Capítulo 40

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—¡Maldita sea! ¿Cómo diablos se les escapó esa estúpida?

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—¡Maldita sea! ¿Cómo diablos se les escapó esa estúpida?

—Señora Jessica, ella salió antes de que llegara la otra mujer a recogerla, parece que se escapó del hospital. —respondió uno de los hombres que envié para matar a Emily en el hospital.

—¡Lo que pasa es que ustedes dos son unos inútiles! Debí haber ido yo misma a matarla y no confiar en que ustedes podrían cumplir con algo tan simple como meterle un balazo a esa zorra.

—Señora, la buscaremos por toda la ciudad. Además, lo más probable es que ella vuelva al hospital a ver a su novio, porque él sigue en estado de coma. —sentí una punzada en el corazón al escucharlo hablar del estado en el que está Lucas, sin embargo, debo controlar mis emociones frente a ellos, jamás permitiré que me vean débil.

—Vayan a vigilar el hospital y yo voy a averiguar si ella está en la casa de Lucas. —ordené convencida.

—Está bien, señora. Ahora mismo nos iremos. —los hombres salieron del departamento en el que me estoy escondiendo y yo decidí que ya es momento de que yo enfrente cara a cara a la maldita Emily Roberts.

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Casi siete meses buscándola, siete meses viviendo escondida en este hueco de mierda y soñando con el día en el que por fin pondré una bala en la cabeza de Emily, siete meses en los que no duermo por las pesadillas que me azotan y la culpa que siento al saber que Lucas aún no despierta.

Me levanté de la cama y me acerqué a la ventana, lo único que puedo ver son viviendas asquerosas y gente en la miseria, y pensar que no hace mucho tiempo, yo vivía en una casa del tamaño de todo este vecindario y dormía en una enorme cama con sábanas de seda.

—Nunca podrás escapar de mí, Emily. Huye todo lo que quieras, porque tarde o temprano yo te encontraré. —afirmé bebiendo un poco de café para mantenerme en pie.

Emily Roberts desapareció sin dejar rastro hace casi siete meses. Ahora yo vivo sola aquí, esperando cada día el reporte de los delincuentes a los que les pago por buscarla. Sin embargo,  estoy muy nerviosa porque el dinero se me está acabando y no puedo usar las tarjetas de crédito de Lucas, pues eso haría que la policía me ubique más rápido.

Necesito encontrar la manera de ir a mi departamento para sacar todas mis joyas, las cuales Lucas pagó sin enterarse. Si logro vender esas joyas a buen precio, eso me ayudará a seguir pagándole a mis cómplices para que me cuiden y sigan buscando a la estúpida de Emily.

No tengo ninguna meta más en mi vida, lo único que quiero es verla muerta y enterrada igual que su amiga. Si después de eso, yo debo ir a prisión, eso no me importaría porque tendría la paz de saber que ella ya no está en este mundo. 

—Tienes que morir, Emily, tú debes pagar por haber arruinado mi vida y también por haber alejado a Lucas de mí —limpié una lágrima de mi mejilla e intenté controlar el llanto, pero no pude —Lucas, perdóname, yo te amo y te amaré hasta el último de mis días. —sollocé con desesperación.

Mi vida en tu mirada - Vol. 2- YA EN FISICO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora