Capítulo 4

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Mi primera semana en el internado ha estado genial. Me adapté muy rápido y mis amigos son buenas personas. Roberto llega a ser un poco tímido, a veces; pero, después de un rato su confianza mejora; puedo pasar horas hablando con él y no me aburro para nada. Marisol y sus arranques de furia son, sin duda, todo un caso; pero, ya me acostumbré a ella y nos convertimos en grandes amigas muy rápido; me hace reír con sus locuras. Eduardo es muy parecido a Marisol, aunque un poco más prudente; pude averiguar que aunque ellos dos han reprobado algunos cursos anteriores, sus calificaciones han mejorado considerablemente.

Los profesores son impresionantes; los mejores sin duda. Ahora veo que el alto nivel académico que tanto se presume del internado, es real. Las clases son amenas y en todas aprendo mil cosas nuevas. La clase de literatura, con la profesora Sandoval, es mi favorita.

La vida de mis padres sigue normal; siempre de gira. Ahora se encuentran en Francia para un concierto; ellos son la pareja de pianistas más reconocidas en América y Europa. Debo reconocer que extraño verlos, aunque parezca que ya me he acostumbrado a vivir lejos, los extraño; pero, estoy consciente de que es mejor estar en un solo lugar estudiando y no viajando cada semana a un lugar diferente.

Al ver por la ventana de mi habitación me doy cuenta de que la noche está muy tranquila y ya casi no hay nadie por los jardines. No tengo sueño y creo que una caminata no me caería nada mal. Decido vestirme con un pantalón deportivo, una camiseta y tenis.

El cielo está despejado y las estrellas se ven radiantes. Solo deseo observar los destellos del universo para poder olvidar el mundo un rato, así que me tumbo en el pasto y contemplo su inmensidad. No sé cuantos minutos han pasado, pero este momento de paz es genial. Escucho mi respiración, el viento y alguno que otro grillo que, seguramente, disfruta de la noche tanto como yo.

De repente, un sonido familiar interrumpe el silencio que me rodea; me apoyo sobre mis codos para poder levantar mi torso y observar a mi alrededor; entonces, giro a mi derecha, para descubrir que el lugar de donde proviene el sonido, es el edificio de las Bellas Artes; la ventana superior se encuentra iluminada y se escucha claramente la melodía de un piano.

Mi curiosidad puede más y me dirijo hacia allá. Me acerco y la puerta se encuentra abierta; tal vez, lo más sensato es no ingresar sin ser invitada... ¡Al demonio! No puedo evitarlo y entro.

El interior es precioso, sin duda, es el mejor lugar de tosas las instalaciones; los pisos son de mármol reluciente y parecen un espejo, a pesar de la poca iluminación; además, la decoración es magnífica.

Observo a mi alrededor y lo que más llama mi atención dentro del recibidor, es un cuadro de gran tamaño que decora la pared principal; en éste, se aprecia a una mujer muy bonita y con una sonrisa angelical; demasiado pálida para mi gusto, pero con un rostro digno de ese retrato y adornado por un par de ojos color miel, de los que destacan unas pestañas largas y rizadas. Recorriendo el cuadro con la mirada, me percato de una pequeña placa dorada que brilla por debajo de éste.

"En memoria de: Alma Franco. Jefa del departamento dedicado a las Bellas Artes."

Así que ella era la esposa de la profesora Lugo...

La música proveniente del piano cambia de ritmo y me sobresalto un poco; tiendo a distraerme seguido y me asusto fácil.

Es impresionante cómo el tono suave de la melodía se transformó en algo rápido e intenso; se escucha aún más bonito.

Me dirijo hacia la escalera para poder subir y descubrir al artista que toca tan hermosa melodía. Tengo que hacerlo. Es como si cada nota que emite el piano me llamara a gritos y mi cuerpo se deja ir en medio de una hipnosis. Llego al primer escalón y decido subir despacio, sin hacer ningún ruido; la música comienza a percibirse cada vez más fuerte y mi deseo por saber quién toca tan bonito, incrementa.

¡Qué ironía!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora