Capítulo 7

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—¡Apúrate Sofía! Debemos ir a que elijas tu actividad extra académica.

Marisol ha estado insistiéndome, casi desde que despertamos, para ir a elegir mi actividad extra.

¿Por qué tanta insistencia?

En mi caso, ni siquiera me preocupo; no es algo que entre dentro de nuestra formación académica, así que elegiré algo a mi gusto y solo para pasar el rato.

No tengo interés por algo deportivo; siempre me ha dado mucha flojera, sin mencionar que soy más lenta que un caracol y no reacciono a tiempo. Quiero elegir alguna actividad artística pero no sé cuáles hay; les preguntaría, pero ellos prefieren no hablar acerca de eso y sospecho que tiene que ver con la muerte de la esposa de Lugo porque cada que tocamos ese tema, la tensión aparece y el carácter de Marisol empeora.

En fin, debo buscar una actividad para rellenar mis horas libres ya que mis únicos pasatiempos son sumergirme en la biblioteca a leer por horas o dormir. Ayer, por ejemplo, me la viví recostada escuchando música toda la tarde; nunca pensé que, el ayudar a Lugo a destrozar documentos y acomodar libros, fuera tan agotador.

¡Qué vida tan aburrida la mía!

Marisol tiene natación en unos minutos más, por eso su insistencia. No es necesario que me acompañe; pero, ella insiste y creo que sus intenciones son que elija estar con ella.

Ni loca.

Además, en natación, Eduardo le hace compañía; por mi parte, no me molesta realizar mis actividades sola.

—¿Ya has tomado una decisión sobre tu actividad?

—En realidad no; leeré la lista hasta que aparezca algo que me llame la atención.

—Mientras no elijas matemáticas como el nerd de Roberto, está perfecto.

—Por supuesto que no; soy buena en ello, pero no es algo que me interese para pasar el rato.

Nos dirigimos hacia un costado del edificio central; debajo de un tejado están instaladas tres tabletas en las cuales se muestra una pantalla para iniciar sesión en algún software especial que tiene el internado; una vez que se ingresa, se pueden consultar y elegir las actividades extra académicas.

La información que se encuentra ahí es concreta, sólo indica el nombre de la actividad, número de integrantes y horario. Se supone que, ya que esté inscrita, me llegará un correo electrónico de confirmación, indicando el aula y los requerimientos, o algo así le entendí a Marisol cuando me explicó.

Al llegar, hay unos cuantos alumnos haciendo fila. El proceso es muy sencillo, pero veo que tardan en decidir.

—¡Ay, no! —se queja Marisol—. Hay mucha gente y odio esperar. Te dije que viniéramos más temprano.

—Tranquila, si quieres puedo esperar yo sola. O vámonos y vuelvo más tarde.

—No, no. Ya estamos aquí.

Solo han pasado unos minutos y una vez más compruebo que la paciencia de Marisol es limitada; el golpeteo constante de su pie contra el suelo, está por sacarme de quicio. Doy un paso adelante pues la fila en la que nos encontramos avanza y veo que solamente faltan unas cuántas personas.

—No entiendo por qué tardan tanto en decidir —reclama.

—No una decisión fácil, yo t...

Una música de violín, procedente de la mochila de Marisol, interrumpe lo que estoy diciendo.

De mala gana saca su celular y alcanzo a ver el nombre de Eduardo en la pantalla antes de que ella conteste la llamada.

¿A Marisol le gusta la música de violín? Esto es raro; eso no concuerda con su personalidad.

¡Qué ironía!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora