Episodio 7

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Regresó a la sala que compartía con Judy tras estar todo el día de aquí para allá, subiendo y bajando las escaleras pero evitando lo máximo posible estar en ese pasillo. Incluso había salido fuera tras avisarle a Jay, que sabía que no le diría nada a los demás y que tampoco la regañaría por ir por ahí, tal vez incluso habría deseado que desapareciera en su aventura.
Se había paseado por los al rededores y matado a un par de zombis, lo que le sirvió de terapia, mas estaba cansada.
Se tiró en la manta como un peso muerto, y cayó dormida antes de lo que esperó.

Horas más tarde despertó por la mano de Judy, que le dijo que era la hora de la cena y que debían ir al aula común, por lo que se estrujó ambos ojos con una sonrisa cansada y se levantó tras ella, escuchando el que soñó con un unicornio de dos cuernos que la llevó por el mundo impulsado por arcoíris que salían de su trasero.

—¡Hey!—saludó Lawrence al entrar, sonriendo cálidamente.

—Hey—le sonrió también—. ¿Has descansado, Law?—podía ver lo que parecían ser el inicio de unas ojeras. Le pareció que no descansaba lo suficiente.

—No realmente—confesó él, apenado—. Solo estaba encargándome de unas cosas.

—¿Como qué? Pude ayudarte—se dejó caer en una de las sillas, aún tirando de la piel alrededor de su ojo—. Pudiste decirme.

—Mmm, no lo creo. Se nota que acabas de regresar de un viaje a una dimensión paralela—ante eso rió—. Aun así, gracias.

—Por favor, llámame cuando necesites ayuda—se estiró hasta que todo ella sonó.

—Está bien, pero en este caso estaba haciendo una lista de cosas por hacer—soltó un sonido afirmativo—. Pero eres más que bienvenida a ayudarme más tarde.

Poco a poco la sala empezó a llenarse, y pronto estuvieron todos charlando en grupos o solo flojeando en una silla. Lawrence avisó que iban a comer y juntaron otros escritorios para hacer la mesa más grande, poniendo luego los bollos de crema y las papitas en la superficie. Agarró rápidamente una de las pocas bolsas de papas de barbacoa, abriéndolas en un santiamén.

—¿Un bollo de crema?—miró a Eugene, que tenía uno de los pancitos entre sus manos y se quejaba—. ¿Sabes cuán rápido se descomponen estas, incluso en este clima frío?—ella puso los ojos en blanco—. Creo que esto fue lo que me dió dolor de estómago la última vez.

Y la perra seguía y seguía...

—Solo cállate y come, hombre—ordenó Zion, con la boca llena de una pieza de jamón. El rubio hizo un puchero adorable.

Se chupó los dedos—. Oye, Eugene—este se giró a ella, aún con el puchero—. ¿Quieres cambiar conmigo?—le ofreció la bolsa—, tengo papas de barbacoa. No soy de enfermarme, yo tomaré ese bollo.

—Nah, eso no será necesario, solo comeré el mío—abrió el paquetito lentamente, mas seguía mirando con algo de rechazo el pan—. No me gustan las papas de barbacoa de todas formas—pero era mentira, porque hizo una efímera mueca de tristeza.

—¿Qué hay de compartir entonces?—agitó un poco la bolsa.

—Pero este bollo de crema realmente no va con las papas de barbacoa—hizo otra mueca de disgusto—, ya sabes.. Los sabores realmente no van entre sí.

—Dios—echó la cabeza hacia atrás y luego se levantó—, eres muy difícil.

—¿Qué? ¿Yo?—ella se acercaba bajo la mirada de todos, menos la del más pequeño—. ¡No es así! Solo—finalmente llegó a su lado—… estaba tratando de ahorrarte problemas...

Compañeros Peligrosos || Tú Y Todos. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora