Recuerdo mi primer día de clases, como si fuera ayer; lamentablemente, el tiempo ha pasado y hoy, es mi último día en el internado.
La graduación fue ayer; mis padres vinieron, aunque sea por un rato, a pesar de sus múltiples ocupaciones y conciertos que tienen programados. Pero, a partir de hoy, todo depende, sólo de mí.
Los golpes en mi puerta me alertan y abro rápidamente; hace mucho que nadie llama, no desde que Andrea y Marisol se fueron.
—¿Todo listo? —Verónica sonríe apenas abro la puerta.
—Sí, creo que es todo —respondo señalando el equipaje.
—¿A qué hora dices que sale tu vuelo? —pregunta al sentarse sobre la cama.
—Por la noche —resoplo—. Por eso te dije que hubiéramos dormido juntas, como despedida; de todos modos, tenía el tiempo perfecto para acomodar todo.
—Sabes que odio las despedidas —responde triste— y, eso, solo habría alargado aún más mi agonía.
—¿Segura que no vendrás a despedirme? —mi expresión se vuelve un puchero triste y suplicante.
—Mi amor, hemos hablado de esto muchas veces —su explicación suena tan triste como siempre—. Sería más doloroso.
—Lo entiendo.
—Pero promete avisarme en cuanto estés en el avión, solo un mensaje, por favor.
—¿Para que la azafata me aviente del avión en pleno vuelo? —intento bromear.
—Boba. Me refiero a antes de despegar.
—Lo sé, pero me encanta hacerte enojar.
—¡Sofía! —me advierte.
—Lo prometo.
—Ven aquí.
Me rodea con fuerza en un abrazo que duele más, con cada segundo que pasa.
Debo irme, pero no quiero.
Nos despedimos entre besos, lágrimas y mil abrazos. Cada uno de ellos más largo que el anterior.
El dolor en mi pecho es incontrolable, pero es parte de crecer. Sé que el tiempo pasará volando y que, cuando menos me lo espere, volveré a disfrutar de la compañía de Verónica para todos los días de mi vida; mientras tanto, solo queda avanzar.
El camino al aeropuerto es largo, pero a mí me parece tan rápido que, en verdad, odio cuando, por fin, pongo un pie en el lugar que me llevará a kilómetros de distancia de la mujer que amo.
El documentar el equipaje y esperar a que el vuelo salga, me distrae un poco, pero todavía guardo las esperanzas de que Verónica venga a darme un último beso, una última sonrisa y un último abrazo.
Pero, no sucede.
Eso, solo pasa en las películas.
Una voz, odiosa, llama para abordar el avión y con una última mirada atrás, doy un paso, poco seguro, hacia un nuevo comienzo y un inminente futuro. Sé que cuando termine de atravesar el pasillo que me lleva al avión, nacerá una nueva Sofía, aquella que luchará por hacer sus sueños realidad y por aprovechar cada día para volver a donde una vez fue feliz.
Ahora sé lo difícil que se siente el alejarte de la persona que más amas.
Mi corazón se queda con Verónica.
Avanzo, ansiosa, por el pasillo, en busca de mi asiento para poder mandarle un mensaje antes de partir. Mi atención se enfoca en leer las etiquetas con la numeración de los asientos para poder ubicar el mío y cundo por fin llego, los nervios vuelven a invadirme. Tomo asiento y aunque mis manos sudan, tecleo rápidamente un mensaje a Verónica.
"Encontré mi asiento y no me perdí en el aeropuerto. Te dije que ya no soy una niña. Prometo llamarte en cuanto llegue. ¡Te amo!"
Su respuesta no tarda en llegar y me pone triste el ver un emoji de un corazón roto, al final del mensaje.
"Te amo, Sofía."
Comienzo a buscar mis audífonos, para no morir de aburrimiento durante el vuelo, cuando una voz llega a mis oídos y mi sangre se congela, como si estuviera enfrente de un fantasma.
—¿Me das permiso? Mi asiento es el de al lado.
—¡¿Tú?! ¿Qué haces aquí? Pensé... pensé que ...
—Parece que tendrás compañía en esta nueva aventura.
Miles de lágrimas, es lo único que mi cuerpo puede emitir como respuesta. Mi voz desaparece por la sorpresa y mi felicidad es lo único que manda sobre mí, en un ataque de llanto que no puedo controlar.
Parezco una estúpida.
Las manos de Verónica se acercan a mí rostro y limpian la humedad de mis mejillas. Me doy cuenta que sus ojos también están comenzando a brillar en exceso, conteniendo sus lágrimas; pero su sonrisa es tan grande que me contagia.
—No podía dejarte ir tan fácil —su voz intenta no quebrarse.
Nunca pensé que se pudiera llorar tanto de felicidad.
Verónica está conmigo y con eso confirmo que nuestro amor, va más allá de todo.
Una nueva etapa nos espera.
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N/A
¡Hola!
Si llegaste hasta aquí, muchas gracias por acompañar a Verónica y a Sofía en esta historia; valoro mucho que le hayan dado tal aceptación y no se haya quedado solo en mi imaginación. Debo decir que me siento muy feliz de que hayamos llegado al final y muy triste de despedir a nuestras protagonistas; pero, vendrán nuevas historias y ¿por qué no? Si el público las aclama, puede haber una segunda parte. ✨
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¡Qué ironía!
RomanceSofía ingresa a un nuevo internado y ahí conocerá a Verónica Lugo, con un carácter muy particular. La percepción que tiene de ella se ve influenciada por un misterioso suceso que ocurrió en el pasado. ¿Será odio a primera vista? ¿Amor? ¿La situació...