Capítulo 1 La Heredera Huérfana

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Capitulo 1: la heredera huérfana (2da edición terminada, nueva información)

ALMA

Me levanté temprano por la mañana para revisar la nueva agenda que siempre aparecía al lado de mi cama. Conforme los años pasaban, las agendas cambiaban dependiendo de la época. En este siglo, un iPhone era mi agenda y muchas otras cosas más que me funcionaban como suplementos para mi trabajo como ángel de las almas, o la Muerte en otras palabras. Pero no la clase de muerte que los justos obtenían por ser hijos del Creador. Oh no, ese era mi antiguo trabajo, y lo perdí. Todo fue por una simple estupidez de la que me arrepentía cada día de mi maldita vida como un ángel caído que era, y sería hasta que el Creador lo decidiera y no fuera más una maldita.
Suspiré y dejé a un lado los pensamientos de mi pasado.
Adormitada, me senté y observé la agenda.
Cuatro nombres aparecían en la lista: uno era de España, dos de Brasil y uno de Alemania.
Genial.
Tendría que viajar, ya que actualmente vivo en Londres. ¿Quién habría pensado que yo iba a llevar una vida humana a parte de trabajar como ángel de la muerte?
Sí, un ángel caído en medio de humanos suena aterrador para cualquiera que lo escuchara, pero es un hecho terrenal. Los demonios viven junto a los humanos con apariencia humana. Yo estaba incluida en esa etnia. Yo soy un demonio muy aterrador.
¡Ah, pero qué ironía!
Mi apariencia no tenía ni una sola señal de ser una criatura diabólica que se llevaba a hombres lujuriosos directos a sus condenaciones eternas. Al contrario, parecía un hermoso y perfecto ángel recién bajado del cielo. Poseía una curvilínea y simetría tan perfecta, que cualquier chica que me miraba, podía incluso matar por tener mi cuerpo. Además, tenía un cabello largo que podía cambiarlo de color cada vez que yo quería o que podía alisarlo u ondularlo si así se me antojaba. Sólo daba un simple chasquido y ya.
Eso era todo lo que me hacía la chica perfecta.
Ah, y mis ojos eran azules como el mar en calma, pero cambiaban a un azul tormentoso si estaba enojada porque mi iris se ponía de un rojo encendido como fuego ardiente.
No les recomendaría que me vieran así. Las vidas de las personas tenían el riesgo de morir.
Lo digo en serio.
Nadie querría verme así. Es como ver el infierno a través de mis ojos.
Bueno, dejando a un lado mi perfección exterior humana (y que es característica que aborrezco), también era un ángel muy intelectual y sabio.
Sabía de todo sobre este mundo humano: desde historia mundial y astronomía hasta geografía y medicina.
En fin, esas cosas sólo eran hechos básicos para cualquier ángel, ya sea celestial o caído. Mi punto es que aún siendo una entidad infernal, yo, Alma Hole, tenía una vida humana a parte.
Asqueroso.
La vida humana era tan complicada, monótona y estúpida que me aburría. Pasar tantos siglos en este mundo llegaba a desesperar. La vida aquí era de sufrimiento y dolor si no tenías de tu lado al Creador, y se quiera o no, los humanos son todos egoístas. Es increíble ver cómo las personas piensan más en ellas mismas que en su prójimo.
Pero bueno, eso era parte de mi maldición hasta que fuera liberada de ella. La profecía se tenía que cumplir algún día.
Así debía de ser. El Creador me había dado sólo una oportunidad para que pudiera volver a ser un ángel celestial y regresar a mi lugar, allá en la morada celestial.
Lo confieso.
Extrañaba mi hogar y sobre todo a mi hermano gemelo, Daniel. Junto a él, recogíamos las almas de las buenas personas que se habían ganado un lugar en el cielo, pero desde el día de mi error, no lo volví a ver como parte de la maldición. Ahora, mis compañeros eran los gemelos Darken, un chico y una chica con un humor negro y un sarcasmo tan genial que llegué a ser amiga íntima de ellos. Lo malo es que ellos sí aman su trabajo.
Yo lo detesto.
Así de simple.
En contra de todo, me levanté y me dí una ducha rápida, que era lo único que hacía sin necesidad de mis poderes, para luego vestirme con un chasquido.
Un vestido blanco, corto y flojo de la cintura para bajo, junto con una chaqueta de lona sería suficiente para causar la primera buena impresión como niña rica y heredera que era en el jodido internado. En ese lugar, sólo los hijos de millonarios, políticos, empresarios, reyes e incluso de mafiosos iban.
Un total asco donde este chico que maté ─y que ahora era una chica bella, o sea yo─, iba a ir a estudiar.
Pero como siempre, tengo que seguir adelante con este papel porque podría ser que yo cambié sus mentes de pensar que era de un chico a una chica, pero no alteré el pasado y todas las cosas que había hecho que podrían desequilibrar el mundo. Eso incluía ir al internado. Lo único que cambiaba era que él fue el capitán del equipo de básquet en su antiguo colegio. Ahora yo no era capitana de nada, sino una simple estudiante que iba a ser animadora, para no alterar demasiado el destino de las personas. ¿En serio?
¿Una animadora yo?
Por mucho que le protesté a Jezabel Darken, la encargada de llevarse a toda la población femenina que era mala, cruel y despiadada con otros ─eso incluía las que aborrecían al Creador, las que practicaban ocultismo entre otras sectas satánicas─, ella no cedió a mi petición. Según ella, había una de las porristas que se había ido para el extranjero y que allí moriría en unos días por sobredosis. Ella sería a la que reemplazaría en cierto punto. Bueno, para ser sincera, mantener el equilibrio del mundo era en verdad muy difícil de hacer y explicar. Y sólo los ángeles de la muerte lo entendíamos bien.
¡Y el creador, por supuesto!
De allí, ningún otro ángel, ni ser, ni entidad, ya sea celestial o infernal podía hacerlo.
A pesar de que éramos ángeles caídos, nosotros éramos diferentes del resto de ellos. Satanás y sus otros demonios podían hacer todo lo que querían para destruir y alterar todo el mundo, pero nosotros sólo nos llevábamos todas esas almas que ellos se ganaban.
Fin.
Ni los hermanos Darken ni yo podíamos cambiar ese hecho.
Yo sólo tomaba las almas masculinas con pecados de lujuria, fornicación, perversión y prostitución y sólo eso. En otras palabras, yo mataba a hombres que cometían pecados sexuales. Dichos pecadores, que aparecían en mi lista, yo los seducía y luego los mataba. Era imposible que se resistieran a mi encanto porque ese era mi poder y porque ya estaban marcados como muertos.
Sí, yo los mataba.
¡Ja! ¡Muy bonita mi maldición!
No obstante, los hombres se sentían atraídos y seducidos por mi belleza naturalmente, así que tenía que ser cuidadosa porque yo no podía llevármelos a todos sino estaban en la lista. De modo que me negaba a sus invitaciones sexuales por muy guapos que fueran todos.
Claro, tenía un cuerpo humano y por muy entidad sobrenatural que fuera, yo sentía esa necesidad de ser satisfecha. Y para mi propia desgracia, nunca había podido hacerlo con un humano porque me daba miedo de poder convertirme y cometer otro error. Así que lo único que hacía era satisfacerme yo sola, o de vez en cuando, me acostaba con Marcus Darken, el otro gemelo. Con él pasaba un buen rato para tener sexo casual sin ningún compromiso.
Ummm...
Ese guapo ángel caído de cabello rubio oscuro era tan bueno, pero buenísimo en la cama, que siempre me hacía llegar al orgasmo. Y lo bueno era que los ángeles no podíamos concebir. Todos éramos estériles y también por ser demonios, las reglas de matrimonio eran nulas.
De pronto, sonó mi IPhone y me sacó de mi ensoñación húmeda. En la pantalla, aparece el nombre de "mi sexy Darken" como él quiso que le pusiera. Yo me reí cuando lo leí la primera vez ese día que obtuve mi celular, pero hoy no tuvo el mismo efecto e hizo sonrojarme. ¿Sabría que estaba pensando en él? Con temor, contesté la llamada.

Ángel de las almas -Trilogía Almas L1 -2da edición (en proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora