Compañeros Peligrosos || Tú Y Todos.

CRITICAL

Parpadea lentamente, siendo consiente por fin de su alrededor. Estaba en el suelo polvoriento de un local. Es oscuro, y silencioso. Lo único que puede escuchar son golpes arriba, y uno que otro grito. Movió los dedos para asegurarse de que no era solo su alma, y sí, estaba viva. Apretó los puños, y por fin se giró para quedar boca arriba, y se estiró. Un quejido salió de su boca por el dolor de los golpes al rodar escaleras abajo.

¿Qué fue lo que pasó? se preguntó en su mente.

Reconstruyó los hechos: estaban caminando, algo cae detrás de ella con un estruendo, escucha a Jay, y es empujada por las escaleras. Y aquí estamos.
Recordaba perfectamente que una mano se posó en su espalda y después perdió el balance. No había duda de que había sido Jay, ya fuera con buenas o malas intenciones.

Tendría que preguntárselo después. Por el momento, debía subir.

Se incorporó lentamente, con una mueca de dolor en el rostro. Le dolía todo, estaba algo desorientada y su vista se empañaba cada tanto. Sus extremidades estaban entumecidas. Lo único bueno es que el lugar estaba desolado, o eso parecía. Le llegó el vago sonido de algo arrastrándose por el piso, así que no debía bajar la guardia. Debió hacer mucho ruido al caer, así que no sería una sorpresa que apareciera un zombi de la nada.

Se sentó lentamente, con el único objetivo de subir las escaleras, ayudar a sus compañeros, y regresar a la escuela. Limpió su mejilla con la manga de su abrigo y miró a su alrededor, intentando ver bien algo, pero todo estaba demasiado oscuro, iluminado por una tenue luz que provenía de una solitaria bombilla en la entrada.

Quiso gritar por ayuda, pero ya los chicos debían estar teniendo bastantes problemas allá arriba, por lo que decidió callarse. Su corazón latió fuertemente ante la idea de haber sido abandonada allí, pero solo tomó una profunda respiración y se tocó el pecho, calmándose a sí misma. Le llegó un fuerte golpe de allá arriba, y se imaginó un poco lo que estaba pasando. Espero que estén todos bien. Se decidió por fin a levantarse. Si quería ser encontrada, entonces debía subir, y podía hacerlo porque no tenía ninguna herida seria.

Se puso de pie con esfuerzo, y cuando apoyó el pie derecho, un agudo dolor viajó desde su tobillo hasta su garganta. Apretó la mandíbula para no gritar, y dejó de apoyar su peso en ese pie. Me torcí el tobillo, ¡maldición! Eso era una desventaja muy grande, necesitaba sus piernas para escapar. Dió un par de saltitos hasta un mueble, y se sentó en el brazo de este. Ahora que sus ojos se habían acostumbrado a la falta de luz, pudo ver mejor.

El lugar era un desastre.

Los estantes y muebles tirados y regados por el piso, sangre manchando el suelo y el mostrador, los micrófonos manchados de sangre al ser usados de armas. Casi podía imaginarse a un grupo de personas cantando estúpidamente una canción, borrachos por las botellas que ahora estaban rotas en el piso, divirtiéndose entre amigos cuando uno de ellos empezó a transformarse lentamente, y nadie pudo huir de su amigo y su sed de sangre. La recorrió un escalofrío.

La nevera estaba destruida y vacía. Otro sobreviviente habría robado la comida. Sintiendo su pie un poquito mejor, dió saltitos hasta el mostrador, con cuidado de no resbalarse con la sangre, y revisó un poco, mas no había nada, solo la firma de una tragedia. Quería llevar algo, cualquier cosa, aunque fuera una mísera botella de agua.

Saltó y saltó a la puerta de las habitaciones. Con suerte habrán mas neveritas con bebidas o algo así, algo que les fuese útil. Dirigió su mirada al fondo del pasillo, que estaba oscuro.

Le daba miedo.

O sea, ¿sabes la sensación de cuando vas al baño a las tres de la mañana y ves el pasillo oscuro que tienes que pasar para llegar? ¿Ese que pasas corriendo con la sensación de que un espítiru te está siguiendo? Bueno, así se sentía ella mirando ese pasillo.