Capitulo 23

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Azoté con fuerza la puerta de mi habitación y traté de recuperar la calma caminando alrededor

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Azoté con fuerza la puerta de mi habitación y traté de recuperar la calma caminando alrededor. Mi corazón late frenéticamente en mi pecho y no dejo de pensar en las palabras de Leon.

«Lucas es el culpable de todo lo que está pasando»

-¡No! -exclamé con potencia arrojando a la puerta una de mis almohadas.

Me senté en el borde de mi cama y puse mis codos sobre mis rodillas, traté de respirar normalmente, sin embargo es imposible ahora. No dejo de pensar en lo mal que me hace sentir lo que me acaba de decir Leon.

-No puede ser, tú no puedes ser el culpable de esto. Tú no puedes ser una mala persona. -susurré sollozando y suspirando, mientras limpio un par de lágrimas que caen por mis mejillas.

De repente, el sonido de alguien tocando la puerta, me obligó a sobreponerme. Respiré profundamente y cerré los ojos para no revelar mi real estado emocional.

-Adelante. -señalé y abrí mi armario, para retirar una pequeña maleta.

-Emi, te traje un té, tu madre me pidió que lo hiciera. -la voz de Leon suena tan distante y lejana para mí, es como si ya no reconociera al hombre con el que se supone que compartiré mi vida.

-Gracias, pero le dije a mi madre que no quiero nada. -respondí seca.

-¿Puedo pasar para que hablemos? -preguntó y la verdad no había notado que él aún estaba parado en la puerta de mi habitación. Me estoy comportando como una persona muy maleducada y desagradecida.

-Claro que sí, discúlpame, por favor pasa. -dejé la pequeña maleta sobre mi cama y me acerqué a él para recibir la taza con la bebida humeante. -siéntate aquí. -sugerí señalando el sillón que está al lado de mi cama.

Leon se sentó y guardó silencio por un par de minutos muy incómodos, lo cual me obligó a recordar las veces que estuve a solas con Lucas. Nuestros silencios siempre son tan cómodos y es como si su sola presencia, fuera suficiente para que yo me sienta bien.

Sacudí mi cabeza cerrando los ojos y tratando de disimular el torbellino de emociones que se apodera de mí, cada vez que recuerdo sus brazos alrededor de mi cuerpo y sus labios haciendo maravillas en los míos.

-¿Emily? -la voz de mi novio me hizo volver a la realidad de golpe.

-¿Uh? Discúlpame, no quise ser grosera, es solo que todo lo que está pasando es demasiado fuerte para mí.

-Lo se cariño y te entiendo perfectamente. Por eso vine a disculparme.

-¿A disculparte? ¿Por qué? -cuestioné muy confundida.

-Emi, mi amor -se acercó a mí, sentándose en el borde de la cama y a mi lado, sin invadir mi espacio personal. Luego tomó mi mano y yo lo dejé hacerlo, a pesar de que lo que sentí está muy lejos de ser comodidad. -sé que me he comportado muy mal últimamente y la verdad es que estoy muy arrepentido. Tú acabas de perder a alguien muy especial y yo debí apoyarte, sin embargo no lo hice y me comporté como un imbécil.

Mi vida en tu mirada - Vol. 2- YA EN FISICO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora