Capítulo 5

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Estoy sorprendida porque el día de hoy parece muy normal; claro, cualquier momento es normal si lo comparamos con mi gran tragedia de anoche y mi visita a la enfermería en plena madrugada.

En la mañana que desperté, tuve un ataque al ver que mi frente se encontraba con una explosión de colores, en la cual los tonos verde y morado se mezclaban en un horrible hematoma. Preferí utilizar un poco de maquillaje para evitar que se vea la evidencia de lo que hice anoche, porque no quiero contarles a mis amigos lo sucedido.

Ahora estamos sentados en los bancos que se encuentran frente al edificio central, viendo la vida pasar y matando el tiempo. Tenemos tiempo libre y posteriormente receso, entonces no hay mucho por hacer. Nada mejor que tomar el sol y platicar un rato.

—Sofía, ¿te parece si mañana te acompaño a elegir tu actividad extra académica? —me pregunta Marisol

—Sí, si quieres.

—¿Ya te decidiste por alguna? —Eduardo pregunta mientras le lanza un poco de pasto recién arrancado a Marisol; se la viven peleando.

—De hecho... todavía no, pero tengo algunas en mente.

—Siempre serás bienvenida en el club de matemáticas.

—¡Por favor Roberto! —Ésta vez Eduardo le lanza pasto a él—. Para eso, mejor que aproveche y duerma un rato. ¡Qué aburrido suena!

—No entiendo cómo hay gente que elige esa actividad —Marisol se burla.

Como siempre todos terminan envueltos en una discusión, de la cual me mantengo al margen. Me caen bien, porque todos piensan diferente y eso hace que nuestras pláticas no sean aburridas. Aunque, debo reconocer que los mellizos son demasiado salvajes con el pobrecito de Roberto.

Continúo en silencio, mientras observo como se matan unos a otros en cámara lenta. A veces parece que son niños pequeños; corrección, casi siempre lo son. De repente Marisol se lanza sobre Roberto y caen al césped; él comienza con una guerra de cosquillas y los gritos de Marisol nos provocan una serie de carcajadas.

—¡Silencio! —interrumpe una fuerte voz femenina— ¿Les parece que estamos en un zoológico?

Todos reaccionamos rápidamente, mientras Roberto se separa de Marisol, ella se incorpora intentando acomodar su cabello rebelde y tomando una gran bocanada de aire; está más roja que un tomate.

Escuchamos las pisadas de unos tacones aproximarse y no es necesario ser adivinos para saber de quién se trata; por supuesto, siempre es y será Verónica Lugo.

—Necesito la explicación del porqué están montando un escándalo aquí mismo –dice al llegar con nosotros. —Les recuerdo que hay personas se encuentran en sus labores.

—Perdone profesora, es que Marisol... —Roberto intenta explicar; pero Lugo lo frena levantando una mano en señal de silencio.

—¿Sabe qué? No me interesa. Ahórrese la excusa señor Estrada.

El pobre de Roberto solo baja la mirada para no ser regañado.

—De acuerdo, profesora Lugo.

—Bien. —Gira y su atención se fija en mí por completo. —Entonces, a lo que venía; señorita Ibarrola, acompáñeme a mi despacho —ordena con un tono serio, sin que llegue a ser regaño.

¿Ahora qué hice? Con ella nunca se sabe.

—¿Acompañarla? —pregunto extrañada— ¿Por qué motivo?

—Exactamente. —Marisol se pone de pie y se ubica a un costado mío retando a Lugo. —¿Por qué tendría que ir con usted?

El semblante de la profesora cambia drásticamente al notar la actitud de Marisol; la tensión se hace presente y sus miradas se encienden, predisponiéndose a atacar en cuanto sea necesario; Marisol la observa con odio, mientras que Lugo, de seguro, ya la asesinó en su mente.

¡Qué ironía!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora