Extras

315 28 28
                                    

Holi.
No es un capítulo como tal, y para serles sincera, a penas he empezado el final de Eugene. Más que por estar ocupada por la escuela, ¡es porque voy a sacar este libro en físico! No estará disponible para librerías ni mucho menos, al menos aún no, pero quiero tener un ejemplar para mí, y quizás algún día, el libro se venderá en librerías de todo el mundo. Pero debo hacer muchas correcciones y agregar algunas escenas que tenía planeado poner antes, pero se me olvidaron, o de pronto no supe cómo encajarlas con las otras escenas.
Estas son algunas escenas que he agregado con las correcciones, y puede que las modifique en este libro algún día.
Bueno, disfruten. Prometo sacar el final de Eugene y su memoria cuando pueda.

Perdónenme la vida, por favor.

(...)

Estuvieron un buen rato allí sentados, divirtiéndose con el mapa y contando anécdotas de cuando estuvieron en algún edificio importante, o en algún museo o teatro por las actividades escolares y las excursiones. Con el ambiente divertido, recordó el olvidado kit de semillas en su mochila. Pidió permiso para ir a buscarlo, y salió bajo la mirada confundida de Harry. En su sala no había nadie, así que no hubo nadie que la entretuviera. Salió rápidamente, y cuando estuvo de nuevo en la sala de Harry, cerró la puerta, con la bolsita escondida en su espalda. Harry la miró con curiosidad.

—Acabo de recordar que encontré algo en el sótano, antes de bajar los tres—dijo, acercándose—. Pensé en ti, por alguna razón.

—¿Qué es? No me tendrás de sospechoso, ¿o sí?—la miró con travesura.

—Nada de eso—rió cuando él fingió un suspiro de alivio—. Mira—dejó de esconderlo—. ¡Ta-dá!

Los ojos morados brillaron con ilusión, y una sonrisa apareció instantáneamente en su rostro.

—¡Un kit de semillas!—exclamó, alegre. Se levantó de un salto, acercándose a ver, y ella le tendió el paquetito—. Son tomates Cherry. ¿Crees que podamos plantarlas?

—Para eso las traigo. Tuve el presentimiento de que sabías de esto—confesó, sonriendo también.

—No te equivocaste. Mi mamá me enseñó un día, y empecé a plantar algo lindo cada vez que la veía feliz—contó, yendo hacia un armario en una esquina y sacando algo de él—. Mi casa está llena de plantas en todas partes, y la mitad las planté y cuidé yo—rió.

Regresó con una pequeña maceta y un saquito de tierra.

—¿Y eso de dónde salió?—preguntó.

—Casualidades. Tal vez iban a hacer una actividad con esto, y al final no se pudo—se encogió de hombros, sonando algo triste con lo último—. Pero bueno, nos viene bien, ¿verdad?

Asintió, y ambos se sentaron en el suelo, dejando la macetita en el medio.

—Yo solo he visto a mi abuela, pero nunca he plantado algo—Harry la miró con la boca abierta.

—De lo que te estás perdiendo. Ven aquí, esta será tu plantita—dejó espacio frente a él, y lo palmeó para que se sentara ahí.

Obedeció felizmente, y le gustó estar más cerca de Harry. O, más bien, tener un momento lindo y divertido con alguien, después de los últimos tres días cargados de tención. Y más si era con un ángel como el peliblanco.

Abrió el saquito de tierra, y mientras, también fue contándole sobre su conversación con Sue, escuchándole un tarareo alegre. A falta de pala, empezó a echar la tierra con sus manos.

—Eso es—susurró él en su oreja, haciendo que se estremeciera en sus brazos—. Ahora haz un agujero y pon unas cuantas semillas. Hazlo de unos dos centímetros, más o menos.

Compañeros Peligrosos || Tú Y Todos. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora