Capítulo 32

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Oficialmente, hoy se termina el ciclo escolar; ya no tenemos más clases, pero durante el día, nuestros profesores han estado entregando las calificaciones finales.

He de decir que estoy muy feliz, pues acabo de recibir mi última calificación y aprobé todas mis materias con un buen promedio; incluso puedo apostar que alcancé al ñoño de Roberto o puede que lo haya superado.

Contenta con mi desempeño, me dirijo a mi habitación para relajarme y descansar. Podría ir a buscar a Verónica, pero en la tarde que pasé por su despacho vi que la fila, para revisión y extraordinarios, era inmensa; seguramente muchos de mis compañeros siguen ahí, llorando para obtener una mejor calificación, y ella terminará muy cansada y fastidiada.

¿No se aburrirá de tantas súplicas?

Al llegar a mi habitación, decido hacer una llamada a mis padres para informarles sobre mis calificaciones, aunque estoy segura que mañana mismo les serán enviadas a sus correos.

—Mi amor —la voz de mi madre resuena tan fuerte que debo alejar mi celular de mi oído—, ¿cómo estás?

—Muy bien —respondo animada—. ¿Y ustedes? ¿No los interrumpo?

—Claro que no Sofi —responde mi padre y confirmo que estoy en altavoz—. Estamos bien; a punto de descansar porque mañana tenemos un vuelo.

—¿Nueva gira?

—Así es. ¿Cómo te fue con tus calificaciones, Sofi?

—Muy bien —presumo orgullosa—; no pensé que sacara un promedio tan bueno.

—Felicidades mi amor —mi madre se emociona—; así podrás disfrutar de las vacaciones como se debe.

—¿Los veré, aunque sea unos días? —pregunto entusiasmada.

—¿Quieres venir con nosotros Sofía? —pregunta mi padre algo nervioso— Tendremos trabajo con la gira y una que otra presentación, así que no haremos pie en el hotel.

—Entiendo que tienen trabajo, como siempre —susurro esto último.

—Si quieres te podemos firmar algún permiso para que salgas con tus amigos, con los que pasaste la navidad —sugiere mi padre.

Ya no sé por qué motivo siempre mantengo una ilusión de verlos, si cada que lo propongo, ellos tienen algo mejor por hacer.

—¿Sigues ahí Sofía?

—Sí, sí, lo siento.

—Entonces, piénsalo y mañana nos dices, ¿de acuerdo, mi amor?

—Claro.

—Te queremos —ambos se despiden y la llamada termina.

¿Algún día podré pasar las vacaciones con ellos?

Comienzo a pensar que, tal vez, llegará un día en el que, ellos quieran pasar tiempo conmigo, pero yo ya no desee estar con ellos.

Mi felicidad desaparece, después de la llamada, y mi frustración se ve reflejada en mi manera de sujetar con fuerza la almohada para intentar dormir cuanto antes.

Despierto sin mucho ánimo y mi rostro se ve tan marchito que me doy pena. Intento solucionar mi desagradable aspecto con un baño y arreglarme lo mejor posible para ir a buscar a Verónica.

Es temprano todavía, así que voy hasta su habitación y al llegar, toco discretamente la puerta, esperando que todavía se encuentre dentro.

La puerta se abre y la mujer más hermosa del mundo me regala una sonrisa que termina por iluminar mi mañana.

¡Qué ironía!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora