Capítulo 31

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Los meses avanzan entre exámenes y miles de proyectos; comienzo a olvidar cómo se siente tener tiempo libre y es que, cada día, los profesores se encargan de atiborrarnos de más y más pendientes; se nota que el final del ciclo escolar ya está aquí.

Tanto estudiar, va a terminar por volverme loca; siento que tengo más pendientes que vida, y ya deseo que se termine todo esto.

Ni siquiera he podido disfrutar de fechas especiales, como mi cumpleaños. Aunque, la fecha no pasó en blanco, no lo pude festejar como tal. Lo único bueno es que, Verónica se encargó de convertirlo en un día muy especial y recibí mi cumpleaños entre sus brazos; eso fue lo mejor porque, además de despertar a su lado, por la mañana tuvimos un desayuno en la cama que, aunque breve y con prisas, fue totalmente perfecto.

La relación con mis amigos ha mejorado, a pesar de la distancia que Marisol y yo seguimos manteniendo; hablamos, convivimos e incluso bromeamos todos juntos, pero es inevitable levantar esa barrera invisible entre ella y yo.

Me encuentro en la cafetería, esperando a Roberto, quien quedó de verme aquí hace unos minutos y no ha llegado. Aún así, lo espero, porque me prestará sus apuntes de historia, ya que, honestamente, los míos son un desastre y no logro entender ni en qué año vivo.

De pronto, mis pensamientos se interrumpen cuando unas manos aparecen sobre mi rostro y cubren mis ojos dejándome sin visión.

—No, por favor. —Mis brazos se elevan por instinto y comienzo a palpar el otro par de manos que cubre mis ojos; intento retirarlas, pero es inútil. —Odio este tipo de juegos.

Nadie responde así que empiezo a impacientarme.

¿Quién le dijo a la gente que, el hecho de que alguien te cubra la vista, sorpresivamente, es divertido?

—¿Ya puedo ver? —comienzo a moverme con gran desesperación— ¿Quién eres?

Las manos se retiran y volteo bruscamente para encontrarme con Roberto, quien se está aguantando la risa.

—Tranquila Sof. —Me sujeta los hombros con ambas manos. —¡No aguantas ni una broma! —se burla de mí.

—¿Era una broma? —respondo molesta y lo golpeo con mis puños, sin lograr hacerle daño— Gracias por aclarármelo. Ahora, permíteme reírme, entonces.

—Perdón por mi impuntualidad Sofía, se me hizo un poco tarde al salir de mi clase de ajedrez y ya ni siquiera me dio tiempo de ir por mi cuaderno —se disculpa—. Pero, vamos, acompáñame por él. —Comienza a caminar sin esperar una respuesta.

—¿Me estás llevando a tu habitación? —intento molestarlo como venganza por haberme asustado.

—¡Sofía! —se ruboriza de inmediato —No digas cosas.

—Hoy estás más tímido de lo normal —me burlo de su reacción—; me agradas.

—Pues la verdad —dice serio—, planeo secuestrarte por órdenes de Marisol.

Me freno de golpe al escuchar sus palabras; su semblante se ve tan lleno de seriedad que parece no mentir.

—¿Qué?

—Obviamente es broma —se ríe al notar que me quedé estática con sus tonterías que dice—. Ya, en serio —continúa hablando intentando contener su risa—. Camina y vamos por el cuaderno.

—¿Y Marisol? —Roberto voltea pensativo intentando entender a qué se refiere mi cuestión— ¿Está bien?

—Pues bien, supongo, como siempre —responde extrañado—; ¿por qué lo preguntas? Si no mal recuerdo, también la has visto cuando estás con nosotros.

¡Qué ironía!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora