El camino a las jardineras se vuelve incómodo; debo soportar la mirada asesina que me lanza Marisol mientras avanzamos, ¿de verdad cree que acribillándome con la mirada va a lograr que le cuente algo? Por culpa de su reacción, hasta me siento un poco culpable y ni siquiera somos nada.
Maldita sea. Lo que sucedió hace un instante fue una escena de... ¿celos? No es posible.
Una nueva mirada, por parte de Marisol, me saca del trance en el que vengo; debo contestar y, aunque no tengo nada que ocultar, tampoco tengo algo que contarles. No ha pasado nada a ciencia cierta.
Vamos Sofía, piensa.
Entonces se me ocurre decir parte de la verdad y cambiar el rumbo de la discusión.
—Estábamos hablando acerca de un castigo —no pienso dar más detalles.
—¿Por qué te castigaría Lugo? —pregunta Roberto— ¿Qué ha pasado con la profesora Sandoval?
—Nada malo; se retiró por motivos de salud.
—Y no hubo un mejor remplazo que Lugo —deduce Roberto.
—Eso no es lo importante aquí; antes de salir, ella te dijo algo —insiste Marisol— ¿de qué asunto hablaban?
—Ya dije que era por un castigo —insisto de buena manera, pues no la quiero tratar mal, a pesar de su mal humor—. Aunque, ya que estamos con tantas preguntas, me puedes decir ¿por qué me tomaste de la mano?
Llegamos al jardín y nos sentamos bajo la sombra de un gran árbol. Roberto nos mira sorprendido por lo que acabo de preguntar y Marisol parece que medita su respuesta.
—Te hice una pregunta Marisol —le recuerdo.
—¡No lo puedo creer! Pero si ya hasta hablas igual que ella. —Se pasa las manos por su cabello un par de veces y estoy segura que hasta Roberto percibe su desesperación. —Tomé tu mano para que notara que no estás sola, Sofía.
—No necesito que me defiendas —sueno un poco cruel—; te lo agradezco, pero, no es necesario —intento suavizar las cosas.
—Discúlpame si te molestó que te tocara —responde un poco indignada—; es solo que, odio a Lugo y no quiero que esa bruja te haga daño.
—¿Por qué la odias tanto? —se tensa al escuchar mi pregunta.
—Porque sí. Nos odiamos y punto —contesta tajante—. No hay nada que explicar.
Claro, ella sí puede responder de ese modo y a mí me acosa como si fuera un delincuente para que confiese un crimen.
Será muy difícil descubrir qué fue lo que pasó entre ellas dos; mi primera sospecha es pensar que tienen una historia del pasado; pero no, no puedo sacar conclusiones antes de tiempo. Si de algo estoy segura es de que hay algún problema entre ellas dos. No es normal que cada que estén cerca, algo esté a punto de explotar.
—¿Te hizo algo para que la odies? —insisto.
—No hablemos del tema. Solo te digo que no te conviene estar cerca de ella. —Me dedica una mirada seria y cambia de tema. —¿Dónde estará el idiota de mi hermano?
—Dijo que iba a ir a la cafetería— responde Roberto.
Mi mente divaga después de su inexplicable evasión del tema, así que no les presto mucha atención. Recuerdo que tengo que hacer una tarea de química y sé que, si espero hasta la noche para hacerla, terminaré por dormirme encima del libro.
—Los veo al rato —digo mientras me levanto—; voy a la biblioteca
—¿A la biblioteca? —pregunta Roberto un poco incrédulo— Y luego dicen que el nerd soy yo, solo por estar en el club de matemáticas —se burla.
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¡Qué ironía!
RomanceSofía ingresa a un nuevo internado y ahí conocerá a Verónica Lugo, con un carácter muy particular. La percepción que tiene de ella se ve influenciada por un misterioso suceso que ocurrió en el pasado. ¿Será odio a primera vista? ¿Amor? ¿La situació...