Episodio 3

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—Si más de la mitad de nosotros vota en contra, se va—habló la rubia—, ¿de acuerdo?

Suspiró, aún contra la pared. Por supuesto, nadie llegaba a un acuerdo todavía, y le entristecía que cuando por fin encontraba a un grupo de gente con la que tal vez podía contar, sencillamente no la dejaban quedarse, con miedo a que fuera un zombi, o simplemente parecían temer que fuera a acabarse los recursos como si fuera una princesa.

Bueno, el egoísmo es parte del ser humano, ¿verdad?

—Oye, ¡deja de ser tan mala!—Judy sonó como una niña bastante adorable en comparación—. Ella es mi amiga, ¿acaso tratas así a tus amigos?

—Bueno, ¿Por qué no te vas con tu amiga entonces?—burló la rubia. Frunció el ceño, sintiéndose arder de enojo.

—¡Sí, eso sería perfecto! Al menos no estarán solas—siguió Jay. Fue el colmo.

—Hey—llamó la atención, mirándolos con frialdad—, Judy no ha hecho nada contra ustedes para que digan eso. Yo puedo ir fuera, pero ella no se merece esos tratos solo por su falta de empatía.

Harry pidió orden, también cansado y decepcionado. Ella gruñó bajito y volvió a cerrar los ojos con el ceño fruncido en frustración, ignorando las miradas furiosas de ambos chicos.

Sintió una presencia acercarse, por lo que miró un momento en su dirección y al descubrir quién era sencillamente volvió a su expresión anterior, dejándola hablar. La pobre parecía a dos pasos de un ataque de ansiedad.

—Oye, ¿Dónde te has estado quedando?—le preguntó.

—Prácticamente en ningún sitio. Simplemente iba de casa en casa—respondió, sin inmutarse apenas.

Scarlett le gritó a la castaña, y no quiso ni mirarla, escuchándola suspirar temblorosamente y sus pasos alejarse. Podía sentir a la rubia clavar su insistente mirada en su persona, casi queriendo agujerearla. Cuanto escándalo por una chica nueva.

—No confío en ti. Ni un poco.

—No me digas—respondió ella, sarcástica.

—Nadie te quiere aquí, a todos les da miedo que pueda pasar algo contigo aquí. Estoy segura de que alguien como tú nos pondría en peligro.

—Oh, cállate—la voz hostil le pertenecía a Eugene.

—Hablemos cuando Lawrence y Ethan vuelvan, y votaremos.

—Amén, hermano—hizo un ademán con la mano.

—Ustedes son increíbles. Scarlett tiene razón, ¿no es así?

—...No puedo creer que sean tan egoístas...

Tras las palabras de Judy, se creó un silencio incómodo, tanto que empezó a mover su pie de lado a lado por la ansiedad de saber qué pasaría con ella. ¿Se iba? ¿Se quedaba? Mientras más pronto lo supiera mejor, así podría idear un plan para regresar a la ciudad sin riesgos.

Un fuerte ruido de dudosa procedencia rompió el silencio, provocando que se incorporara de golpe y mirara a todos lados. No fue aquí. Le llegó un horrendo olor a quemado, y enseguida se levantó, alerta, mientras los demás se preguntaban qué era lo que había pasado. Scarlett la culpó estúpidamente de la situación y ella puso cara de "nada que ver, we". No hay tiempo para estas tonterías. Corrió a la puerta y salió fuera.

El pasillo pronto estuvo lleno de humo negro, y analizó rápidamente el lugar para intentar saber cuál era la fuente de todo aquello. El humo era cada vez más denso, imposibilitándole la vista e irritándole los ojos. Tosió y se acercó a la puerta de la que parecía venir el humo, sintiendo su estómago doler ante la idea de abrir la puerta y encontrar a ambos hombres quemándose vuvos. Sin embargo, esta se abrió, saliendo el castaño y el azabache de ella, sin poder dejar de toser.

Compañeros Peligrosos || Tú Y Todos. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora