𝙲𝚊𝚙𝚒𝚝𝚞𝚕𝚘 𝟸𝟿

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El olor a té llena la habitación iluminada por los primeros rayos de sol de la mañana, a pesar de ser domingo debo madrugar para trabajar en la huerta y poder alimentar a mi gran familia. Mi madre, cabeza dura como siempre, se levanta conmigo todas las mañanas para prepararme el desayuno a pesar de sus movimientos limitados por su edad, sin importarle mis reproches.

-Matthew, aquí está tu desayuno, querido.- La anciana deja la taza de té sobre la mesa delante de mí, con la dulce sonrisa que la caracteriza.

-Gracias madre.- Acaricié su mano con la misma dulzura que ella me transmite para luego darle el primer sorbo a mi té. -Está delicioso.- Sonreí.

-Me alegro, mi niño.- Se sentó lentamente a mi lado. -¿Cómo durmieron los niños?-

-Podía escuchar los ronquidos de Sophia desde mi habitación.- Reí divertido contagiándola.

-Es bueno que nada de lo que esté pasando les afecte.- Agachó la mirada con tristeza.

-No tienen por qué saber lo que está pasando.- La miré apenado.

-En algún momento se enterarán, las cosas no van bien.- Suspiró, para luego mirarme seriamente. -Perderemos la guerra.-

-No digas esas cosas, madre.- Levanté mi voz sin querer.

-No le grites a tu madre.- Habló el hombre mayor recién levantado. -Despertarás a tu esposa e hijos.- Se sentó al lado de ella, poniendo su mano derecha sobre el hombro de su esposa.

-Lo siento, madre.- Suspiré arrepentido.

-Queramos o no, tiene razón.- Me miró con tristeza. -Eldia perderá la guerra, así que debes proteger a tus hijos de ahora en más.-

-No hace falta que me lo recuerdes, padre.- Di el último sorbo a mi té y me levanté de mi asiento. -Tu me enseñaste a ser un buen padre.- Sonreí con tristeza, dándole palmadas en su hombro antes de dirigirme a la puerta.

-Ten cuidado, hijo.- Habló mi madre.

-Si, mamá.- Sonreí una última vez antes de escuchar gritos en el exterior.

-¡Corran! ¡Nos están atacando!- Se escuchó haciendo que los mayores se levanten rápidamente y yo retroceda en mi lugar.

-¡Los niños!- Gritó la mayor, haciéndolos despertar.

-¿Qué ocurre?- Corrió la mujer más baja con una bebé en sus brazos y tres niños pequeños detrás de ella.

-¡Marley nos ataca!- Gritó el anciano, tomando al más pequeño de los tres entre sus brazos, quien se encuentra llorando. -Debemos correr, Cinthia. ¡Dejen todo y larguémosnos de aquí!- Tomé en los brazos a los dos niños restantes para abrir la puerta y correr en dirección contraria de donde provienen los gritos de la gente.

Gaudium  ↬𝙻𝚎𝚟𝚒 𝙰𝚌𝚔𝚎𝚛𝚖𝚊𝚗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora