Final

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Después de tanto tiempo, finalmente me vuelvo a reportar, para traerles el final con este precioso rubio. Puede que la calidad no sea la mejor, comparado con lo finales anteriores, pero lo compensaré en la memoria.
Por el momento, disfruten.

El pánico los inundó al ver zombis entrar por las ventanas que rompían, y los que tumbaban la barricada contra la puerta al otro edificio. La voz de Zion se alzó entre los gruñidos, pero no tenían a dónde correr.

Fue todo tan... inesperado. Hace solo un momento estaban todos emocionados por su aventura a la Zona Segura, y ahora estaban a mitad de un pasillo infestado de zombis hambrientos, sin una de sus compañeras. Hailey había muerto justo a su lado. Un poco más y hubiese sido ella la que se hubiera llevado el monstruo.

Pero pasó algo mucho peor.

Frente a sus ojos, Zion se lanzó imprudentemente contra la horda, siendo rodeado rápidamente por ellos. El aire se atascó en su garganta, y gritó su nombre con desesperación. 

Todo se quedó en silencio, y solo resonó la maldición de Ethan en sus oídos, yendo a ayudar a su amigo. Zion la miró, con sus ambarinos ojos llenos de culpa, y sintió que le pedía perdón por haber sido tan tonto como para precipitarse hacia una batalla incapaz de ganar.

Pero ya era demasiado tarde.

Zion soltó un alarido que retumbó en su pecho, y Harry se unió al rescate. Gritó de nuevo, pero otros dos chillidos se alzaron sobre los suyos. Dios, no puede ser...

Lograron sacarlo de entre todos los zombis, y se precipitaron los cuatro hacia una sala vacía. Zion se sostenía un brazo, que chorreaba sangre. Lo habían mordido.

Su mundo se vino abajo, y un trozo de su corazón se fragmentó hasta no dejar nada, creando un doloroso vacío que cerró su garganta.

—¡¿Eres estúpido acaso?!—Golpeó su pecho, con sus ojos llenándose de lágrimas—. ¡Siempre diciendo que no me meta en problemas! ¡Que me aleje del peligro!—sollozó, y volvió a golpearlo—. ¡Y tú te lanzas directo hacia él! ¡MALDITA SEA, ZION!—El último golpe fue mucho más suave, pues ya no le quedaban fuerzas. Lo había perdido—. Joder...

Sus brazos la rodearon con suavidad, manchándola con su sangre. Sollozó penosamente, aferrándose a él como si así pudiera salvarlo. Obligarle a quedarse con ella. Detener su transformación. Pero así no funcionaba. El amor no es suficiente para salvar vidas. La esperanza podía ser peligrosa.

—Lo sé, lo sé. Lo siento, enana—soltó su abrazo, y en cambio tomó su rostro. Cuando lo miró a los ojos, estos también estaban llenos de lágrimas—. Pero ya es tarde... estoy muerto.

—N-No...

—Sí—sonrió tristemente, y besó sus labios—. Pero no quiero morir sin que sepas que te amo—susurró—. Y me hubiese encantado demostrártelo de otra forma.

—Zion...—lloriqueó—. ¿Cómo fuiste capaz de hacerme esto?

—Ya sabes que soy un idiota—volvió a besarla—. Pero este idiota se asegurará de que llegues a la Zona Segura. Si son sensibles al sonido, entonces haré que me persigan, para que puedan salir de aquí, ¿de acuerdo?—se quitó la mochila, y la lanzó tras ella.

—¡No! No—se aferró a él con más fuerza, negándose a dejarlo irse. No lo volvería a ver si lo hacía—. Tú también tienes que llegar. Tal vez, puedan hacer algo por ti, para... para que no seas como ellos.

—Es imposible, TN. Me matarán si me ven cerca siendo un zombi—dijo—. Solo puedo ser útil distrayendo a los zombis.

Lo sabía. Lo sabía, pero se negaba a dejarlo ir. Se negaba a no volverlo a ver, y no poder ayudarlo a establecer metas para  ser alguien. Para ser un buen hombre. Se negaba a dejarlo morir sin haber sentido lo que era triunfar en algo que deseabas hacer.

Compañeros Peligrosos || Tú Y Todos. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora