nunca pudiera ser salva.
Sin embargo, nosotros nos habíamos encargado de ese asunto pero tampoco le habíamos dicho a Haldana por su propia seguridad y la nuestra. Estábamos seguros de que si le decíamos, bien que se iba a quejar al Infierno con el imbécil de Lucian. Además, nunca salía sola y por eso sólo la sacábamos al otro lado de la playa para que no sospechara. Pero al contrario de que todo saliera bien, las cosas sucedieron muy en contra de mi voluntad. ¡Y todo por un par de curvas humanas! Me maldije por ser un idiota y seguí corriendo hasta llegar a ese lugar, no sin antes decirle a Heather que viniera conmigo porque esto se iba a poner feo.
No había otra cosa más espantosa y repugnante que un demonio menor, y eso se debe a que ellos hacen el trabajo sucio que nosotros, los demonios mayores, no podemos hacer. En otras palabras, son los súbditos de nosotros y son ellos los que torturan a los humanos con malos pensamientos como por ejemplo, los pensamientos de lujuria, de suicidio, de odio, de contienda, de ambición, entre muchos más. Ellos llegan a ti como una sombra oscura que penetran tu mente... sólo si tú lo permites; y como los humanos son tan débiles si no tienen una protección divina, los demonios siempre encuentran una mente débil dónde habitar e invitan a otros para que lo hagan caer tan bajo como sea posible. Muchos incluso llegan a morir y lo más triste es que esas personas son las que más sufren debido a que esos mismos demonios los siguen torturando como nunca antes lo hicieron.
Pero en este caso, Haldana estaba en un estado más humano que sobrenatural, a tal punto que no se podría defender ni así misma. Por eso, si un demonio menor llega a encontrarse con ella... no quiero ni imaginar lo que pasaría.
Corrí hacia allí sin importar lo que la gente pensara en esos momentos. Lo único que importaba era que ella estuviera bien y que yo pudiera llegar a tiempo para salvarla.
A medida que me acercaba, Heather llegó a mi lado y corrió junto a mí, no sin antes darme un buen golpe en la cabeza y maldecirme por haber dejado que las cosas hubieran llegado a este estado.
- No es momento de reclamos─le pedí─. Después puedes pegarme o castigarme, pero ahorita vamos ahí antes que sea demasiado tarde ─ella asintió y finalmente llegamos. La sorpresa que nos llevamos fue que ella no estaba allí, y los demonios nos dijeron que no la habían visto. No les creí y les demandé que me dijeran dónde estaban.
- Mira, imbécil, no sé cuál es tu jodido problema pero no quiero que estén ustedes aquí ─dijo uno de ellos.
- Ten cuidado con lo que dices, idiota. Te recuerdo que soy superior a ti y...
- ¿Y qué? Tú no eres mi jefe así que vete a la...
- ¡Eres un maldito! ¡Ven aquí!─grité furioso. Lo tomé de sus sucias túnicas negras y agarré su fantasmal cuerpo para luego lanzarlo a la pared. La tierra tembló y de pronto todo cambió. Yo corrí dentro de la cueva que estaba allí, Heather se transformó en un demonio y bloqueó la entrada para que yo pudiera pasar sin problema alguno, y así poder cubrirme al menos por un buen rato. Ellos podían ser crueles pero en una batalla eran unas moscas fáciles de matar debido a que nosotros éramos de un rango mucho más alto y poderoso que el de ellos... Oh vamos, incluso le arranqué un ala al capitán del ejército infernal. Estos imbéciles no eran nada para nosotros, pero aún así no me confiaba de nada y decidí apresurarme. Corrí a una velocidad inhumana hasta llegar casi al fondo del lugar, donde estaba una poza muy hermosa a la apariencia humana pero aterradora si la veías con ojos inhumanos como los míos. Sin embargo, no fue eso lo que me aterrorizó cuando llegué ahí. Lo que hizo que mi corazón se detuviera por unos momentos fue ver a Haldana, quien estaba tirada en el suelo, y junto a ella, un chico joven que reconocí de inmediato.
Mierda.
Ahora entendía el por qué de ese mensaje tan escalofriante. Podría ser que... imaginé lo peor cuando vi esa escena, pero me calmé al ver que el chico se movió y que Haldana se quejó. Suspiré con alivio y después corrí a su lado.
- ¡Haldy! ─llegué a su lado y la ayudé a levantarse.
- Kennedy, yo... ¿Qué pasó?─preguntó desorientada.
- ¡Eso mismo quisiera saber! ¡Volviste a desobedecerme! ¿No sabes la pelea que se acaba de desatar de nuevo por tí, tonta?─grité irritado y al borde de las lágrimas. Esta chica sí que hacía que me preocupara como nunca.
- Ohhh─exclamó aterrada─. ¡Cierto! ¡Alex! Dios, Alex ¿está bien, Ken?─preguntó con la voz entrecortada.
- ¿Alex?─inquirí confuso. Luego, recordé que allí estaba el otro chico. No tardé en reaccionar cuando un golpe fuerte sonó cerca de la entrada del lugar.
- ¡Joder! Haldana debemos irnos ahorita o será demasiado tarde─le advertí. Ella negó con su cabeza.
- No me voy sin él─dijo con voz firme.
- Sé que él es tu salvación pero mi chasquido sólo puede llevar a una persona.
- Y será él, Kennedy. Él es mi salvación y aunque no sé cómo rayos me encontró, él vino y nos hemos reconocido el uno al otro. No voy a dejar que se vaya de mi lado así de fácil. Además, los que están afuera son unos tontos demonios de bajo rango. Puedo luchar contra ellos─aseguró.
- Estás loca si piensas que voy a dejarte luchar en este estado tan débil, Haldana. No puedes ni usar un simple chasquido ni tampoco puedes usar tus alas recién resurgidas─le recordé─. Ahora, ¿cómo piensas defender a un humano?
- Lo haré─replicó con terquedad─. Lo haré porque lo amo y también porque mi demonio interno por fin ha despertado y está insatisfecho por no haber cumplido lo que tanto desea, ¿y sabes por qué? Porque he descubierto que mi maldición ha sido removida─confesó muy feliz. Abrí los ojos como platos y la miré atónito.
- Disculpa, ¿qué acabas de decir?─le demandé con asombro.
- Así como lo oyes, nene. Veras, cuando él y yo nos juntamos, no lo reconocí a simple vista, pero sentía una enorme atracción por estar con él. De modo que dejé que me guiara ciegamente hasta aquí, sin darme cuenta que estaba entrando en la cueva maldita que ustedes estaban intentando evitar todo el tiempo─tomó un largo suspiro y luego continuó─. Fue hasta que quise besarlo que me di cuenta, con ojos espirituales, dónde estábamos. Fue obvio que mi demonio había despertado y mis recuerdos con él, y sólo en ese momento me percaté que, mi demonio estaba enojado, pero no por querer devorar su alma... sino porque había sido engañado por unos simples demonios menores que querían engañar mi mente débil. Y mi reacción fue tan estúpida, sabes, que no supe lo que estaba pasando en esos momentos... yo, yo pensé que quería tomar su alma...
- Haldana, no entiendo ni una mierda de lo que estás hablando. Ve al grano, mujer.
- ¡Siempre voy al grano!─contestó ofendida.
- Pero ahorita mismo no estás ha─mi frase fue cortada por otro fuerte estruendo cerca de dónde estábamos.
- Vamos a pelear, hermano─me pidió con emoción─. Mi demonio tiene ganas de patear uno que otro trasero fantasmal.
- Haldy... no creo que...─por segunda vez, no me dejó terminar lo que estaba diciendo cuando sacó sus pequeñas alas negras con gris plateado. Miré atónito como ella gimió de dolor y se arrodilló en el suelo.
- ¡Alma!─exclamó una voz ronca que no era la mía. Ambos giramos nuestras cabezas para ver que el chico se había levantado del suelo y se acercaba a paso lento hacia donde nosotros estábamos.
- Alex─susurró ella con voz temblorosa.
- Ally, Dios ¿cómo pude ser tan estúpido y no recordarte?─se puso al lado de ella y le tomó de sus manos─. Pero, ¿por qué tienes una apariencia diferente a lo que yo recuerdo? ¿Qué te pasa? ¿Te encuentras bien?
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Ángel de las almas -Trilogía Almas L1 -2da edición (en proceso)
Fantasia¿Alguna vez has visto una chica tan hermosa y perfecta que hace babear a todo chico que se atraviesa? Parecería un milagro poder tenerla y acostarse con ella... Hasta que te das cuenta de su verdadero ser. Grave error de mi parte. Derechos Reserva...