Ángel de las almas -Trilogía Almas L1 -2da edición (en proceso)

Capítulo 19 En El Olvido (editado)

Capítulo 19 En El Olvido (editado)

El siguiente capítulo está narrado por los dos protagonistas y por el narrador, los primeros por petición de ustedes y el último para aclarar qué pasó después de todo lo sucedido.
Espero que lo disfruten ^^

Alma

─ El veredicto es que a la acusada se le cortarán las alas por completo ─escuché a lo lejos las palabras que el mismo Lucian dictó al terminar la corte.

─ Que la acusada se ponga en el pilar de la vergüenza ─ volví a escuchar su lejana voz. Mi supuesto defensor me levantó con brusquedad de la silla, y como aún seguía en mi estado de debilidad, todo me parecía surrealista.
─ He hecho que reduzcan tu condena, nena. Tendrás libertad después de terminar la sesión.  Podrás vivir como una humana y tu nombre será cambiado. Ya no serás llamada más Alma. Tu nombre ahora es Haldana Forest. Y tus hermanos gemelos te van a acompañar. Vamos, colócate aquí ─me jaló hacia el pilar y supe lo que venía. Con las pocas fuerzas que aún tenía, evité no llorar ante la bandada de imbéciles que tenía delante de mí. Me ataron las manos ─por si quería escapar─, y mi cabeza fue aplastada contra el frío cemento del pilar. Luke se hizo a un lado y Lucian se posicionó detrás de mí y me susurró:
─ Suerte, querida. Después de este hermoso e inolvidable momento, tú no recordarás nada. Agradece que así será o el dolor hubiera sido más difícil para ti de llevar ─me rasgó el vestido y yo sonreí con ironía. No me verían suplicar si eso es lo que estaban esperando de mí.
─ Arráncame mis malditas alas y ya termina con este teatro, imbécil. No voy a rogar por esta estupidez. Sólo estás atrasando algo inevitable. Un día voy a regresar y te partiré la cara de idiota que tienes.
─ ¡Qué linda! Tú cómo siempre con esa boquita malcriada. ¿Ves? Eres un jodido ángel caído. Perteneces aquí y siempre será así ─me tocó la espalda con una suave asquerosidad que casi vomitaba de repulsión. Presionó en el lugar donde las alas estaban y éstas salieron con mucho dolor por última vez... como si tuvieran miedo a salir, pero a su vez, salían con la mayor majestuosidad que nunca antes habían tenido. Mis pobres niñas sabían lo que venía en esos momentos.
C

erré los ojos y empecé a pensar todo aquello que me hizo feliz en algún determinado momento de mi vida, y agradecí en mi mente a mis hermanos sustitutos que siempre cuidaron de mí. También agradecí al Creador por haberme permitido encontrar mi salvación antes de perder todo lo que tenía. Al menos Alex supo la verdad y no me arrepiento de habérsela dicho. Me dijo que estaba enamorado de mí y con eso me bastaba para yo poder retener esas memorias en lo más profundo de mi corazón. Hoy, después de todo este dolor, mi nombre Alma quedaría en el olvido. Una nueva persona iba a nacer y esa persona se iba a encargar de vengar todo lo que me hicieron en este día.
─ Di tus últimas palabras como Alma ─me demandó Lucian.
─ Espero que te pudras para siempre  ─le escupí en la cara y el imbécil me respondió con una mirada asesina, para después jalar mis alas en un ataque de enojo y decirme:
─ Lo haré junto contigo, perra maldita. ¡Muere! ─gritó y yo junto a él. Yo grité de dolor, y él gritó de ira. Grité y grité tanto que mi garganta se estaba agrietando de lo reseca que estaba. Sin embargo, por muy doloroso que fuera todo, ni una jodida lágrima salió de mí. Agradecí que así fuera. Quería demostrarles que era fuerte y que no me iba a dar por vencido hasta el final. Lucian, al ver que no derramaba ninguna lágrima, tiró más fuerte de mi segunda ala, pero era inútil, no lloré. No lloré hasta desmayarme en el frío suelo y perder la conciencia por completo.
Poco recuerdo lo que pasó después, pero vi cómo Marcus junto a Jezzy aparecían por la puerta. Cerré los ojos con tranquilidad y después me eché al olvido. Dejaría todo en las manos de ellos para que me salvaran y encontraran una manera de solucionar todo. Confiaba en ambos y sabía que no me iban a decepcionar nunca.
Sonreí por última vez, y después me lancé al abismo oscuro.
.
.
.