Capítulo 34

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Desde que Verónica se liberó del peso que causaba Alma en su vida, todo ha marchado increíblemente bien entre nosotras. Mis escapadas a su habitación por las noches, son cada vez más frecuentes y ya no tiene miedo de hablar conmigo en lugares públicos; no sé si es mi imaginación, pero, incluso los rumores sobre ella y su mal carácter, han disminuido en los pasillos; por supuesto que todos le temen por estricta, pero al menos ya no es "la bruja" o "la maldita profesora Lugo".

Estoy contenta porque mis clases avanzan sin problema alguno; aunque, admito que extraño que Verónica me dé clases; sin embargo, este ciclo, está más enfocado en prepararnos para decidir nuestro futuro profesional y cada que eso sucede, mi mente entra en un conflicto intenso y no puedo decidir qué hacer con mi vida.

Al parecer, entrar a la universidad tiene más contras que pros en mi mente.

Hablé con Andrea hace unos días y ella, en cambio, está feliz de la vida. Me da gusto que tanto Nancy como ella, sepan llevar las cosas bien, a pesar de la distancia.

En cuanto a Marisol, las cosas no van bien. Justo ahora iré a buscarla, porque lleva días muy callada; se ha vuelto reservada y evita estar con nosotros en medida de lo posible. Incluso, sus ojos han perdido el brillo y casi diario están irritados y con unas grandes ojeras que hacen notar la ausencia de sueño y el exceso de llanto.

Tuve que preguntar en la prefectura, cuál era su habitación, ya que, a pesar de llevar conviviendo con ella tanto tiempo, jamás me había preocupado por conocer el lugar exacto donde duerme.

Camino por los pasillos y descubro que está un poco aislada de las demás ya que está al fondo del edificio. Toco la puerta en espera de que abra, pero no escucho ruido dentro, así que empiezo a dudar de su presencia.

Insisto una vez más y la puerta se abre, dejando ver a una Marisol demacrada que, en este momento, es más ojeras que persona.

—¿Qué ocurre Sofía? —pregunta cansada.

—¿Puedo pasar? Vine a ver cómo estás.

—Entra.

Su cuerpo se hace a un lado y al entrar a su habitación todo está hecho un caos. Hay cosas tiradas por el suelo, la cama está deshecha, quedan restos de comida sobre los muebles y las cortinas están cerradas así que, todo se encuentra en una penumbra depresiva.

—¿Qué está pasando contigo?

—Nada importante Sof. —Da una palmada sobre la cama invitándome a tomar asiento. —Es solo que me cuesta lidiar con los recuerdos del pasado.

—¿Revisaste las cosas que te dio Verónica?

—Sí, y agradezco que me las haya dado; es como revivir todo y volver a sentir ese amor, aunque éste, me llene de nostalgia.

—Me lo imagino.

—Y eso que aun no termino.

—¿No? —me sorprendo pues han pasado semanas desde que tiene las pertenencias de Alma con ella.

—He revisado cada carta que le di y cada foto —responde conteniendo sus lágrimas—; pero los recuerdos me invaden y termino llorando. Aún me falta revisar un sobre, que jamás había visto.

—Bueno, todo puede ser a tu tiempo.

—Lo abriré hoy —responde decidida—; estoy cansada de sentirme triste todos los días.

—Tómalo como una despedida.

—Necesito cerrar este ciclo de una buena vez.

—Sé que lo harás —le aliento—. Ahora, te dejo sola. —Me pongo de pie y abro la puerta.

¡Qué ironía!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora