Capitulo 25

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Llegué a mi casa y, a pesar de mis plegarias durante todo el camino aquí, encontré a la horrible mujer con la que estoy casado

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Llegué a mi casa y, a pesar de mis plegarias durante todo el camino aquí, encontré a la horrible mujer con la que estoy casado.

—¡Wow! Esto sí que es una verdadera sorpresa, cariño. Pensé que no volvería a verte. ¿A qué debo el placer de tu presencia en esta casa? —la ironía con la que habla me produce una rabia incontrolable. Sin embargo tuve que controlarme, pues ahora tengo cosas mucho más importantes qué hacer.

—Te recuerdo que esta es casa, así que puedo venir aquí las veces que me dé la gana. —respondí pasando de largo y sin mirarla, a pesar de que está sentada en la sala bebiendo lo que parece ser una bebida alcohólica.

—Y yo te recuerdo que soy tu esposa y tengo todo el derecho de preguntarte ¿Dónde diablos estuviste?  —solté una carcajada burlona y seguí caminando hacia las escaleras, no tengo tiempo qué perder, pues tengo que darme una ducha antes de ir a hablar con mi madre sobre Jones.

Parece que mi risa la hizo enojar, porque se acercó a mí iracunda y tomó mi brazo, movimiento que rechacé inmediatamente.

—¿Quién demonios te crees para burlarte de mí? —exclamó.

—Jessica, nosotros no tenemos nada, así que ¡deja de una vez el puto teatro!

—¿Teatro? Soy tu esposa, maldito idiota. Me debes explicaciones.

—¡Yo no te debo un carajo! Suéltame y déjame en paz. —subí un par de escalones, pero sus palabras me detuvieron.

—Si no te alejas de esa puta, yo me encargaré de que no la vuelvas a ver nunca más ¿Me oíste? —en un segundo estuve abajo tomando sus brazos con fuerza.

—¡Ni se te ocurra acercarte a Emily! ¡Déjala en paz, Jessica!

—¿Cómo vas a obligarme? —espetó desafiante y mirándome con odio en los ojos.

—¡Si le haces daño, te juro por Dios que te mataré, maldita bruja! —espeté iracundo mirándola fijamente, la loca que tengo por esposa, empezó a reír de manera enferma, decidí que no tiene caso seguir hablando con ella. La solté y me dirigí a mi habitación.

Entré a mi habitación y di un portazo, respiré profundamente caminando alrededor de la cama, mientras trato de recuperar la calma, pues la verdad es que esa mujer logra sacar lo peor de mí.

—¡Maldita sea! —exclamé renegando conmigo mismo por la desgracia que es mi vida.

Me senté en la cama y saqué del pequeño cajón de mi mesa de luz, el libro que leo cada noche antes de dormir. Lo abrí y retiré de su interior un pequeño recorte de una revista.

Formaba parte de una entrevista que les hicieron a Leon y Emily hace algún tiempo, la sesión de fotos de los dos juntos, parece demasiado forzada. Sin embargo, la única foto que publicaron de ella sola, es la que me acompaña a diario. Su cabello dorado cae naturalmente y sus hermosos ojos azules traspasan mi alma. La hermosa sonrisa tímida que se forma en sus labios, es suficiente para hacerme olvidar todo lo que acaba de suceder.

Mi vida en tu mirada - Vol. 2- YA EN FISICO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora