Patrulla

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—Bien, aquí tienes.

Lawrence le pasa a su compañero la caja de herramientas que habían encontrado en el almacén.

Hoy les tocaba patrulla juntos, y se encargarían de los lugares que debían ser reparados.

Habían pasado días desde el beso con Eugene, y este se había unido felizmente a robarle besos cada que tenía la oportunidad. Lawrence no había hecho ningún movimiento extraño esos días, y prácticamente nada había cambiado. Seguía durmiendo con Harry y el asesino, los cuatro le robaban besos o la secuestraban unos minutos para sesiones de besos, nadie había desaparecido o muerto, y habían parado de suceder cosas extrañas.

Siempre estaba alerta, por supuesto, e intentaba cuidar a los chicos a su manera, y eso nunca cambiaría.

—¡Nos vemos!—se despide, saliendo al pasillo.

—Tengan cuidado.

Ethan asiente y sale. Lo ve alejarse por el pasillo, y antes de irse, mira a Lawrence directamente a los ojos, con advertencia. Este sonríe amigablemente, sacudiendo su mano. No le daba confianza. Puede que los eventos extraños pararan, y que tuvieran un trato, pero él era impredecible y lo calculaba todo perfectamente. Un descuido y podría tener las muertes de sus amigos en su espalda.

Cerró la puerta y corrió a su anterior sala, abriendo la puerta con suavidad. Eugene estaba jugando con el trozo de pabilo de la última vez, y mira a la entrada al escucharla abrirse. Le hace una seña, y este se levanta y se dirige a ella con rapidez, esperando ordenes.

—Ve a mi sala y quédate con Harry mientras Ethan va a patrullar—dice.

No iba a arriesgarse a dejarlo solo.

Él asiente sin rechistar, y ambos regresan al pasillo. Antes de entrar a su sala, planta un corto beso en sus labios, entrando enseguida a la habitación. Lo último que escucha es al albino saludar, antes de subir rápido tras Ethan, a quien había perdido. Se lamió los labios, sintiendo aún los suaves de Eugene sobre los suyos.

Sonríe y sigue el sonido que emite la caja con cada paso que da el pelinegro, encontrándolo enseguida. Se apresura a llegar a su lado, y es observada con curiosidad. Le regala una sonrisa y sigue caminando, más tranquila al saber que los otros tres estaban acompañados y alerta, así que Lawrence no podría atraerlos fácilmente para acabar con ellos.

Decide distraerse observando otras cosas, y asegurándose de que todo esté en orden en el pasillo por el que andaban. La caja de herramientas parece pesada, pero Ethan la carga como si fuera una bolsa de pan. Que envidia. No era una persona débil, pues había tenido que cargar con compras pesadas desde una edad temprana por los problemas de salud de su mamá y su abuela en los huesos y articulaciones, pero no era capaz de llevar una caja de herramientas con tanta frescura. También debía percibirse así porque Ethan no tenía mucha expresión. No era especialmente expresivo, en ningún sentido. Aunque con cómo actuaba podía rebelar cosas, habían veces en las que parecía una estatua más que un ser humano.

—Ethan—llama. Este emite un sonido de garganta, avisándole que le prestaba atención—. ¿Dónde repararemos?

—...Ya lo veras—dice simplemente.

Hace un puchero involuntario, pero no dice nada más. Después de todo, el silencio no es incómodo. Ethan tenía la singularidad de que no se necesitaba una conversación para sentirte cómodo. Tal vez venía con su naturaleza callada y reservada.

Vuelve a buscar algo para distraerse, y se pone a comparar sus estaturas. No le sorprende del todo cuando descubre que le llega un poco más abajo del mentón. También, sus complexiones eran diferentes. Ethan se mantenía fornido a pesar de la mala alimentación, mientras ella era una chica promedio. Su cuerpo era blandito como gelatina mientras el suyo era duro como una roca. Lo sabía porque más de una vez lo había abrazado o había sido abrazada a la hora de dormir.

Compañeros Peligrosos || Tú Y Todos. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora