Ya no sabía cuánto tiempo había estado ahí dentro, solo sabía que debía salir si no quería acabar consumida por la depresión y la ansiedad.
Cada día, debía soportar ver a Lawrence sonreír felizmente, dándole agua y comida que pudieron usar cuando estaban en grupo y en apuros, ropa linda completamente innecesaria y mimos asquerosos. Sin embargo, ahora tenía otro plan, que había empezado a poner en marcha desde hace un tiempo. Pero claro, debía tener mucho cuidado si no quería perder todos los privilegios que tenía.
Después del lapsus de debilidad en el que casi tira la toalla, durmió toda la tarde, y al despertar, ya un poco mejor, decidió que no podía solo dejarlo ganar. Sería deshonrar la memoria de los perdidos, y no podía permitírselo. Además, las palabras que Harry le dijo en su segunda patrulla juntos aun retumbaban en su cabeza, dándole esperanzas y una razón para luchar con uñas y dientes, aunque signifique perder la vida también.
Al principio, rechazaba todo lo que tenía que ver con Lawrence, evitando mirarlo, pateando la comida que le ofrecía, tirando el agua que le daba y rasgando la ropa que le traía. Fue la parte en la que menos tuvo que esforzarse. Después de un par de semanas, cambió ciertos aspectos, como comer lo que le daba en una esquina y dándole la espalda, bebiendo también agua, pero seguía rechazando las otras dos cosas. Y fue progresando lentamente, fingiendo que estaba adaptándose a su presencia con el tiempo y resignándose a estar allí para siempre. Estar en una situación parecida un par de años antes la ayudó un poco a saber lo que debía hacer, y cómo lentamente iba cambiando. Era un poco difícil, ya que Lawrence conocía perfectamente su astucia y habilidades actorales, pero parecía estarlo convenciendo de que se resignaba.
Era como si ambos estuvieran abrazados, pero con el filo de un cuchillo apuntando directamente a la espalda del otro, listos para atacar.
Ahora estaba en la parte más difícil: Aceptar todas y cada una de las cosas que le ofrecía, desde el agua hasta el sexo. Casi todas las noches, Lawrence los desnudaba y la abusaba sin apenas piedad, diciéndole "te amo", "eres mía" y "no te vayas nunca", besándola en toda la cara mientras la presionaba contra cualquiera que fuera la superficie donde estuvieran haciéndolo. Era asqueroso, y se sentía más que sucia cuando terminaba, pero no le importaba si podía conseguir lo que quería después. Al menos podía agradecer que usaba condones, y cuando se le olvidaba, le llevaba una pastilla del día después. Siempre que lo hacía, lo abrazaba de los hombros y escondía su rostro en su cuello, intentando convencerse de que era Zion o Ethan, ya que eran los que tenían el cuerpo más similar, y así no le causaba tanto repudio.
Cuando no tenía nada que hacer, buscaba su contacto, sentándose sobre él o dándole besos en la mejilla. Casi era difícil no vomitar haciendo cualquier cosa, incluso mirarlo era complicado, pero lo conseguía y lo hacía inmensamente feliz.
Miraba el techo, pensando en su siguiente movimiento, cuando Lawrence se acercó con la comida.
—Hora del desayuno, cariño—sonrió él, ayudándola a sentarse.
—Gracias.
Empezaron a comer en silencio, y ella solo pensaba en cuándo sería el momento perfecto para huir. Aún conservaba el mapa en algún lugar del sótano, y había un arma y una mochila que podría llevarse en su huida a la Zona Segura.
—¿Te duelen mucho los labios?
—¿Eh?—soltó, saliendo de sus pensamientos. Lawrence veía su boca, y ella llevó sus dedos a sus labios agrietados—. ¡Ah! Sí. Es que...se me rompen con el frío, y pues...—se encogió de hombros, con una pequeña sonrisa.
—Saldré más tarde, y buscaré un labial para ti en una farmacia. Escogeré un sabor que nos guste—dijo él, alegre.
Intentó no parecer muy ilusionada con la idea de que saliera, y solo asintió un poco y continuó con su bolsa de patatas de barbacoa. Dios la había escuchado, y acababa de darle una oportunidad. No era raro que Lawrence saliera, pero ahora tenía una idea en mente, y él estaba más que feliz con el trato que recibía por su parte. Había bajado un poco la guardia.
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Compañeros Peligrosos || Tú Y Todos.
Fiksi PenggemarEl mundo se ha convertido en un sangriento caos tras el brote de un virus que hace a las personas zombis. Al parecer, la ficción se ha vuelto realidad. Todo lo que antes había en abundancia y era normal, ahora escasea, teniendo que sobrevivir con lo...