Capítulo 16

12.6K 813 102
                                    

El internado se mueve a un ritmo extraño; todos parecen hormigas trabajando a contratiempo y, es que, falta solo un día para la fiesta de Halloween. Incluso la cafetería luce vacía; si los estudiantes no están ensayando, están trabajando en la decoración o en sus disfraces ahora que se hizo público que, es obligatorio para todos.

No sé qué haré al respecto; Verónica ya no me ha comentado nada al respecto de mi propuesta de combinar nuestros disfraces; a pesar de continuar aceptando mis pequeños regalos o tarjetas, no ha habido un gran avance entre nosotras.

Al parecer, todo volvió a ser como antes del beso, solo nos llevamos bien, bromeamos y hasta ahí. No se niega a que convivamos, pero tampoco me demuestra más.

Estoy esperando a mis amigos, para que me cuenten qué disfraces eligieron; casi no nos hemos visto así que tenemos que ponernos al corriente en muchas cosas; excepto que yo, no tengo mucho que contar.

Mi atención se dirige hacia la barra y veo que Andrea está recogiendo algún pedido; entonces voltea y una sonrisa boba se dibuja en sus labios, se ve tan feliz como siempre.

Ay por Dios, no. ¿Se dirige hacia acá?

—Hola Sofía —me saluda al llegar a mi mesa.

—¿Hola?

La miro extrañada; hemos tenido algunos encuentros, pero jamás hemos hablado.

—Debo parecer una loca, ¿verdad? —no la desmiento, ella tiene razón— Soy Andrea, mucho gusto.

Toma asiento en la silla que está a mi lado, dejando sus recipientes de comida sobre la mesa.

—Sé quién eres.

—No lo creo —niega divertida—. Al parecer comenzamos con el pie izquierdo; no nos conocemos y, aun así, la primera impresión fue difícil. Me gustaría comenzar de cero.

¿Por qué nunca deja de sonreír?

—No lo tomes a mal, pero no me interesa —respondo cortante.

En el fondo, no termino por convencerme de que nada sucede o sucedió entre Verónica y ella.

—Entonces sí lo tomo a mal —finge molestarse—, porque no me conoces y ya me odias Sofía; yo no soy una mala persona.

—No te he juzgado —miento.

—Entonces permite que nos conozcamos —no puedo negarme—. ¿Cómo te has sentido en el internado?

—Bien. Me gusta mucho.

—Me alegra —responde sincera—. Supe que estás dentro de la organización de la fiesta de Halloween —menciona emocionada—; ¿sabes? Es mi festividad favorita.

—Entonces estoy segura que disfrutarás de todo mañana.

—No tengo dudas de ello —ríe—. ¿Ya tienes tu disfraz?

—Aún no.

—¿En serio? —interrumpe preocupada.

—No sabía que se hacía una gran celebración; soy nueva, ¿lo recuerdas?

—Pero siempre se lo puedes pedir a tus padres o comprarlo por internet —menciona como si fuera obvio.

Aunque al parecer, para mí no es nada obvio ¿Por qué no se me ocurrió antes?

—No lo pensé.

—Debes conseguir algo de inmediato; si quieres puedo prestarte algo ¿qué talla eres?

—Supongo que la misma que tú —respondo dudosa—; pero, no te preocupes; terminaré por ser un fantasma con ayuda de alguna sábana o un zombi maquillado.

¡Qué ironía!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora