Episodio 9

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—¡Dilo! ¡Quiero que lo digas ahora mismo!

Otra vez Scarlett actúa como una estúpida hacia ella.

—¡Sé que fuiste tú!—volvió a gritar ella—. ¡Solo admite que fuiste tú y dime que te irás de aquí!—señaló hacia afuera.

Que fastidio. Gruñó, intentando controlar sus ganas de gritarle.

Todo había sido tan repentino.

Todos se divertían mientras Zion contaba su historia. Eugene se reía de él, Jay escuchaba todo desde una esquina y reía ocasionalmente, Ethan escuchaba hablar a los demás como siempre, Harry interrumpía juguetonamente al pelirrojo a veces para desmentir sus mentiras o exageraciones. ¡Incluso la loca que esta gritándole ahora parecía de buen humor!

Ella también prestaba atención, pensando en Judy y lo bien que estaría pasándosela ahora de no estar en su habitación. A veces miraba a Lawrence a causa de esto último, y cuando la cachaba, solo se sonreían amigablemente, antes de voltear y volver a observar a Zion. De vez en cuando hacía algún comentario, o le daba manotazos cuando Harry decía que mentía, haciéndolo reír.

Al rato empezó a oscurecer, y después de que Zion acabara su historia, todos se dispersaron a sus clases para descansar. Ella se quedó donde estaba, sentada en una mesa y mirando por la ventana. Le gustaba esa sala porque era como una sala familiar, donde todos llegaban después de un día cansado a contarse sus experiencias, o también podía ser como la clase antes de la locura, todos alzando sus voces para hablar entre amigos y contarse las tonterías de la tarde anterior.

Rió ante un recuerdo, y entonces notó otra presencia en el aula. Esperaba que se tratara de uno de los chicos, o de Judy, pero al girarse, se encontró con Scarlett, que ya no tenía esa sonrisa de antes en la cara. No había nadie más allí, lo que podía desencadenar en una pelea. Para evitar ese resultado, se levantó de su lugar y decidió volver a su habitación.

—Buenas noches, Scarlett—saludó por cortesía, pasando por su lado.

Abrió la puerta, y no había puesto un pie fuera cuando fue nuevamente arrastrada dentro por una mano que se aferró a su chaqueta. No tuvo ni que girarse para saber de quién se trataba, y la puerta se volvió a cerrar. No pierdas los estribos, solo pregúntale qué quiere y después dáselo para que te deje en paz.

—¿Qué quieres?—le preguntó, neutra.

La chica resopló y la empujó bruscamente contra la pared. Ella no pudo hacer nada al ser tomada por sorpresa, quejándose ante el golpe de su cabeza contra la superficie. Se sobó, frunciendo el ceño.

—¿Qué demonios te sucede?—la rubia se veía verdaderamente enojada, pero ella lo estaba aún más.

—Tú...tú estuviste en mi habitación, ¿no?—se acercó a su cuerpo, acorralándola entre la pared y ella.

—¿Se puede saber de qué estás hablando?—alzó la ceja, viéndola con una ceja alzada—. Ni siquiera sé en qué sala está tu habitación.

—¿Sabes? Hay algo que noté en ti desde un principio...—la miró con altanería—. ¡Que eres una mentirosa!

—Repito—suspiró, intentando no agitarse—, ¿de qué-demonios-estás-hablando?

—Solo dámelo—extendió su mano frente a ella.

—¿Darte qué? ¿Me estás pidiendo comida otra vez?—estaba más que perdida. No sabía qué era lo que quería de ella.

—¡No! ¡Hablo de lo que me robaste!—gritó otra vez—. ¡Sé que hurgaste mi cartera!

Compañeros Peligrosos || Tú Y Todos. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora