Capítulo 8

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Hay una explosión de sensaciones y emociones nuevas que se pelean dentro de mi cuerpo, como consecuencia de la cercanía que tuve con Lugo. Siento la necesidad de un baño con agua fría; pero tengo clase, así que solo puedo lavarme las manos y humedecer un poco mi frente y mi cuello.

Dios, debo aprender a controlarme cuando estoy cerca de ella. No sé qué me pasa, que ni siquiera puedo controlar mis impulsos; un día de estos algo no va a salir como debe.

Paso un rato frente al espejo, intentando que mi semblante vuelva a la normalidad.

Me queda el tiempo justo para poder llegar a clase; salgo del baño y avanzo por el pasillo. Al llegar al aula, ya están todos mis compañeros, así que tomo asiento en el lugar de siempre; frente al escritorio de la profesora.

De pronto, el ruido de la puerta al cerrarse nos provoca un sobresalto, a tal grado que, silencio se hace presente y nos quedamos congelados al notar la presencia de la profesora Lugo.

¿Dónde demonios está la profesora Sandoval?

—Buenos días —comienza—; he de informarles que, a partir de hoy, seré la encargada de impartir la asignatura —habla con voz firme mientras se dirige hacia el escritorio para dejar su bolso.

Nadie se atreve a preguntar por la profesora Sandoval. Todos tienen cara de pánico y es de suponerse, porque esta mujer impone mucho.

—Seguramente se preguntarán qué ha pasado con la profesora Sandoval. —Dirige su mirada a nosotros. —Bueno, aunque no es necesaria una explicación, estoy consiente de la buena relación que tenían con ella.

Su voz suena seria, ni enojada, ni feliz.

—La profesora Sandoval decidió retirarse de la institución por motivos de salud.

—¿Es algo grave? —pregunta una compañera de la última fila.

—No. Sin embargo, ella prefiere descansar alejada de tantas presiones. Eso es todo —concluye el tema—. Su profesora me informó acerca de los temas que ya han visto, por lo que continuaremos con la clase de manera normal.

Tengo miedo.

Amo la literatura y soy buena en ella, pero siento que con la profesora Sandoval todo era más relajado y fácil. La profesora Lugo nos va a martirizar, de eso, no tengo dudas.

Todos la observamos atentamente. Con toda tranquilidad, se sienta de lado sobre el escritorio y acomoda una pierna delante de otra; su mirada se cruza con la mía una fracción de segundo y continúa recorriendo cada uno de los rostros que se encuentran en el aula.

—Comenzaremos a estudiar un nuevo género literario. ¿Alguien me puede decir de cuál se trata?

Vamos bien; al menos su clase es dinámica. Tenía la idea de que se sentaría en su escritorio a dictarnos durante horas.

De repente, un chico al otro extremo del aula levanta la mano. Ella asiente indicándole que hable.

—Poesía.

—Correcto.

La miro fijamente y se me ocurren miles de poesías para dedicarle.

¿Qué me pasa? Hay días en los que me desespera su actitud; a veces la odio por egocéntrica y a veces me encanta su egocentrismo. ¡Qué ironía!

No empezamos con el pie derecho; pero ahora parece que las cosas mejoran. Sé que detrás de esa frívola Verónica Lugo, existe una gran persona.

Se pone de pie y camina hacia la pizarra. Comienza a escribir con toda la elegancia que la caracteriza y una perfecta caligrafía hasta que podemos observar la frase: "¿Qué es poesía?".

¡Qué ironía!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora